"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

jueves, 8 de julio de 2010

Las formas de hacer política...


En estos años de investigación aprendí que los desarrollos sociales siempre dependen de las decisiones políticas.

Los grandes movimientos sociales de la historia, se recuerdan porque el clamor popular se hizo tan insoportable que prácticamente obligó a la dirigencia política a seguirlos. Y cuando no lo siguieron, se produjeron rupturas, con todas las consecuencias negativas y positivas que conlleva.

La decisión política afecta al futuro social y lo condiciona.

¿Quién toma las decisiones políticas?
Evidentemente el que gobierna, o más específicamente el que detenta el poder.
Porque detentar el poder es el correlato necesario de tomar decisiones.
A veces coincide con la forma y las normas jurídicas de un Estado, y la autoridad superior del mismo toma las decisiones.
Pero a veces no coincide, y alguien ejerce el gobierno, pero es otro desde las sombras o desde otro lugar del estado, quien detenta el poder.

El poder es real, efectivo, excede la formalidad y la nominación electoral, es una circunstancia de hecho que determina el lugar donde se asienta la toma de decisiones.
Es una característica muy humana, y fácil de exceder y convertir en un modo de sometimiento y prepotencia.

Todos desean el poder, y en todas sus formas, desde el poder personal, que es la base de la competencia, donde perfeccionando y cultivando las capacidades se logran mejores rendimientos, y con esos rendimientos poder superar a los demás, que presuntivamente estaban en la misma condición, hasta el poder social, el que permite ser el que determina las conductas, y en ciertos casos quien es amo de las decisiones y comportamientos de quienes están bajo su éjido.

El poder fascina, el poder llena y ensoberbece, el poder da fama y gloria, el poder cautiva, el poder conquista.

En nuestras sociedades cuando se pretende dar un toque mayor a cualquier situación o circunstancia se lo califica de poderoso.

El poder político es el súmmum del poder para el hombre.

Es alcanzar el pináculo, llegar a la cima, estar realizado y desde allí poder proyectar todos sus deseos y caprichos.

De todos modos el poder es necesario.

La cuestión estriba en el uso del poder, quién lo usa y cómo se usa.
Y allí no tenemos mas remedio que remitirnos a la ética.

Si el poder no se entiende como un principio ético, si la decisión no se moraliza, el poder se transforma en autoritarismo y demagogia.

¿Cómo ejercer el poder?

Decía Platón que lo moral era el equilibrio.
Las cosas eran morales y justas, cuando estaban equilibradas.

Pero en esta relación despareja, donde alguien decide y otro acata, y donde a veces alguien domina y otro es sometido, ¿como llegar al justo equilibrio?

. Cada uno expresa con su conducta lo que siente, lo que valora y cuales son sus deseos.

. Cada uno juzga y decide sobre los otros con sus propios parámetros.

Entonces sólo serán equilibradas las decisiones tomadas por quienes tienen auténticos valores morales, creen en ellos, los practican y ejercen su autoridad desde ese lugar.

Quienes aman la justicia, la libertad, la bondad, la paz, la solidaridad y la igualdad.

¿Y como se logra equilibrar la sociedad?

Desde lo formal hay dos maneras de hacer política, en relación con este equilibrio y la igualdad social, que son igualar hacia arriba o igualar hacia abajo.

Creer que se debe ceñir la relación y condicionar a todos al nivel social inferior, o inferir que la existencia es progreso, mejora, capacidad y dar a todo el espectro social, la posibilidad de llegar al nivel más alto.

Todo hombre tiene derecho a vivir de la mejor manera posible, y es nuestro deber ayudar a conseguirlo y propiciar las formas y las normas pertinentes para lograrlo.

Por eso la distribución debe ser equitativa, no sólo la riqueza, sino también la capacitación, la atención, las necesidades existenciales, los recursos, la cultura, las ciencias y las artes.

Porque hay una dignidad originaria en el ser hombre.

Porque cada uno y todos los hombres tienen derecho a exigir sean respetados, escuchados y atendidos en sus necesidades.

Porque el hombre es el mayor valor que existe.

Elias D. Galati

wolfie@speedy.com.ar

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