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Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 20 de julio de 2010

Piñera acusa a la izquierda de Bachelet de alentar el chavismo

LIBIO PÉREZ
Fuente: ABC.es

Chávez niega el acceso de senadores chilenos en las próximas elecciones de Venezuela

La decisión del presidente venezolano Hugo Chávez de impedir la entrada en su país de parlamentarios chilenos como observadores en las próximas elecciones de septiembre, ha producido un nutrido intercambio de notas diplomáticas entre Santiago y Caracas, con un tono cada vez más duro, para terminar generando en Chile una polémica interna.

Desde el Gobierno de Sebastián Piñera se ha acusado a las pasadas administraciones socialistas de ser «cómplices de la destrucción de las instituciones democráticas» en Venezuela.

«La izquierda chilena y parte de la Concertación han sido cómplices de la destrucción de las instituciones democráticas en Venezuela y llegó la hora de tomar una posición más enérgica», dijo el senador Víctor Pérez de la Unión Demócrata Independiente (UDI), uno de los dos partidos que dan sustento al gobierno de Piñera.

«Hacer la vista gorda»

El alto dirigente de la colectividad que tiene la mayor cantidad de diputados en el Congreso responsabilizó directamente al gobierno de la socialista Michelle Bachelet, a quien acusó de «hacer la vista gorda» sobre el deterioro de la democracia venezolana, lo que demuestra «el doble estándar de la izquierda chilena», dijo.

Tanto el gobierno de Piñera como los parlamentarios han tenido el cuidado de separar las relaciones que el gobierno de Chávez ha tenido con sectores de la Concertación —la alianza que gobernó hasta el pasado mes de marzo de la política expresada por la Democracia Cristiana, que siempre ha manifestado sus diferencias con Caracas.

Sin embargo, hace un mes, en una reunión de la Socialdemocracia en Nueva York, el actual presidente del Partido Socialista de Chile, senador Fulvio Rossi, y el ex ministro Sergio Bitar y dirigente del Partido por la Democracia, dieron un inesperado respaldo a la oposición venezolana, apoyo que también repercutió en estos dos grupos de izquierda que, hasta entonces, daban un moderado apoyo a Chávez.

La controversia entre Santiago y Caracas comenzó el miércoles pasado, cuando el Senado chileno aprobó una resolución en la que pidió a los organismos internacionales «una actitud más vigilante con el cumplimiento de normas básicas por parte del Gobierno venezolano que aseguren la integridad y la transparencia electoral». El acuerdo fue aprobado con los votos de los senadores oficiales y de los opositores, incluidos los parlamentarios socialistas.

Desde Caracas, Hugo Chávez anunció que impediría el acceso de los congresistas chilenos, mientras la Asamblea Nacional los calificó de «pinochetistas».

En tono más bien moderado, la Cancillería venezolana envió una nota al gobierno chileno en la que demanda un «respeto absoluto a la soberanía de Venezuela y al funcionamiento democrático de sus instituciones».

Pero el lío ya se había armado, hasta el punto de que la diplomacia chilena rechazó «el lenguaje ofensivo e inapropiado» de las autoridades venezolanas, mientras que los parlamentarios que apoyan al gobierno de Piñera presionaban al secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, para que «adopte una postura más firme» ante Caracas.

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