"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 22 de agosto de 2010

A los enemigos ni justicia...

Era muy joven, cuanto se hizo pública la expresión: a los enemigos ni justicia, en el fragor de las barricadas.
Formado en la vieja escuela argentina, donde la libertad, la dignidad y la ilustración eran sagradas, me conmovió me dejó una sensación amarga de temor y de tristeza.

¿Puede el hombre olvidar todo lo que aprendió y lo que la historia le enseña?
¿Puede olvidad sus deberes, sus valores, sus compromisos?
Viví medio siglo en un tironeo esquizofrénico entre lo correcto y lo incorrecto, lo adecuado y lo inadecuado, lo verdadero y lo falso, lo bueno y lo malo.

Escuche juramentos por Dios, por la Patria, por el Honor dichos con una banalidad rayana en la perversión.

Viví la violación sistemática de los derechos del hombre, de las instituciones, de la autoridad, de la jerarquía.
Recorrí junto con mis hermanos la pérdida de los valores y de todo lo sagrado que hay en el hombre y en la sociedad: la palabra, la ley, la dignidad del otro, los derechos.

Pensé que era la condición humana y que la historia se movía pendularmente de un lado a otro, de lo que se debe y esta bien a lo que no se debe hacer y está mal.
O que el hombre no terminaba de aprender y por eso no cambiaba.

Recuerdo que Solón uno de los 7 sabios griego, en el siglo VI a.C. expresó: las leyes son como las telas de araña atrapan a las moscas chicas y dejan escapar a las grandes.

Pasaron 27 siglos y... .

Pareciera que todo sigue igual.

Hoy en mi senectud, se me aparece vívidamente esa expresión, y creo que no ha transcurrido el tiempo o hubiera vuelto a mi primera juventud.
Ya no existe el romanticismo de esa época, ni el apego a los mismos valores, el mundo globalizado post moderno giró hacia lo tecnológico, que quiere ocupar el primer lugar.

Las inquietudes o los deseos sociales son otros, pero paradojalmente la condición es la misma.
Las diferencias siguen siendo enormes, las económicas ni hablemos, los derechos del hombre pasan de mano en mano sin universalizarse y siguen habiendo sectores discriminados, empobrecidos, sin posibilidades, sin cultura y sin dignidad.

Pero la justicia, la dignidad del hombre y la libertad están en el centro de la escena en el teatro de la existencia.

Ya sea para ser respetados y promovidos o para ser bastardeados.

Ora hacia un lado, ora hacia el otro.

¿Y cual es mi obligación?
¿Cuál es mi deber?

Mis fuerzas, mi tenacidad, mi empuje deben estar dispuestas para sostenerlos.

Aunque parezca inútil o imposible.

Cuidar la justicia, la dignidad del hombre la libertad y cuando aparezcan bastardeados restaurarlos.

Por que son el fundamento de la paz social y de la armonía de los individuos

Elias D. Galati

wolfie@speedy.com,ar

"Al amigo todo, al enemigo ni justicia" (Juan D. Perón 1971)

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