"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 2 de agosto de 2010

Por amor a Evans (Bill)

Alfredo Remus - El contrabajista cuenta cómo logró grabar su homenaje al gran pianista, cuya música le cambió la vida.

Eduardo Slusarczuk
eslusarczuk@clarin.com


Yo soy de Villa del Parque. En el barrio, en la casa de un médico, Carlos Tomberg, cuyo hijo tocaba el saxo alto, ensayábamos con un pianista y un baterista. Tocábamos temas de Glenn Miller, Benny Goodman y otros.

En un momento, alguien advirtió que todos los grupos tenían un contrabajista y nosotros no.
Entonces les dije: "Yo voy a tocar el contrabajo"

En una mesa de Notorious, una de las sedes porteñas del jazz, Alfredo Remus pasa inadvertido. Instantánea de la vida moderna y no tanto-, que proyecta hacia la fama a personajes de escaso -más bien ausente sin aviso- talento, y suele reservar el anonimato para personajes como Remus, compañero de ruta de músicos como Vinicius de Moraes, Enrique Mono Villegas, Gato Barbieri, Mercedes Sosa, Ariel Ramírez y Alberto Cortez, entre otros.

La cuestión es que, un día de aquellos que la memoria trae al presente, el muchachito de Villa del Parque tomó coraje y probó. "Mi papá, que era profesor de piano, estaba recién llegado de la oficina. Hacía poco que me había comprado un acordeón a piano Mastropiano, pero ahí nomás le dije: Papá, quiero que me compres un contrabajo. Me sacó corriendo".

Y sigue: Un día me había quedado dormido, en mi cama.

Eran como las seis de la tarde.
De pronto, escuché un ruido raro.
Abrí los ojos.
Y lo vi a mi papá en el borde de la cama, con un contrabajo haciendo tun tun.
Eso me marcó para toda mi vida.
El recuerdo que tengo de mi viejo es inolvidable.

Entonces, llamé a Antigua Casa Núñez, donde mi papá había comprado el instrumento, y les pedí que me dijeran cómo se afinaba, porque no tenía idea.
- Es así, Alfredito: La primera, Sol; la segunda, Re; la tercera, La; la cuarta, Mi. Fui al piano.
"Toqué, y así arranqué"
Sin gran precisión, Remus viaja a fines de los `60, cuando le hicieron conocer a Bill Evans.
- "El cambió mi vida. Me fascinó su mensaje. La absoluta expresión de libertad que hay en su música, que yo traté de asimilar a lo largo de todos estos años, con la experiencia que me fue dando el hecho de tocar. Y tratar de luchar contra la ley de gravedad, en el sentido de que tocar Bill significa estar en el aire. Tratar de encontrar un espacio en donde en principio no lo hay. Una cosa muy sutil, que muy pocos músicos manejan, y que fue mi guía desde entonces", explica Remus.

Como si hablara de un amigo íntimo, el contrabajista continúa: "En el mundo del jazz hay montones de grandes pianistas acompañados de grandes contrabajistas y grandes bateristas. Pero eso no quiere decir que sean tríos. Un trío, valga la redundancia, es un grupo de tres. Son tres personas que hablan el mismo idioma. Y los tres están ahí, en el mismo nivel de participación en el mensaje. Hablar de Bill es, sin duda, hablar de un verdadero trío", dice.

Remus vuelve a mover la aguja del tiempo:
- "En el `74, cuando acá la cosa políticamente se ponía muy mal, yo era músico de sesión y estaba en la orquesta de Canal 13, en la época de Sábados circulares, de Pipo Mancera.
Cuando asumió José Cámpora, lo echaron a Mancera del canal, y el trabajo se empezó a caer.
En eso, vino Alberto Cortez, hizo un espectáculo en el canal, y su director musical me propuso ir a trabajar con ellos a Europa. Unos días después, renuncié y me fui.
Primero solo, y luego viajaron mi esposa de entonces con nuestros dos hijos"

La excursión europea, que tuvo una segunda parte en 1985, no le impidió ver a su ídolo en las dos visitas que hizo al país. No sólo eso.
- "A comienzos de los ’70, Horacio de Dios llevó uno de los tres discos que yo había editado a Nueva York, donde estuvo con Evans.

Poco después, en un hotel de Buenos Aires, Nano Herrera me presentó: Bill, él es Alfredo Remus, un gran contrabajista argentino.
Evans: -¿Cómo es tu nombre?
Yo: -Alfredo Remus.
Evans: -Yo tengo un disco tuyo en mi casa.
"A mí se me cayeron las medias"

A partir de entonces, estando en Europa, hice muchos tributos a Evans tocando en boliches de jazz.
Toqué con Dexter Gordon y con Ricardo Miralles y su baterista, Paco García.
Y soñé con que, algún día, ese homenaje quedara plasmado en un disco.
Así que cuando iba a tocar en el XXI aniversario del Ciclo Jazzología, le propuse a Carlos Inzillo que lo grabáramos. Y lo hicimos, con 1500 personas, en la Sala AB del Centro Cultural San Martín"

Como suele suceder, la cosa no fue fácil. "Pero una vez que lo mastericé, apareció un sello, que ya no existe, y lo editó", concluye, antes de recordar su último encuentro con Evans, en su casa de Nueva York.
- "El estaba enfermo. Yo sentí que estaba con un grande, en quien no existía la soberbia. Me hizo sentir que yo era del mismo palo. Eso es algo inolvidable.
Si hablamos de sueños, el segundo, que tendré para siempre, hubiera sido tocar con él.
"No tocamos ni una nota"
Eso hubiera sido la frutilla de la torta.

"Pero esto dice, con Querido Bill en su mano-, es mi gran orgullo..."

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