"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

jueves, 16 de septiembre de 2010

La reconciliación con el hermano

Hay un texto evangélico que dice, si subes a dejar tu ofrenda en el templo, y estas enojado con tu hermano, toma tu ofrenda, ve y reconciliate con él y recién después de estar en paz con tu hermano, deja tu ofrenda.

Es un texto simple y maravilloso, que pone en primer lugar la relación humana, y congruente con aquél que dice, si no puedes amar a tu hermano a quien ves, como amarás a Dios a quien no ves.

Reconciliarse proviene de reunirse, o volver a reunirse, extendiendo el significado a la connotación del ánimo de las personas.

El Diccionario de la Real Academia Española lo define “como volver a las amistades, o atraer y acordar los ánimos desunidos”.

La reconciliación supone como previo, el perdón y la paz.

No puede haber reconciliación si previamente no existe en los partícipes un ánimo de perdonar y un espíritu de paz.

Y porqué el hombre siente que debe reconciliarse con el Ser Supremo, cualquiera sea su creencia, y le es difícil reconciliarse con su hermano.

Se trata de una actitud valorativa, no puede discutir ni ponerse a nivel de un ser al que considera superior y en otra dimensión, pero su prójimo, es de su misma entidad, está a su nivel, y muchas veces lo considera inferior.

Y lo valora de acuerdo a sus parámetros.

Este es el problema, cuando los propios intereses y conceptos son puestos por encima de un interés común y de un concepto general o universal de la verdad, la justicia y la realidad de los hechos.

Es una actitud humana ver los hechos desde la propia entidad, pero debemos tener en cuenta que el otro también lo ve desde su entidad, y la única manera de evaluarlos correctamente es con una comprensión común, natural en la dimensión que le ha dado la especie en la evolución durante los siglos de existencia humana.

El texto sugiere que no se puede ofrendar a Dios, si existe resentimiento o enojo con el prójimo.

Señala que los hombres están hermanados por la especie, que todos tienen la misma dignidad de seres humanos, más allá de sus defectos, sus errores o sus perversiones.

Entonces la primera actitud de cada uno de nosotros es estar en paz con todos.

Así como en otra oportunidad hemos señalado que el perdón resuelve o disuelve el conflicto interior del hombre con independencia de que el otro sea acreedor al perdón o permanezca en una actitud de no perdonar, así también aquí la actitud de reconciliación, resuelve nuestro conflicto interior y nos pone en armonía, y en paz con nosotros mismos.

Debo la reconciliación como deber, más allá que mi hermano la acepte o no, este dispuesto a reconciliarse o quiera permanecer enemistado conmigo.

Es una actitud mía que conlleva un propósito de serenidad del ánimo, de comprensión y de humildad.

Saber que soy imperfecto, que puedo equivocarme, y que no siempre detento la verdad ni la razón, y que es posible que tampoco la detente el otro y debamos buscarla, en armonía y en conjunto.

Hay un comportamiento o una conducta que relaciona directamente a un individuo o un grupo con un acontecimiento que incide sobre otro individuo o sobre el grupo social.

Esta conducta lesiona de alguna forma a otro individuo o al grupo social.

Todos estamos involucrados, y todos podemos de alguna forma lesionar al otro o a la comunidad.

Para poder conseguir la reconciliación es necesario sostener ideales y virtudes imprescindibles.

La concepción de la igualdad de todos los hombres, y su dignidad que involucra el derecho no sólo a la libertad y a la justicia, sino también a una vida digna, a una buena educación, y a poder criar sus hijos con las mismas garantías.

La conciencia que no siempre tenemos razón, y que a veces transferimos nuestras culpas en otros, para exculparnos y sentirnos justificados.

Y el perdón, como acto de humildad y de generosidad, porque perdonar significa perdonarse a sí mismo, porque somos cada uno de nosotros los que verdaderamente necesitamos el perdón.

Esta conciencia es una de las grandes carencias de nuestra sociedad, y ojala el amor entre los seres humanos lleve a su reconciliación.

Elías D. Galati / wolfie@speedy.com.ar

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