"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 23 de noviembre de 2010

Perfil "Chona"


¿Qué mensaje nos dará el personaje que hizo famoso Haydeé Padilla en los 70 si vuelve a instalarse en nuestros mediodías televisivos para ofrecer una versión nacional y popular de los almuerzos de Mirtha Legrand

Por Carlos Mira

La Chona, el personaje de Haydeé Padilla de los años 70, vuelve a la televisión de la mano del kirchnerismo seguramente a los mediodías de Canal 9. La idea, que relató la propia protagonista luego de grabar un piloto con Osvaldo Papaleo, el secretario de cultura Jorge Coscia, el periodista de espectáculos de 6, 7 y 8 Camilo García y la actriz Laura Azcurra, consiste en un almuerzo que la Chona sirve luego de hacer las compras en el Mercado Central. Al menos en el primer capítulo el menú fue una picada y un puchero en el medio de un conventillo, la escenografía elegida como casa de la protagonista.

Dicen que este piloto (que no se sabe si se convertirá de hecho en el primer programa) fue seguido atentamente desde el control de la productora “La Corte” por el titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, Gabriel Mariotto. “La Corte” es la encargada de la transmisión de “Fútbol para Todos”, de todos los eventos de la Presidencia de la Nación tanto en la Argentina como en el exterior y de la puesta en el aire del futuro canal oficial de cable INCAA TV.

Pero lo que realmente importa aquí es el valor simbólico de este regreso. “La Chona” encarnó a la mujer del “Hétor”, un camionero fogoso que la mantenía feliz, aunque limitada a su propio cuadrilátero hogareño que, si bien muchos que reivindican valores perdidos estarían encantados de volver a ver, refleja poco el perfil de la mujer actual real y, mucho menos, el del modelo que la mujer de hoy tiene para sí en su mente, más allá de que pueda cumplirlo o no.

La Chona también interpreta un estereotipo de la persona poco formada que hace gala de su poca formación, que encuentra mejor ser feliz comiendo puchero y satisfaciendo al “Hétor” que intentando un perfil de progreso, de globalidad, de conexión con el mundo. La Chona encarna el perfil de los horizontes cortos, de la conformidad básica, de las aspiraciones chatas.

Sería un error creer que ese es el perfil que debe tener el hombre común o que, para ser nacional y popular, hay que conservar ese provincialismo sin roce y esa sencillez conformista. Esta perfecto que la gente tenga esas preferencias naturalmente, si así quieren ser y si siendo así son felices. Más allá de que habría que explicar que una serie de cosas que esas mismas personas disfrutan y dan por descontadas no serían posibles si todos fueran como ellos, nadie podría subirse a una alta torre para desde allí darles lecciones de felicidad.

Pero sí es necesario decir que el gobierno -que debería tener, entre otras, la obligación de impulsar a la sociedad hacia arriba, hacia el mejoramiento y hacia la excelencia- no debería estar propagando como “modelo” el perfil “Chona”. Se trata de una gran subestimación y, en el fondo, de una ofensa para un montón de gente que vería con agrado poder salir de una situación social como la que la “Chona” encarna si es que pudiera y el país les diera la posibilidad de poder intentarlo.

No estoy haciendo aquí un intelectualismo barato. Al contrario: los intelectuales afrancesados que se creen lo que no son me causan alergia, estoy identificado con los gustos y aspiraciones del hombre común (muchos de cuyos placeres espantan a los intelectuales). Mi única diferencia es que no me resigno a aceptar que las aspiraciones del hombre común se limiten a comer puchero en un conventillo.

También es diferente que “la Chona” sea un personaje que circule por los medios privados a que sea alguien que alcanza la pantalla gracias al dinero público. Si se ha tomado la decisión de utilizar de algún modo fondos que la sociedad aporta con los impuestos que paga, el perfil a propagar debería ser el de alguien que eleve el nivel medio de la sociedad y no el de alguien que lo atornilla al subsuelo.

Tengo claro que el populismo barato podría hacerse un picnic con mis opiniones. Resultaría fácil salir a etiquetar este parecer como el de alguien que repudia los gustos populares. Pero prefiero aceptar eso a ser un usufructuariuo hipócrita de un conjunto de personas a las que no dejo mejorar su condición para que, entre otras cosas, no se den cuenta que las estoy usando. Millones de “Chonas”, “felices” con el puchero y el “Hétor” no hacen un país pujante que cambia la suerte y el nivel de vida de la sociedad a la que pertenecen.

Las costumbres populares, que son perfectamente conservables, no tienen por qué ser la antítesis del progresismo, de la integración global, de una visión mundial y cosmopolita que combine los valores tradicionales de la familia con un horizonte superador del conventillo y el Mercado Central.

¿Cuál es el modelo aspiracional que trasmitirá “la Chona”? ¿el de ir a un Centro Único de Abastecimiento, como si estuviéramos en la URSS, para después venir “contentos” agradeciéndole al Estado que nos proveyó los ingredientes para comer un puchero en el patio?, ¿es eso lo que se quiere trasmitir como ideal de felicidad en la vida?, ¿es ese el ideal mental que los funcionarios que promueven esta reaparición tienen para sí mismos?, ¿Mariotto, Papaleo, Camilo García y Coscia, viven como “la Chona”?, ¿les gustaría vivir como “la Chona”?, ¿van a hacer sus compras a las 7 de la mañana al Mercado Central?. Si a todas estas preguntas se les responde que no, ¿por qué entonces quieren que la gente común sí viva así, esté contenta de vivir así y se mantenga ignorante acerca de que se puede vivir de otra manera?

La Argentina vive una gran confusión. Eso es lo único claro. Los que no están confundidos son los que manejándose como peces en el agua con la demagogia, el populismo y la hipocresía, no dudan en usar a la gente como si fueran cabezas de ganado para continuar un proceso de degradación que solo los beneficia a ellos

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