Julian Assange no es un salvador del periodismo, es un trilero de la información, un tramposo
No deja de ser curioso que este estudiante de física, activo hacker, miembro adolescente de Subversivos Internacionales y editor de Wikileaks, la web que ha puesto en jaque a gobiernos de todo el mundo, hubiera dicho en el Centre for Investigative Journalism Summer School: "No se puede publicar un documento sobre física sin los datos completos y los resultados experimentales y esto debería ser la norma en periodismo".
Ciertamente, no puedo estar más de acuerdo.
Datos completos, resultados experimentales, y cabría añadir fuentes fiables, transparencia presupuestaria, eso es el periodismo.
Para adquirir credibilidad una noticia tiene que transitar por las patas de la verdad de las fuentes, la financiación y la verdad del contexto.
Si ello vale, según Julian Assange, para la información científica, ¿por qué no vale para la información política?
Lo digo porque los papeles que Wikileaks escupe cada cierto tiempo, para horror de las democracias y alegría de todos los anti sistemas del mundo, incumplen todos los preceptos del famoso código deontológico.
Es decir, hasta incumple el axioma que él mismo reclama desde la Universidad de Londres.
Por supuesto, Assange sabe moverse bien en el gusto por el titular escandaloso que define la sociedad del espectáculo, y ha hecho de internet una especie de bandera libertaria.
Pero lo cierto es que este adalid de la transparencia se negó a responder en televisión sobre la acusación de violación que pesa sobre él –y por la cual tiene una orden de captura de Interpol– y ello nos dice mucho de la viga ocular que demuestra, mientras señala acusatoriamente la paja del ojo ajeno.
Veamos sus informaciones: no sabemos quién las paga y le paga; no sabemos en qué contexto se producen; no controlamos la información completa, porque es Wikileaks quien filtra cuando quiere y lo que quiere, de manera que se convierte en Dios omnipotente del periodismo.
Él es la fuente, la verdad y la vida informativa.
¿Cómo podemos contrastar y contextualizar las noticias que da si no da nada que él no controle?
Y si tanto reclama transparencia, ¿por qué no publica sus fuentes de financiación?
Por supuesto, los estados democráticos tienen muchas zonas oscuras y la política internacional no es un juego de muñecas.
Pero, con todas sus contradicciones, prefiero fiarme de la civilización estructurada en parlamentos, juzgados, gobiernos, que de la jungla de un internet donde, a menudo, reina quien más manipula.
Assange no es un salvador del periodismo, es un trilero de la información, un tramposo que dice buscar la transparencia de los demás, cuando él guarda, en la más absoluta opacidad, todos sus secretos.
¿Son de fiar los gobiernos del mundo?
Probablemente no. Pero Assange tampoco.
Cuando un tramposo intenta vender transparencia, recuerdo lo que dijo Proudhon:
"La demagogia es la hipocresía del progreso"
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