"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 15 de diciembre de 2010

El escudero...

Intelectualmente brillante, suficientemente conspirador y buen estratega, Madí ha sido compañero y escudo.

Pilar Rahola / La Vanguardia.es

Es tan cierto que cuesta de creer.

Generalmente, las verdades son más aburridas que las teorías de la conspiración, especialmente en política.

¿Alguien puede tragarse que un político espere años a ganar unas elecciones y cuando lo consiga, se vaya a su casa?

Y sin embargo, eso es lo que ha pasado con David Madí, el fiel, y duro, escudero de Artur Mas durante todos los años de la lucha por la presidencia.

José Antich titulaba su artículo con un “Saber irse” y es difícil discutir la aseveración. Ciertamente, Madí ha sabido irse de la política de la mejor manera, conformando la otra cara de la moneda de Montilla: el president se va porque ha perdido y Madí se va porque ya ha ganado.

En ambos casos, y por motivos diferentes, el gesto los ennoblece, y más especialmente cuando otros perdedores –léase ERC– y otros ganadores –léase PP, que va diciendo que tuvo mejor resultado que Vidal Quadras, cuando en realidad consiguió 60.000 votos menos– lo hacen de la peor manera. En tiempos, pues, de desencanto, estos dos hombres han protagonizado un gesto de saludable ejemplaridad. Aplauso a los dos.

Focalizado el artículo en el caso David Madí, este merece alguna reflexión serena.

La primera es que Madí es menos malo de lo que se ha dicho en los círculos políticos, no en vano durante años ha asumido en propia piel los errores propios y ajenos, ha sido el resistente fajador que abría zanjas en los duros asfaltos de la victoria y ha trabajado con una fidelidad indestructible.

En realidad, si fuéramos justos, diríamos que Madí es realmente bueno en lo suyo; tanto, que es el tipo de hombre que todo líder desea y necesita en su camino al éxito. Intelectualmente brillante, suficientemente conspirador, dialécticamente agudo, estratega puro y dotado de un blindaje a prueba de cualquier bala dirigida al líder, Madí ha sido compañero y escudo, y en los primeros tiempos de la enorme vulnerabilidad de Artur Mas, su blindaje ha sido uno de los bienes más preciados.

Nobleza obliga, también es un nacionalista convencido, libre de ambigüedades o falseos, con un compromiso con Catalunya que lo sitúa en la primera línea del nuevo soberanismo convergente.

Liberal convencido –aunque dotado del sentido de lo público–, su salida de la vida política permite una doble y contradictoria consideración.

Por un lado, no es una buena noticia porque su valía está fuera de toda duda, y la política lo pierde para desgracia de la inteligencia.

Por el otro, es una excelente noticia que la política sea de ida y vuelta, que los políticos tengan sueños lejanos y que su destino no dependa eternamente de un sueldo público. Dicho lo cual, poco importa, porque la decisión está tomada y solamente le corresponde a él.

Así que nada, que le vaya bonito.

O dicho a la manera del poema que tanto gusta a su líder, “bon viatge pels guerrers que al seu poble són fidels…”

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