La Avenida Kirchner.
Caen Cobos y Narváez.
Macri es El Elegido.
Las Tormentas de Duhalde.
La suerte de “Mancusso”.
Escribe Jorge de Arimetea,
Consultora Oximoron, especial para JorgeAsísDigital
“Lentamente fue creciendo/la visión/ de la caída”
Chico Novarro, de “Nuestro balance”, tango
Para el gobierno de La Elegida, el epílogo del 2010 es catastrófico. Los dramas son significativamente más intensos que los dramas del comienzo.
Arrancó con la “crisis Redrado”, que les estropeó gran parte del verano.
Exhibieron la inquietante incapacidad para resolver los temas puntuales.
Terminan con el penoso cotillón de las usurpaciones.
Las que se resuelven, tristemente, con dinero efectivo, de curso legal (los medios, por miedo, no lo dicen)
Sólo la estremecedora inocencia puede atribuir el desorden social a las tormentas generadas por Eduardo Duhalde.
La crisis -estructural- es de magnitud superior. Para salir del paso, indujo al recurso menemista de crear el Ministerio de Seguridad. Desde donde se cuestiona, casi insólitamente, a la policía. A los efectos de acelerar la contienda interna que alude, en definitiva, a la autodestrucción. La implosión largamente anunciada.
La Elegida debe encarar la catástrofe de las usurpaciones sin la asistencia al viajero del marido. El dato hasta podía ser positivo, ya que el extinto solía destacarse como un asombroso profesional para las equivocaciones.
Las que transformaba, de pronto, por su ingenio, en aciertos. Ayudado por la pasividad indolente de sus opositores, adictos, de tan dormidos, al megatol.
En diciembre del 2010, El Furia representa el lugar acotado de la emoción.
Es (El Furia) el pretexto melancólico para inaugurar avenidas con su nombre.
O los colegios, las playas de estacionamiento, un concurso de cantores o campeonatos de mus.
Sin embargo la emoción marcha, en la Argentina, por el carril independientemente separado de la política.
A veces, los carriles son, incluso, hasta antagónicos.
Ante los homenajes frecuentes al marido muerto, La Elegida, lícitamente. suele quebrarse.
Pero políticamente La Elegida, a diario, da otra vuelta simbólica de llave a la cerradura de la bóveda.
Mientras lo celebra a Kirchner, en cierto modo, La Elegida lo corrige.
En el mejor de los casos, lo contradice.
Lo supera.
Con mala fe para la evaluación, puede afirmarse que La Elegida genera acciones que devalúan, en la práctica, la memoria del homenajeado.
A la luz de las decisiones últimamente inconvincentes, cuesta admitir que Kirchner haya convivido, durante seis años, con una Policía Federal tan marcada por la sospecha.
Como la ministra Garré valientemente nos induce a creer.
A los efectos de denostar, ostensiblemente, al Premier. El enemigo interno, Aníbal, lacerado por las alcahueterías de WikiLeaks.
Por su parte, Aníbal, resiste admirablemente la adversidad. Con un deterioro lo suficientemente intensivo que deslegitima, en el fondo, su función de Premier.
Cobos y Narváez
El final del 2010 arrastra también, hacia la zona del desgaste, a las dos principales figuras de la oposición que relucían -en exceso-, cuando el año se iniciaba.
Son Julio Cobos y Francisco Narváez.
Cobos arrancó el 2010 como el favorito. Pero lo termina en la lucha de la promoción.
Por mantenerse y no irse al descenso.
Concluye Cobos casi amontonado entre la etcétera.
Desplazado, en principio, por la sorpresa que moviliza Ricardo Alfonsín, a través del fenómeno de la Clonación Transformadora.
O con la postulación del comprovinciano Ernesto Sanz, que ocultaba, en la manga, la carta presidencial. La que empieza, de pronto, a mostrarla.
Pero Cobos -para Consultora Oximoron- se estanca por los efectos de su contradictoria situación institucional.
Por la patología de ser, mientras tanto, el vicepresidente de la Nación.
En cambio Francisco Narváez, El Roiter, se asocia al club elitista de los políticos que desperdiciaron inconcebiblemente el caudal.
Sendero iniciado, en 1995, por José Octavio Bordón.
Es quien supo dilapidar más de circunstanciales cinco millones de votos.
Bordón viene seguido, a la distancia, por el solvente Ricardo López Murphy.
Poco faltó para que LM se quedara, en el 2003, con la presidencia. Pero en menos de cuatro años dilapidó también su caudal.
Hoy LM entona ”Por la vuelta”.
Le cuesta afinar.
Los radicales también tienen derecho a creerse de izquierda. Progresistas.
El Roiter, el caudillo Narváez, iniciaba el 2010 con la chapa invalorable de haberlo vencido a Kirchner, en aquel lejano 2009.
La victoria le habilitó la alucinación presidencial, que lo sumergió entre las vacilaciones. Arrastrado, acaso, por la obsesión psicológica que inspira su relación de competencia con Mauricio Macri.
El año agoniza cuando Narváez se encuentra cercado por la desorientación más nociva.
La notoria. La visible.
La percibe, incluso, cualquier paisano sin información.
Por los cambios de rumbos que destacan la carencia de convicciones.
Desconcierta, también, a los seguidores.
Los que suelen, en general, abandonarlo.
El Elegido
Macri es El Elegido.
Persiste, en el epílogo del 2010, abrumado por la acumulación de los problemas que se le intensifican.
Y que, en simultáneo, lo mantienen en el primer plano. Aunque hecho girones.
Con golpes hasta de afecto.
Consecuencias de ser El Elegido.
Por los contagios que quedan del kirchnerismo. Para confrontarlo.
Al sobrevivir a la continuidad de los conflictos permanentes, Macri brinda la idea de cierto experimentado fortalecimiento. Los conflictos, en apariencias, lo blindan.
La virulencia de los ataques del kirchnerismo (que ya no existe) les ocultan, incluso, las propias falencias.
En el rubro que justamente pregona. La (falta de) gestión.
Explicable por los asedios que lo obturan.
Las Tormentas del Piloto
Quien termina el año con las mismas expectativas del comienzo es Duhalde.
La declinación, en su caso, tuvo que ver con los altibajos del transcurso del año.
Con aquel brillante operativo de inteligencia que instaló la recuperación de Kirchner, el enemigo principal.
En vida, El Furia le desarticuló la estrategia a Duhalde. Kirchner, cuando estaba fuerte, aseguraba el control de la economía con una simple libretita de usurero.
Impedía el florecimiento de cualquier desborde que lo hiciera crecer, por ejemplo, a Duhalde.
El Piloto de las Tormentas (generadas)
Muerto, El Furia le extirpó, a Duhalde, el objetivo principal del móvil de su lucha.
Y la sobrecargó de méritos, a través del “peso de su ausencia”, a la viuda.
La Elegida que se disponía a elegir. O a reelegirse.
Infortunadamente el crecimiento comienza a desbaratarse entre las catastróficas usurpaciones del final.
Por el desorden que deriva, ahora sí, en los desbordes que no se pueden controlar sólo con fondos reservados.
Es el desorden el territorio más inquietantemente peligroso. Donde crece, precisamente, Duhalde.
Hoy Duhalde es temible, sobre todo, por aquello que no hace. Pero que, irresponsablemente, le atribuyen.
La suerte de Mancusso
“Mancusso sí que tiene suerte”, sintetiza la Garganta.
A Daniel Scioli, el líder de la Línea Aire y Sol, los multiplicados atorrantes del peronismo lo apodan “Mancusso”.
Sostienen que lo persigue, invariablemente, la suerte.
Incluso Julien Assange se comportó, con Scioli, como el aliado incondicional.
Como si fuera otro airesolista, como Albertito, Javier, o “El 5 de Boca” (Marangoni)
Lo que trascendió de Scioli, en los papeles de WikiLeaks, ante el asedio de los conspiradores, para que rompiera con los Kirchner, fue la frase demoledora.
- “Yo no soy golpista”
Otra forma de atornillarse hacia la lealtad. Aunque no sea recíproca.
Las alcahueterías de WikiLeaks, en cambio, resultaron letales para Sergio Massa.
Justo cuando Massa venía con las ambiciones en alza. Y justificadas.
Era el preocupante adversario interno de Scioli.
Transitoriamente anotado para la aventura de la gobernación.
Las alcahueterías también fueron estrictamente perjudiciales, como se dijo, para Aníbal.
El Premier golpeado.
La filtración que le concernía consolidó las sospechas que siembran siempre sus enemigos. De la magnitud, sin ir más lejos, de la señora Garré.
Es Garré la que desplaza al Aníbal, por inspiración de La Elegida, del manejo de las fuerzas de seguridad. Las que sólo nominalmente estaban a cargo de Alak.
Hoy Garré se dispone a investigar los manejos de las antiguas áreas de influencia.
Las que Aníbal solía compartir, en definitiva, con Kirchner, el extinto.
El Furia, al que se evoca con el nombre de una avenida, mientras se le dan, con extraña crueldad, cotidianas vueltas de llave, en la sepultura de la historia.
Jorge de Arimetea
Consultora Oximoron,
para JorgeAsísDigital.com
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