"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 23 de febrero de 2011

Reverte, el Pérez

Como articulista me parece tan débil, que necesita la muletilla del insulto para apoyar sus tesis

PILAR RAHOLA / La Vanguardia.es

Algo curioso me pasa con Arturo Pérez-Reverte, porque cuando leí el otro día los insultos gruesos que me dedica –bien acompañada de otra insultada, María Antonia Iglesias–, no sentí la lógica indignación de estos casos.
Más bien una sensación de indiferencia y algo de conmiseración, porque siempre es lamentable que un escritor necesite hurgar en la escatología para intentar desacreditar a alguien.

Dicen que uno tiene la altura de sus enemigos, y debe de ser que Pérez-Reverte, a medida que avanza en su delirante camino hacia la nada argumental, se va haciendo pequeño, porque a enemigo no me llega.
Quizás a mosca de verano, uno de esos moscones pesados que distraen la beatífica siesta estival.

Pensé, pues, “otro exabrupto del Reverte, uno más en su carrera de despropósitos”, no en vano la cantidad de insultos por metro cuadrado que acumula en sus artículos podrían completar un diccionario específico.

En el caso de María Antonia y mío aprovechaba el Pisuerga de un artículo incomprensible para recordar por millonésima vez que hubo un tiempo en que había estado por el mundo de corresponsal.

¿Cómo debe de llevar un hombre de tamaña vanidad el fracaso de sus películas?
Mal, a tenor de la psicología de bolsillo que permiten sus reiterados insultos.
¡Qué débil es la mente que necesita denigrar para intentar imponer un argumento!
Además, en mi caso específico aprovechaba el artículo para zamparse el plato frío de la venganza porque le he afeado algunos comentarios que frivolizaban sobre cuestiones de fondo.
Por ejemplo, el ji, ji, ja, ja de usar la metáfora de Ana Frank –que según él bajaba a la calle a fumarse un pitillo y la detenían– para atacar la ley del tabaco.
La banalización del mal, en puño y letra de un escritor que se sienta en la Real Academia.

Y recuerdo en tiempos más lejanos otro artículo sin par sobre los Reyes Magos donde hacía alarde de una judeofobia considerable.
Podían pasar dos cosas después de estos artículos: debatir argumentadamente o disparar con artillería sucia.
Ha optado por lo segundo, y así ha paseado por el filo del estómago, incapaz de hacerlo por los caminos de la inteligencia.
Sinceramente, pienso que es un buen escritor cuando se dedica a crear sus universos imaginados, pero como articulista me parece burdo, de trazo grueso y tan débil, que siempre necesita la muletilla del insulto para apoyar sus tesis.
Lo cual me recuerda a su precedente Camilo José Cela, tan excelso cuando caminaba por la Alcarria o se sumergía en los Pascual Duarte, como escatológico, basto y simple cuando argumentaba sobre la realidad.

En fin, por mí, puede continuar, porque cuanto más grueso sea el insulto, más razón tendré.
Y no tanto por el peso de mis argumentos, como por la vacuidad de sus exabruptos.

Puede que Reverte crea que dispara a matar.
El pobre no sabe que sólo consigue el ridículo de soplar un matasuegras

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