"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 14 de febrero de 2011

T.V.: Análisis 2011

La cápsula egocéntrica del mundo del espectáculo ha demostrado, en los últimos tiempos, las mayores miserias.
Desde la pantalla chica se expresaron los calificativos más crueles y redituables para el funcionamiento de un sistema que ya parece no poder regularse así mismo.

Lícitamente, y bajo la legitimidad de una audiencia que sigue comprando el paradigma del escándalo y el voyeurismo, los protagonistas de la escena que refleja la brutal cotidianeidad, adoptaron el insulto y las bajezas como mecanismo de defensa frente a los ataques.

Sin poder desmontarse de sus respectivos personajes, algunos integrantes del medio artístico; bizarro y estéril, ingresaron en un círculo vicioso de esgrima verbal sin límites en el que las enfermedades y la sexualidad se antepusieron al trabajo.

O porque el reconocimiento popular les llegó tarde o porque la necesidad de fama se vuelve una droga, desde los más talentosos hasta los más ridículos, se han regodeado en el barro pueril.
Destrozando la magia del arte.
Apagando la luminosidad de los teatros.
Convirtiendo la comedia en tragedia.

El retroceso del reality

Paracaidistas con hambre de notoriedad ingresan a una casa contextualmente ridiculizada en el marco de un reality para mostrar sus miserias y contar sus historias -reales o inventadas-.
Estar 24 horas para hacerle honor al estado parasitario que caracteriza a gran parte de una abúlica generación enarbolada en los clichés del desencantamiento, la fatiga por el estudio, el cansancio por la responsabilidad.
Un programa, “Gran Hermano”, que se consume.
Que mide.
Que es elegido y hasta ponderado por representar, en cuanto al contenido evolutivo, la nada misma.

Involución de la condición humana.

Del otro lado, “Soñando por Bailar”.
Un reality que aspiraba a más, ya que había que hacer algo.
Bailar.
Sin embargo, terminó siendo un espacio que se reconoce por los cruces horizontales de urgencias juveniles intencionalmente no contenidas.

Porque en ambos “shows”, sus integrantes, buscan la fama rápida.
Entienden, desde la limitación que muestran, que el medio te recibe, te acuna y protege en el tiempo. Cuando lo cierto es, que el medio, así como te recibe te expulsa cuando no tenes algo que vaya más allá en el tiempo.
Algún otro “talento” que sea más que un cuerpo o una pelea.

Aunque la paradoja está, en que ese mismo medio comprimido en un aparato sensacional que es la televisión, tiene el poder para enaltecerlos siendo Nada y demolerlos siendo Todo, ya que existe una cuestión selectiva y funcional al momento de vender un programa.

Lo interesante de esto, es que además del reality, en el 2011 desembarcó nuevamente a los canales de aire la ficción y así ambos formatos demuestran, de manera nutrida y variada, que dos paradigmas pueden convivir cuando de TV se trata.
El paradigma ya instalado (Morbo/Voyeur) y el que se reinstala (Ficción)

A Mayor fracaso, mayor respeto.
Ecuación directamente proporcional.
El caso de Carmen Barbieri.

La Nada y el Todo en una lucha por obtener Respeto.

La Nada personificada en realitys amparados por canales como TELEFE y el 13.
Espacios que les otorgan identidad a los jóvenes y que acusan, por desborde, importancia y relevancia.

El Todo, por su parte y en este caso, personificado por la figura de Carmen Barbieri.
Mujer que fue más respetada en sus fracasos que hoy que transita el exquisito camino del éxito.

Claro, no tiene que contar historias de marginalidad y pobreza.
De enfermedades que puedan satisfacer la perversión del televidente o de algún conductor.
Solo puede relatar, la cantidad de espectadores y los preparativos por lo que será, en el 2012, su próximo show.

En rating, actualmente, “paga” la Nada.
Excepto, en algunas ficciones.

Entonces, en un móvil se le da más espacio a un lumpen que no pude componer una oración con sujeto y predicado y se relega a una artista a tener que escucharlo.
Escuchar, mientras espera le den aire, las mediocridades analíticas de un pibe que por haber permanecido como ameba en una casa, por un casi dos meses, se cree que es importante.
Es que increíblemente, el periodismo, con el tiempo que le dispensa, le fomenta el delirio que a muchos les genera el factor fama.

Pablo Sirvén, unas líneas aparte

Decir como Sirven en su columna de ayer en La Nación, que las ficciones son una realidad y reinan, es una falacia.
En este momento forman parte de la programación que conjuga idearios para un público inquieto y ecléctico.
Las ficciones no habían desaparecido. Sí, mermado.

“La peor de las ficciones siempre será preferible al mejor de los reality shows”.
Frase demoledora y autárquica.
El problema no es el formato del reality como GH.
El problema, es el estado parasitario de quienes lo componen.
Y cuando hay quien lo sabe jugar, es tildado como un sujeto carente de sentimientos.
Como si en la Televisión, los sentimientos, fuesen necesarios.
Al momento de aplicar tácticas y estrategias en el juego, GH cobra otra dinámica.
Algo que prácticamente está ausente.
Ni siquiera, cuando se revelan, son creíbles.
Pero al llevar al límite la simulación de la descompensación, el rating, maravillosamente, sube.

Morbo, perversión y voyeurismo es la cadena constante del público.

Ahora, Sirvén rechaza todo.
Y en su compulsión por el destaque, recurre a contradicciones.
Así es como reprocha, “mariconamente”, la existencia de un reality como el que hace Tinelli todo el año.

El Show de los agravios que no tiene límites para el escándalo y es eso, lo que en definitiva, le da letra al columnista de los eternos pucheros para escribir.

Laura Etcharren

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