Por
Enrique Guillermo Avogadro
“Una
vez más, desertamos de la historia y nos conformamos con la noticia”.
Antonio
Scurati
Por
favor, ¡entiéndanlo de una buena vez!
Con
el kirchnerismo puro y duro, ese que hoy manda en el país y que es el único que
tiene un verdadero plan, por siniestro que sea, no se negocia ni se dialoga. Para quienes creen en los
dogmas que emanan del Instituto Patria, cualquier discusión, cualquier
disensión es una grave herejía contra una religión que sólo tiene una diosa
que, como tal, es indiscutible en su figura y en su proceder.
La
única forma de desalojarlo del poder será derrotarla en elecciones, si ella nos
permitiera llegar a las urnas y expresarnos sin trampas.
Nunca
he estado en contra del intercambio de ideas ni, mucho menos, de una propuesta
concertada entre todas las fuerzas políticas para la monumental crisis
socio-económica –no lo digo yo sino importantes oficialistas como el “barón”
Mario Ishii o el ex Viceministro Emmanuel Alvarez Agis y expertos como Joaquín
de la Torre o Miguel Angel Broda- que se
disparará en nuestro país tan pronto salga de este confinamiento eterno que nos
impuso un Presidente –en realidad, su mandante- interesado en hacerse de un
poder omnímodo e inconstitucional y que ha sido cuestionado por los
epidemiólogos más serios…
Carecía de un
plan económico antes de la aparición global del Covid-19 y, a pesar de encerrarnos
ya 121 días, su “gobierno de científicos” no ha conseguido siquiera esbozarlo.
Pero,
para que esas conversaciones se transformen en constructivas y habiliten
acuerdos sobre políticas de Estado, se requieren dos elementos esenciales:
Tener ideas
claras acerca de qué hay que hacer y el respeto irrestricto a las reglas de
juego.
Alberto
Fernández invitó a los partidos políticos a una reunión y, con la única
excepción de la Coalición Cívica, todos concurrieron.
Al
día siguiente, muchos intelectuales y actores políticos, incluidos algunos
importantes peronistas que no comulgan con el Gobierno, firmaron una carta
pidiendo la constitución de una “mesa de diálogo”, una suerte de Pacto de la
Moncloa all’uso nostro, que a mi modo de ver constituye una verdadera
ingenuidad, pues enfrente tiene a
irreductibles fulleros.
Salvo
Elisa Lilita Carrió, toda la oposición aceptó participar, o pide hacerlo, en un
juego en el cual Cristina Fernández pondrá el referí y cambiará las reglas y
hasta la forma de la pelota.
Debiera
recordar, puesto que estamos en su cuarto período presidencial, que carece de
principios morales, y no respeta su palabra ni norma constitucional alguna.
La
única consecuencia que podría generar ese inocente pedido de diálogo sería
quitarle al Gobierno la responsabilidad exclusiva -redistribuyéndola entre
todos, o sea, de nadie- que tiene sobre una crisis socio-económica que,
preexistente, ha sido potenciada al infinito por la absurda cuarentena.
Creo,
y el incesante “fuego amigo” que recibe Alberto Fernández desde las almenas del
Instituto Patria me da la razón, que la Vicepresidente ha decidido probar a
propios y extraños quién manda e ideologizar aún más al Gobierno, sin asumirlo
en primera persona.
Si
bien el objetivo primario de Cristina Fernández no puede ser otro que la
definitiva impunidad y la “absolución de la historia” para ella y su familia,
no descarto que, contemporáneamente, aspire a encabezar ese “cambio del mundo”
que su mandado imaginó en su charla con Lula da Silva, al menos en la región.
Si
esto fuera cierto, tendría sentido el fracaso del Ministro de Economía, Martín
Guzmán, en la renegociación de la deuda con los fondos, que impedirá al país
acceder al FMI y a las empresas al Club de Paris para la financiación de las
exportaciones europeas, ya que sólo nos quedaría China como proveedor de los
indispensables recursos financieros.
El pacto con
Irán, el apoyo al tiránico régimen de Nicolás Maduro y las graves rispideces en
las relaciones con EEUU y con los países vecinos van en ese sentido.
Mientras
tanto, su núcleo duro continúa avanzando sobre las leyes y la República, y el
Presidente –sólo un débil y patético delegado- no quiere o no puede
evitarlo:
La
adulteración de los reglamentos del Senado para la adopción de las resoluciones
y el ninguneo permanente a los miembros de las bancadas opositoras,
el
proyecto de moratoria para absolver a Cristóbal López de sus robos al fisco,
los
desistimientos de las querellas de la UIF y la OA contra la Vicepresidente,
los
permanentes fallos favorables a ella y los dictámenes fiscales y libertades
concedidas a sus más dilectos cómplices,
la
subsistente intención de expropiar Vicentín S.A. y de “democratizar” la
Justicia aumentando con militantes el número de los ministros de la Corte
Suprema y rellenando las vacantes de jueces federales penales, etc.
Pero
algo falló en la estrategia de dominación.
Para
su asombro, quienes nada queremos saber con ese plan de saqueo e impunidad
disfrazado de “socialismo del siglo XXI”, tomamos pacíficamente la calle el 9
de Julio, esa misma calle que el kirchnerismo había convertido en
exclusivamente suya por la inexplicable pasividad de las autoridades frente a
las hordas de piqueteros pagados para convertir la ocupación del espacio
público en una muestra de poderío.
Y ya no la
abandonaremos.
Porque
si estos canallescos avances continúan sin que la oposición y los jueces
reaccionen y se pongan las botas, el 17 de agosto volveremos a demostrar
nuestra profunda indignación cívica y nuestra intransigente vocación republicana.
Bs.As.,
18 Jul 2020
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