"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 12 de marzo de 2011

Frases de José Saramago

La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva.
En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva.

Las tres enfermedades del hombre actual son la incomunicación, la revolución tecnológica y su vida centrada en su triunfo personal.

Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay.

Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos.

¿Qué clase de mundo es éste que puede mandar máquinas a Marte y no hace nada para detener el asesinato de un ser humano?

Pienso que todos estamos ciegos.
Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran.

No te pido que me lo cuentes todo, tienes derecho a guardar tus secretos, con una única e irrenunciable excepción:
"Aquellos de los que dependa tu vida, tu futuro, tu felicidad, ésos quiero saberlos, tengo derecho, y tú no me lo puedes negar"

El poder real es económico, entonces no tiene sentido hablar de democracia.

No busques trabajo: "Escribe...

Yo no decido sobre lo que voy a escribir.
No, yo espero a que algo ocurra.

No sólo hay desigualdad en la distribución de la riqueza, sino en la satisfacción de las necesidades básicas.

Para quien se está muriendo de hambre la realidad no es huidiza es algo que está allí.
Se puede filosofar mucho acerca de la realidad, de si lo que vemos es lo que es y todo eso, pero hay que reflexionar sobre los hechos que tienen que ver con la situación del mundo.

Ahora, no hay duda de que la búsqueda incondicional del triunfo personal implica la soledad profunda. Esa soledad del agua que no se mueve.

El viaje no termina jamás. Solo los viajeros terminan.
Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración...
El objetivo de un viaje es solo el inicio de otro viaje.

Como escritor y como persona, mi empeño es no separar al escritor de la persona que soy.
Me esfuerzo, en la medida de mis posibilidades, en tratar de entender y explicar el mundo.

(...)
Me ilusiona mucho, ya la tengo, la tengo.
Sólo necesito no pensar en ello, dejar que madure en ese otro pensamiento que trabaja por su propia cuenta, me fío de él.
Y así hasta que el pensamiento activo pueda tomar la decisión: ahora es mi turno.
Entonces me siento a escribir.
 
La literatura siempre ha sido una actividad minoritaria.
Me parece que ahora se lee y se escribe más.
Quizá por la informática.

El poder lo contamina todo, es tóxico.
Es posible mantener la pureza de los principios mientras estás alejado del poder.
Pero necesitamos llegar al poder para poner en práctica nuestras convicciones.
Y ahí la cosa se derrumba, cuando nuestras convicciones se enturbian con la suciedad del poder.

(...) Ese jardín encantado quizá haya sido para el niño feliz, el que está descubriendo el mundo.
Pero quise sacar a luz también al niño infeliz, al niño melancólico.
Yo le digo a la gente, ¿tu niño está triste?
Déjalo estar, está creciendo.
Pequeñas memorias tiene un epígrafe que dice “déjate llevar por el niño que has sido”.
Tengo tan presente a ese niño como si yo fuera por ahí llevado por él, de la mano.

(...) Como cualquier otro lector, o escritor, me busco a mí mismo.
Busco encontrarme en páginas, en ideas, en reflexiones, reconocer que somos algo más que esto que se presenta como “realidad”, ése sigue siendo el mayor deslumbramiento.

Las sociedades son apáticas y ni siquiera la evidencia de los hechos las conmueve o las mueve.
Si no hay resistencia se puede llevar a las sociedades donde quiera.
La sociedad civil, tan reclamada y aplaudida por políticos, es la más manipulada y más allá está el caso de las multinacionales que desvirtúan las democracias.
Lo más curioso, para no decir lo más tristemente divertido, es que las instituciones democráticas son buscadas y queridas por organismos no democráticos.

Hemos pronunciado no sé cuántos millones de veces la palabra “libertad”, pero no sabemos lo que es, porque no la hemos vivido, y la estamos interpretando como permisividad.

La memoria es selectiva y tiende a borrar las partes duras, va armando un recuerdo basado sólo en lo más dulce…
Pero hay que tratar de ser honesto...

Cuando uno levanta muros, está volviendo a la Edad Media.
Si no encuentras ninguna otra forma de resolver los problemas humanos, estás dando marcha atrás en el tiempo.

El alma humana es una caja de donde siempre puede saltar un payaso haciéndonos mofas y sacándonos la lengua, pero hay ocasiones en que ese mismo payaso se limita a mirarnos por encima del borde de la caja, y si ve que, por accidente, estamos procediendo según lo que es justo y honesto, asiente aprobadoramente con la cabeza y desaparece pensando que todavía no somos un caso perdido.

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