Constrúyeme un puente a ese sueño que compartimos,
Constrúyelo, y muéstrame el camino, porque no se llegar.
Tómame de la mano, y condúceme por ese sendero nevado que veo de lejos,
Rodeado de flores de primavera,
Y flanqueado a ambos lados, por hileras de árboles otoñales.
Constrúyeme un puente donde pueda planear, hasta lograr remontar el vuelo,
Y poder, así, llegar hasta las nubes, y mas allá, a las estrellas;
Bajar de nuevo y flotar entre los árboles de un bosque tranquilo,
Y disfrutar del brillo de las libélulas, al tocar el sol sus alas.
Un vuelo tranquilo, un vuelo sin alas...
Constrúyeme un puente, e invítame a pasear,
Por tus jardines soleados, maravillas por doquier.
Descubriremos nuevas flores e insectos, que no tendrán miedo de acercarse,
Porque no conocerán el temor, porque ya no habrá de que temer.
Constrúyeme un puente, desde donde mirarlo todo;
Sobre los valles y montañas, y de principio a fin de cada río,
Y de cada lago, donde verme reflejada, a mi, y a ti junto a mi,
Juntos y riendo, con el gozo de la paz eterna en el gesto,
Como niños inocentes, ignorantes del mundo entero...
Constrúyeme un puente sobre aquel lago tranquilo,
En el que nos vemos reflejados, y saltemos juntos, y nademos juntos.
Bucearemos hasta el fondo, porque el aire ya no significa nada;
Junto a los peces nadaremos, y en un colchón de algas dormiremos una siesta,
No por cansancio, sino solo porque si, por gusto y placer...
Constrúyeme, entonces, un puente hasta ti,
Donde pueda por fin dormir, soñar, y reír...
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