"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 27 de septiembre de 2013

El infierno tiene sucursal en Buenos Aires

Por Cosme Beccar Varela (*)

La profanación de la iglesia de San Ignacio de Loyola, en el centro de Buenos Aires, cometida por estudiantes del Colegio Nacional Buenos Aires la noche del 24 de Septiembre es un elocuente síntoma de lo que está pasando en el país.

Es un comienzo de lo que pasó en España en Mayo de 1931, luego de proclamarse la segunda república bajo la presidencia de Manuel Azaña. En ese mes hubo una explosión de odio contra la Iglesia Católica que se tradujo en el incendio de cien iglesias y conventos y hubo varios católicos asesinados por la izquierda.

Aquí ha sido por ahora una iglesia, la de San Ignacio, pero en comparación, el odio actual a la doctrina católica es mucho mayor que en la España de 1931.
En ese entonces el clero era fiel a esa doctrina; hoy es la punta de lanza de la herejía modernista que está destruyendo la Iglesia por dentro, y las iglesias no son ya el Santuario donde se adora el Santísimo Sacramento y se enseña la verdad, sino algo indefinido que está entre una sede de una reunión social dominical semi - herética y una sala de conciertos de guitarra con un coro estridente de jóvenes que no tienen sino una vaga idea de la sacralidad de la Misa.
¿Para qué quemar esos "salones"?

Sin embargo, los enemigos del catolicismo o sea, la tiranía marxista, todos los partidos políticos "reconocidos" supuestamente "opositores", la prensa y la pequeña pero audaz masa de los izquierdistas del país, están preparados para más.

Por eso, los directores de esta orquesta infernal que toca a muerto, resolvieron dar una muestra de lo que nos espera y profanaron la iglesia de San Ignacio.
Los detalles de la profanación son repugnantes. 
Orinaron sobre un altar que después quemaron, pintaron en el suelo frases satánicas como:
" La única Iglesia que ilumina es la que arde" y otra,
"Hipócritas: ni Dios ni amo" y para terminar, incendiaron bancos y sillas.

Han pasado 24 hs. desde el repugnante atentado y ni el Arzobispo de Buenos Aires ni ningún otro Obispo ha dicho "esta boca es mía".
Escandaloso (iba a escribir "insólito" pero me dí cuenta de que el adjetivo no cuadraba porque los silencios del Episcopado ante las afrentas contra el catolicismo son "sólitos", o sea, habituales).

La prensa se encargó de minimizar el hecho e inclusive el párroco, el Padre Francisco Baigorria intentó atenuar la culpa de esos demonios diciendo:
- "Estos chicos son víctimas, los usan, porque no puede ser que tengan este nivel de violencia y de agresividad: ese odio no es de ellos, de su corazón." ("Clarín", 26/9/2013, pags. 34 y 35)

¿Cómo sabe el Padre Baigorria que esos canallas no son nada más que instrumentos semi - inocentes de otros peores que ellos?
¿Los conoce?
¿Si los conoce, porque no los denuncia con nombre y apellido?

Es verdad que son instrumentos de la secta que conduce a esta tiranía, pero ellos mismos eran y son plenamente culpables de lo que hicieron y no correspondía minimizar su gravísima responsabilidad por el crimen cometido.

Cabe preguntarse, a qué se debe esta "escalada" contra la Iglesia.
¿La tiranía no está bien servida por el clero?
Sí, pero sus satánicos integrantes querían profanar una iglesia para que todos estuvieran enterados de que no se detendrán ante nada.
Y querían mostrar también el poder que tienen sobre la prensa que banalizó el hecho, sobre los funcionarios escolares que se limitaron a decir que "los chicos deben hacerse responsables" y que están "tristes y enojados" ("Clarin" ibidem).

No dicen nada acerca de su tolerancia ante la toma por los estudiantes del Colegio Nacional desde hace varios días, de donde salieron los profanadores.
Los "dirigentes" del centro de estudiantes que comandan el asalto al Colegio (y a la iglesia), poco después del atentado reunieron una asamblea en la cual ratificaron la toma y no dijeron nada sobre la profanación.
O mejor dicho, sí dijeron que saben quiénes lo hicieron pero que no darán sus nombres.

Si examinamos el asunto a la luz del derecho positivo, se han cometido varios delitos:
de daño, de asalto con nocturnidad, con asociación ilícita, todo ello agravado por el odio religioso, lo cual, de acuerdo al artículo 2do, de la ley 23.592 agrava las penas.

A su vez, los dirigentes y los otros estudiantes que participan en la toma del Colegio Nacional - con lo cual cometen el delito de usurpación - , que saben quiénes fueron los autores materiales del hecho pero no lo dicen ni quieren decirlo, cometen el delito de encubrimiento.

Y las autoridades nacionales de las cuales depende el Colegio y su Rector, perpetran el delito de incumplimiento de sus deberes de funcionarios públicos al no hacer desalojar el Colegio usurpado desde hace varios días por los alumnos izquierdistas que lo ocupan.

Nadie dice esto y el asunto me temo que quede en "agua de borrajas".
¿Qué hubiera pasado si un grupo de católicos hubiera roto un candelabro en una Sinagoga?
¡No quiero ni pensar la gritería que se hubiera armado y la ferocidad de los fiscales en perseguir a los culpables, hasta la tercera generación, como "antisemitas", "nazis" y otras cosas semejantes!
No digo que romper un candelabro de la sinagoga esté bien, sólo quiero mostrar cómo se usan dos pesos y dos medidas: una cuando se trata de la Iglesia Católica y otra cuando se trata de la Sinagoga.

Este hecho, aparentemente aislado y policial, es un síntoma más, de los varios que ya hay (homonomio, aborto, amor libre, pornografía en los medios de difusión, corrupción impune, monopolio de los tres poderes por los más obscuros e indignos personajes, violación flagrante del Derecho en todos los órdenes incluyendo el secuestro de más de mil personas en las cárceles del régimen, con más de 200 muertos en esas mismas cárceles, etc.), de que el país está dominado por una secta perversa que tiene las peores intenciones.

Mientras tanto, los "buenos patriotas", se divierten y se entretienen en diversas tareas buenas, en principio, pero inofensivas para el régimen que cada día tiene más poder y más insolencia sin que los “buenos patriotas” hagan algo para organizar la resistencia y la destitución de acuerdo al art. 36 de la Constitución Nacional (versión 1994).

(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo de Cosme Beccar Varela por gentileza de su autor.
...
Art. 36.- Esta Constitución mantendrá su imperio aun cuando se interrumpiere  su observancia por actos de fuerza contra el orden institucional y el sistema democrático.
Estos actos serán insanablemente nulos.
Sus autores serán pasibles de la sanción prevista en el artículo 29, inhabilitados a perpetuidad para ocupar cargos públicos y excluidos de los beneficios del indulto y la conmutación de penas.
Tendrán las mismas sanciones quienes, como consecuencia de estos actos, usurparen funciones previstas para las autoridades de esta Constitución o las de las provincias, los que responderán civil y penalmente de sus actos.
Las acciones respectivas serán imprescriptibles.
Todos los ciudadanos tienen el derecho de resistencia contra quienes ejecutaren los actos de fuerza enunciados en este artículo.
Atentará asimismo contra el sistema democrático quien incurriere en grave delito doloso contra el Estado que conlleve enriquecimiento, quedando inhabilitado por el tiempo que las leyes determinen para ocupar cargos o empleos públicos.
El Congreso sancionará una ley sobre ética pública para el ejercicio de la función.

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