"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 4 de junio de 2011

El poder invisible de las sectas: Tu libertad


La completud personal no se logra en ausencia de vida espiritual, por esto, generalmente y en principio, la invasión de la subjetividad será sutil, hasta que se encuentre ese “lugar vacío” que nunca cuestionó, reflexionó ni se interrogó en conciencia sobre el privilegio del derecho natural a la libertad.

Es esa incompletud, que deslinda del agobio de la propia responsabilidad existencial, la que impulsa a participar atraída por la organización sectaria que abre al supuesto conocimiento (de sí, del otro, del mundo, de lo trascendente), participación nunca obligada ni forzada.

Y aunque inmediatamente, o en un futuro mediato, el subconsciente alerte (porque nunca abandona su hipervigilancia) ya miembros seguidores inducidos en dependencia, sometidos y esclavizados, de manera implícita autorizaron previamente la invasión y el despojo de la libertad, cedida, condicionada y, en el mientras tanto, escondida y manipulada, liberando el accionar del grupo sectario para haga y rehaga, adapte y acomode, arremeta y suspenda, desvincule y someta, no por la creencia que enarbole sino por la apertura a asimilar subliminalmente más de lo que se deseaba.

Desprovistos, somos nosotros mismos medios (producto de una apropiación concesionada) para la consecución del fin y el logro de los objetivos de organizaciones sectarias (o grupúsculos ramificados)

Es decir que no siempre estamos ante técnicas de “control mental”, sino ante escasas herramientas personales y avales políticos de complacencia sectaria que facilitan (facilitamos) la introducción de conceptos ocultos en mensajes de esperanza, que percibimos desde figuras diseñadas, desde gestos, imágenes, tonos y timbres, acostumbrados a que los otros nos resuelvan, esos que si hubiésemos previamente tan solo escudriñado, advertidos así, hubiésemos podido categorizarlos como destructores y enemigos de toda libertad.

Acosados desde flancos utilitarios y materiales, inmóviles, asimilamos y olvidamos la auténtica dimensión humana, falencia que, sin haber aprendido a usufructuarla desarrollando la propia posibilidad de decisión, elección y sapiencia, nos hace sentir tan superados, ubicándonos como dueños absolutos de la cima, cuando en realidad estamos por debajo conservando ese lugar vacío de fácil acceso a las creencias de los supuestos que sustentan los grupos de poder sectario, que se imponen en cada contexto nada más y nada menos que a través de nosotros mismos.

La posibilidad del encuentro soñado en un grupo idealizado será mayor si no nos dimos cuenta que no se pueden desunir conocimiento, pensamiento y creencia.
La conciencia de lo que se cree (o se sigue) es reflexión necesaria para creer e impedirse vivir en plena y absoluta dependencia y angustia existencial irresuelta.

Paradójicamente avanzamos tanto y tan poco cuando permitimos que nos incluyan en un sueño (o pesadilla) donde se coarta la dimensión de la inteligencia, un sueño (o pesadilla) que no nos pertenece pero que integramos cuando no supimos que, para creer, es necesario conocer, para no conceder la libertad, poder invisible de las sectas.

Mara Martinoli
apgargentina.blogspot.com

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