Por Marcos Aguinis
La lucha política no ha terminado después de estas elecciones.
Tampoco la de los ciudadanos inquietos.
En la Capital Federal se tienen que seguir fogoneando muchas medidas de largo plazo que impulsen una mejor la calidad de vida.
Para eso no hay fin.
Pero existen claros puntos de referencia que nos permiten saber dónde estamos ahora y cuál es el camino a seguir.
Uno es compararla con otras ciudades lustrosas del mundo actual.
Otra es compararla con la Buenos Aires de hace más de medio siglo.
En ambos casos saltan a la vista cualidades y defectos; razones para estar complacidos y razones para llorar.
En efecto, las fortalezas de esta gran ciudad abarcan su belleza edilicia, los importantes museos, el laberinto de cafés y restaurantes para todos los gustos, las radiantes salas de concierto, los establecimientos educativos numerosos y de niveles diversos, sus hospitales y sanatorios de mediocre y también altísima calidad, su población variopinta, los poderosos medios de comunicación, la presencia de notables artistas y académicos, el hambre por la cultura que aún no se ha extinguido por completo, felizmente.
Entre los defectos cabe mencionar una asfixiante concentración burocrática –en embudo– de la nación entera en Buenos Aires, provocada por la ausencia de un real federalismo.
El aflujo diario de maremotos humanos provenientes de la Provincia, que duplican la cantidad de personas residentes y provocan caos en el tránsito.
La irrupción desesperada de grupos indigentes que buscan un techo, conseguir limosnas o mendrugos, que merecen una solidaridad intensa, pero son víctimas que crecerán en número y aflicción por la carencia de trabajo.
Y la carencia de trabajo aumentará su afeitada de depredación por la ausencia de inversiones.
Y las inversiones –que podrían regar caudalosamente nuestro país– no se efectuarán mientras continúe la inseguridad jurídica e institucional de la república.
Así de simple.
Para que haya inversión, trabajo en blanco, salarios justos, techo para todos y esperanza racional, es preciso terminar de una santa vez con la mentira del "modelo" K, que pretende imponerse por completo también en la Capital.
Un "modelo" que degradó los valores de la ciudadanía estimulando el odio, que confunde el orden civilizado con la represión dictatorial; que aplaude las ocupaciones ilegales que hacen quedar mal al adversario político...
. Que ha estado negando la falta de seguridad
. Que cierra los ojos ante la inflación devoradora
. Que estimula en forma directa o indirecta la perturbación cotidiana de esta gran ciudad mediante el permiso a los cortes
. Que ya alcanzan un promedio de cuatro por día, cortes que, escandalosamente, no se sabe para qué son, qué pretenden, qué logran y quién los paga.
La agresión del Ejecutivo Nacional a la Capital Federal –hecho novedoso en la historia– deriva de su actual autonomía y del hecho de que su gobierno no pertenece al mismo signo político del oficialismo.
Revela una mezquindad que da vergüenza.
La campaña del candidato elegido a dedo por la Presidenta aseguró que, a partir de su éxito, la Nación brindará por fin cariño a la Capital.
"Trabajaremos juntos"
¿Por qué no ocurrió hasta ahora?
¿Por qué no se dejó desde hace rato que actúe la Policía Federal para disminuir la inseguridad que ronda por las calles?
¿Por qué se retacearon los caudales que le correspondían según la ley?
¿Por qué se sabotearon las obras emprendidas por la Ciudad?
Queda mucho por hacer. Mucho para mejorar.
Los ciudadanos no deben bajar los brazos si de verdad quieren una urbe feliz.
No es imposible acercarse a ese ideal, aunque nuestra Argentina continúe sacudida por borrascas.
*Escritor
Boletín Info-RIES nº 1102
-
*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 3 meses
No hay comentarios:
Publicar un comentario