El artista tenía 88 años y estaba considerado como uno de los mejores pintores realistas de la actualidad
Lucian Freud fue uno de los artistas actuales más controvertidos e interesantes.
Conocido como pintor, practicaba habitualmente el aguafuerte desde 1982, aunque comenzó sus primeras planchas en los años 40.
Vivía en Londres desde 1933 y, quizá con excesiva frecuencia, se dan pinceladas de su biografía y su arte haciendo referencia a su abuelo, el creador del psicoanálisis Sigmund Freud.
Sus estampas están profundamente relacionadas con sus pinturas y, más allá de la pura apariencia, podrá verse que la similitud entre ambas no están hechas con el ánimo de la reproducción, ni siquiera de la versión, no son dibujos preparatorios ni una segunda revisión de sus sujetos, sino un modo paralelo que según sus palabras, le fuerza a concentrarse más que en otra superficie:
“Para el aguafuerte necesito gafas, para la pintura no”
No al menos en el sentido tradicional.
Más bien se trata de retratos perturbadores e inquietantes, que hacen pensar en el ser humano desprotegido, como un cúmulo de carne viva que se pliega.
Freud describe con gran detenimiento todos los perfiles de la carne, se detiene en los sofás o habitaciones que sirven como decorados decrépitos.
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