Entonces, ante el rechazo (natural e innato) que provoca, del errante de turno, ése que corre detrás de las presas para “convertirlas”, comienza a aplicar su “reglamento”, sistema organizado para perpetuar una ideología que infringe temor, omite decisiones y recluta complacientes; sólo así el poder del grupo se hará visible.
La encarnación del equívoco presumido, que exige captar para conducir y liderar, incluye obviamente a “la creencia”, como si pudiera tratarse como otra cuestión política, o de opinión, como si las transgresiones del pasado se fijaran e impidieran leerlo como experiencia que permite dirigir la atención hacia la interpretación de nuestra vida cotidiana, real, como si la transgresión fuera imagen de nuestra sociedad. Sólo quien hizo de su vida un andar ético conciente y constante podría, ante cualquier situación de supuesta vulnerabilidad, confirmar y difundir su coherencia, y si fuera necesario hasta con vehemencia, invistiéndose de Fe, inclusive en los actos que son públicos, único medio para evitar los ya conocidos errores, valorar el presente que se promete cambiar y sembrar a futuro, ése, que nunca será cuando no incluye la Verdad.
Quieren “imaginarnos” sin libertad para lograr un lugar en el rompecabezas dirigencial, exquisita semejanza con cualquier otra búsqueda sectaria de seudo creencias, movimientos o ideologías residuales.
Porque el empeño y la regalía socio política, que se pacta y utiliza como causa o medio, que requiere de apoyo incondicional a “sus” doctrinas particulares, es la codicia de conducción y la usura imaginada de reducción hacia la nada. Si bien pueden parecer altamente paralizantes las maniobras, estos grupos nunca son, ni serán, por mera casualidad.
Que el inconsciente se determine como político no hace que la política sea una práctica inconciente (Miller)
Mara Martinoli
apgargentina.blogspot.com
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