Por Susana Merlo
Campo 2.0
A la luz del respaldo obtenido por el oficialismo en las elecciones primarias del domingo, al campo le llegó la hora del replanteo.
Es que los problemas de producción son evidentes en muchos rubros (leche, trigo, maíz, fruta, carne, etc.), hay déficits clave que impiden y/o encarecen la producción (energía, infraestructura, combustible) y al menos durante los últimos 4/5 años la relación entre el campo y el Gobierno fue mala o inexistente (a pesar de la importancia que la producción agropecuaria tiene para el país, tanto dentro como fuera de sus fronteras).
Si a pesar de todo eso, prácticamente todas las zonas urbanas del interior respaldaron con su voto al Gobierno, entonces algo está fallando.
O la gente está priorizando otros temas (tampoco muy definidos), o el sector no supo explicar sus problemas a la sociedad y el impacto que estos ya comienzan a tener sobre la gente y el futuro del país.
El caso de la carne vacuna es un ejemplo.
Otro serían los 120/130 millones de toneladas de granos que la Argentina debería tener ahora mismo, con otra política, en lugar de los 95/96 millones actuales.
Ante esto, la necesidad de cambios es evidente y debería abarcar al menos tres grandes ítems.
El primero es el gremial, cara visible o primera línea del sector que, por distintas causas, había logrado una gran adhesión social en 2008 con el conflicto sobre la Resolución 125, y que ahora, sin que medie ninguna corrección a los problemas de entonces, al contrario, es obvio que perdió totalmente ese capital.
El segundo es el político, con un profundo cambio de actitud cívico y todo lo que atañe al Poder Legislativo, tanto provincial como nacional.
Y ahí las vertientes son dos: una mucho mayor participación, que no necesariamente implica militancia directa en algún partido, si no también aportes y respaldo a la labor legislativa, así como un mucho mayor contralor de la performance de los diputados y senadores.
Y el tercer gran rubro, tal vez el que se va a evidenciar más rápidamente, es el de acelerar el replanteo productivo.
Es que si la “foto” de las primarias del domingo se repitiera en octubre, y según los propios dichos de funcionarios oficiales, la línea a seguir en un eventual nuevo período presidencial es la de
“profundizar el modelo”, entonces sería ingenuo esperar que se den las correcciones tan largamente reclamadas por la producción.
Y, aún sin que se agrave el escenario con medidas como la nacionalización del comercio de granos o el avance sobre la propiedad privada con que alarman algunos, igual el panorama no es demasiado alentador, sobre todo, para algunas actividades.
Así las cosas, es más que probable que siga la fuerte concentración, la desaparición de más productores chicos, que se demore la recuperación ganadera y que el trigo y el maíz sigan sin despegar igual que la lechería.
También es probable un mayor retroceso de la fruticultura, la forestación o el tabaco, entre otros.
Y en ese contexto, lo único que podría recuperar una cierta tendencia al crecimiento, aunque tampoco es seguro, sería “el yuyo”, la soja ya que se exporta mayoritariamente y el Gobierno depende fuertemente de esos ingresos.
Aún así, no se descartaría una eventual suba de las retenciones a la oleaginosa, por supuesto, después de octubre.
Lo único que puede ayudar, en ese caso, es que el clima en los Estados Unidos siga complicándose y afectando al cultivo, lo que daría un sostén a los precios internacionales que beneficiaría las exportaciones de Argentina.
En síntesis, sin cambios positivos o correcciones a la vista, con un mantenimiento de la actual política por otro período, los productores se verían forzados al pragmatismo de hacer lo que “puedan”, con lo poco que asegura una cierta libertad de mercado, y no lo que “deben”, o lo que les “gusta” hacer, por lo menos, para la campaña 2011/2012 que se juega en estas próximas semanas.
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