"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 9 de septiembre de 2011

La responsabilidad social del ser humano

Carta de Lectores / Tribuna de Periodistas

DE LA INDEPENDECIA A LA CEGUERA


Si analizamos la naturaleza, veremos que los animales se manejan por un instinto ciego, programado, que cumplen rígida y obligadamente.
Cada animal cumple una función, y cuando su medio o hábitat se modifica, la especie desaparece o se modifica surgiendo otras adaptadas a los nuevos cambios.
Y así se va dando la evolución de las especies.

Todo esto hasta que en esa evolución aparecimos nosotros, los hombres, en los cuáles “casi” desaparece el instinto programado y nos manejamos con la conciencia y la razón, condiciones estas que nos permiten conocer, entender, repetir y modificar, para bien o para mal, “con cierta libertad” las leyes de la naturaleza (el famoso mito bíblico del “pecado original” de “pretender ser como Dios”)
Para bien, en cuanto que, al posibilitarnos una cierta libertad en nuestras conductas, han permitido al hombre sortear muchos obstáculos en su adaptación al medio ambiente, ampliando las condiciones naturales y culturales para lograr una mejor adaptación y así alcanzar una mayor prolongación de la existencia y en algunos aspectos, mayor calidad de vida.
Para mal, porque dichas condiciones superiores al instinto animal, nos han producido a su vez, soberbia, ceguera y omnipotencia en la capacidad precisamente de modificar las leyes naturales, al extremo de faltarles el respeto, enfrentarlas, cuestionarlas, violentarlas, modificarlas y hasta atacarlas en su esencia, que nos exponen muchas veces al peligro de una “venganza” sobre nuestra existencia en el planeta. Siendo muchos los ejemplos que pueden darse: contaminaciones, sequías, derrames de petróleo y gases tóxicos, temblores, incendios, desastres ecológicos, etc.

Pero, así como algunas especies animales desaparecen al modificarse las condiciones ambientales, la mencionada “relativamente libre” condición humana nos permite también producir modificaciones que nos posibilita readaptarnos a los cambios producidos en el ambiente.
Aunque muchos de esos cambios que nos autoproducimos, muchas veces nos asusten, nos sorprendan, porque no son todo lo positivo que necesitamos y quisiéramos, para seguir viviendo una existencia en paz, solidaridad, cooperación, que nos brinde una mayor y feliz calidad de vida, entre los cuales señalo: acentuado individualismo, alocado afán de poderío económico, insensibilidad, inseguridad, pérdida de valores, violencia, cambio de roles, y alteraciones en los comportamientos sexuales constitutivos de la identidad como la homosexualidad, violaciones, pedofilia, prostitución, alteraciones químicas del cuerpo, etc.etc.
Todo lo cual nos ha llevado a en-ajenarnos, es decir, a volvernos ajenos a nuestra naturaleza, extraños a nuestra vida interior emocional y vivir de solo ocuparnos de las cosas “externas” a nosotros.
Por eso, a donde apunto con estas reflexiones que llevo a los lectores, es que seamos concientes de que todos somos cómplices responsables, por acción u omisión, por activos o pasivos, de los cambios que producimos en el medio ambiente físico citado como “venganzas” de la naturaleza, y en el humano, tanto individuales como los citados, como también sociales: genocidios, guerras, dictaduras autoritarias, imperialismos, delincuencias, corrupción, etc.

Por lo tanto, está en nuestras posibilidades, tomar conciencia de ello y trabajar para recuperar la armonía natural evitando que se sigan sucediendo esos hechos cada día con consecuencias más trágicas, o resignarnos y aceptarlos pasivamente sin lamentos.

Si optamos por lo primero, debemos luchar entonces por imponer un orden social que nos involucre “a todos” en una participación comprometida y responsable, que no es otro que una organización democrática participativa contraria a los personalismos autoritarios y dictatoriales.


Raúl Cima
Psicólogo
raulcima@fibertel.com.ar



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