Por el Dr. Jorge B. Lobo Aragón (*)
El 8 de diciembre se conmemora la Inmaculada Concepción de la Virgen.
El miércoles 8 de diciembre de 1954 la fiesta adquiría un singular relieve, pues se cumplía un siglo de que el Santo Padre Pió IX definiera este Dogma católico, y Pió XII con una encíclica, “Florum Corona”, lo conmemoró.
Además, el papa cerraba el año Mariano que se había venido celebrando.
Fiesta en todo el mundo, Celebración, si, pero con especiales características en Buenos Aires.
El gobierno, que en 1946 surgiera como heredero de aquella revolución del 43 que devolvió la enseñanza religiosa a las escuelas del Estado, se había distanciado de la Iglesia, de sus jerarquías y de sus tradicionales enseñanzas.
Más, el Gobierno representante de abrumadoras mayorías populares, quiso demostrar que su pueblo se había apartado de la vieja religión, y organizó otra atracción para el mismo día.
Pascual Pérez acababa de conquistar el titulo mundial de los moscas en el Japón; a su regreso se lo demoró en Montevideo, y desde allí se lo trajo en un avión militar para que su arribo triunfal coincidiera con la hora de la procesión de la Virgen.
En el aeropuerto estuvo el presidente rodeado de las más altas autoridades y de todo el apoyo oficial experto en movilizar multitudes, pero tuvo un notable fracaso en cuanto a público asistente.
La gente se había ido a la procesión de la Virgen.
La procesión estaba prohibida.
Podía desarrollarse la ceremonia adentro de la catedral, pero nada más.
Pero la afluencia de fieles fue impresionante; se llenó el templo y muchos debieron quedar afuera, inundando el atrio, y las veredas, y las calzadas, y la plaza.
A la plaza de las clásicas concentraciones democráticas la colmaba una multitud de fieles, católicos devotos de Nuestra Señora.
Terminada la función, al desconcentrarse, las calles del centro porteño se vieron inundadas de una entusiasta feligresía católica en procesión.
Se dijo que esta concentración tenía un carácter político, y que además de los habituales concurrentes a los actos piadosos habían asistido militantes de los partidos opositores.
Seguramente algo de eso habría, aunque, siendo bautizados, no se puede negar el derecho de uno a llamarse católico.
Pero si, algo habría que hechos posteriores confirmaron: el pueblo de aquel entonces, puesto a optar por Dios y la patria o por las poderosas mayorías que ejercían el poder, jubilosa y valientemente se pronunciaba por Dios y por la patria.
No hace mucho tiempo, contemplamos como en 1954 que actos realizados por instituciones reconocidas como pertenecientes al campo han sido “prohibidas” al considerar el Gobierno que tiene un carácter político.
Más de 300.000 personas se pronunciaban seguramente por Dios, por la Patria y por el Campo.
(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo del Dr. Jorge B. Lobo Aragón por gentileza de su autor.
Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 1 mes
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