Corresponsal | El Universal.mx
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Las fuerzas del orden recorriendo la “city” porteña y una decisión adoptada el mismo fin de semana, dispone que cualquier persona física o moral que desee comprar dólares deberá tener la autorización del fisco, para contener la salida de divisas, y combatir el lavado de dinero, según el ministro de Economía, Amado Boudou, vicepresidente electo.
En lo que va del año, se fugaron 22 mil millones de dólares.
Sólo en octubre desaparecieron 3 mil 800 millones y cuando todos, empresarios y banqueros incluidos, esperaban una reclamada devaluación, ante el aumento constante de las tasas de interés para mejorar la competitividad de las exportaciones argentinas, Boudou se despachó con una medida que se asemeja a las adoptadas en la dictadura militar (1976-1983): controlar y perseguir a los que compran dólares.
Ya sean empresas o pequeños ahorradores, imposibilitados como están de sostener sus ahorros en pesos.
“No se explica la medida. Es una decisión de la que es casi imposible dar marcha atrás.
Ahora hay que rodearla de otras medidas.
El país desde el 2001 había apostado a la pesificación, después aplicó un mecanismo similar al chileno, el CER (Certificado de Estabilización de Referencia) para actualizar el nivel de inflación pero desde el 2005 se fue abandonando la pesificación y la gente volvió a refugiarse en el dólar.
Pero el gobierno, lejos de plasmar una política monetaria, adopta esto, que muy factiblemente lleve a un mercado paralelo de cambios”, explica el economista, Carlos Melconian.
De hecho, un incipiente mercado paralelo, ya opera desde antes de los comicios.
Ayer el dólar se cotizó 4.76 para la venta cuando en el oficial oscila en 4.24 pesos aunque prácticamente no hubo operaciones desde el lunes.
Además de la finalización de los subsidios a distintas actividades económicas, que ayer confirmaron los ministros de Planeamiento, Julio De Vido y Boudou, desde antes de las elecciones se esperaban medidas para atacar la inflación, el déficit fiscal y el mercado de cambios.
Pero el gobierno optó por una decisión que los argentinos sufrieron en los años 70 y en los 80.
El control de cambios.
“Hoy no hay operaciones. Hasta ayer lo tomábamos a 4.72 pero hasta que no hablen los ministros no se opera”, confió un operador del mercado oficial y paralelo.
Para el economista Nicolás Dujovne, el gobierno se había puesto nervioso ante el flujo de caída de las reservas monetarias, ya que “solo en lo que va de 2011 se perdieron 4 mil 400 millones”.
En los días previos a la medida, el banco central operaba en el mercado para mantener la cotización del dólar ofertando entre 160 millones y 230 millones de dólares cada día, pero el lunes, primer día del control, también volvió a colocar 130 millones.
En los últimos años, el gobierno había optado por un dólar barato, en una suerte de neoconvertibilidad, con cierta nostalgia de los tiempos de Carlos Menem (1989-1999). De este tipo de cambio y del creciente flujo de liquidez obedeció el crecimiento de la espiral del consumo. Desde Boudou hasta el último funcionario del gobierno, defienden la medida y aseguran que “en Argentina no habrá devaluación”, pero no aseguraron que no vaya ver una fuga masiva de ahorros hacia el dólar.
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