Escalada alimenticia, no armamentística.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24)
Si se quiere recuperar Malvinas, algo habrá que pensar para “el día después”.
La Argentina hoy, por hoy, no parece tener un business plan, un cronograma, unos objetivos, nada.
Nada de nada.
Ni para el territorio, ni para sus habitantes.
Lo único que se hace es aislarlos más y generar frustración.
El foco está en el escenario internacional, en el posicionamiento e incluso en la utilización del tema como una pantalla para no hacerse cargo (de un lado y del otro) de diversos problemas internos.
El tema ahora está en el norte (ONU), cada vez más lejos del sur.
Argentina se queda, sin duda muy legítimamente, anclada en su reclamo de soberanía en lo que pretende ser un eventual dialogo bilateral con el Reino Unido, el “pirata conquistador”, con exclusión de los Kelpers de la mesa de negociación.
En términos de filosofía del derecho, tiene razón.
Pero la realidad marca otra cosa y, se sabe, no hay peor necio que el que no quiere ver.
El tema de los Kelpers es fundamental y merece consideración, análisis y una solución que los contenga.
Porque tampoco se tenía un plan para Tierra del Fuego, pero ahí vino la idea de crear un espacio comercial propicio para el sector electrónico, y así las cosas hoy por hoy.
Quizás haya mucho de aprender del recupero de Hong Kong por parte de los chinos: comercio y paciencia. Porque si hay algo establecido en el mundo de las cosas, es que no se puede quitarle algo a alguien de prepo si este alguien quiere mantenerlo.
Y en ese sentido, cabe preguntarse por el interés de la Argentina no ya sólo por los casi 3.000 hombres y mujeres que habitan la isla, sino de los 27 argentinos que viven en Port Stanley y su potencial regreso al continente.
¿Vivirán felices allí esos 27 argentinos?
Si es así, menuda publicidad negativa deben hacer que no quieren regresar o el continente no los llama.
Si por el contario no viven felices ¿no debería el Gobierno tratar de seducirlos de alguna manera? ¿Implicarlos? ¿Tenerlos en cuenta?
Pero la Argentina piensa que no debe considerarlos.
Después de todo, serán súbditos nuestros o foráneos, pero no tomarán decisiones soberanas.
Mientras, Londres dice que discutirá soberanía cuando se respete el derecho de autodeterminación de los kelpers.
Nadie quiere adelantar el carro al caballo, pero se podría ir pensando un poco lo que viene después.
En ese sentido es interesante revisar la actual estrategia de la Argentina frente a los que efectivamente se despiertan cada mañana en las Islas.
Lamentablemente la conciencia social relaciona la idea de la seducción de los kelpers con los ositos de peluche de Guido Di Tella. Pareciera que laúnica alternativa es alienarlos.
Sin duda la presencia del príncipe Guillermo al servicio de las fuerzas armadas de su país en las Islas Malvinas/Falklands ha aumentado las tensiones entre el Reino Unido y Argentina en las últimas semanas. Pero para los isleños, las nuevas restricciones al comercio son la preocupación más acuciante.
Nos lo cuenta Allan Little de la BBC
"¿Ha sido golpeado, señor?"
Se le preguntó al periodista al entrar en la Casa de Gobierno de Puerto Argentino.
“¿Se ha visto afectado por la escasez de huevos?"
Y efectivamente, casi sin darse cuenta, la falta de huevos lo había afectado.
El salón de la Casa de Gobierno es un esplendido espacio victoriano desde donde miran desde sus retratos todos los monarcas británicos que han reinado desde que las islas son británicas.
La Reina Victoria, Eduardo VII y su reina danesa, Alexandra. Jorge V y la reina María. Incluso, sorprendentemente, Eduardo VIII, luego Jorge VI y de Su Majestad, la Reina Isabel II.
En la repisa de la chimenea se encuentra una pitillera de plata presentada, en 1933, al entonces gobernador de las islas para conmemorar el 100 aniversario de la soberanía británica.
Donde quiera que se vaya, surge la identidad británica.
Los habitantes de las islas no son recién llegados.
"Yo soy la séptima generación", comenta un criador de ovejas.
"Mis nietos son ya la novena generación de Malvinas".
No muchos argentinos pueden decir cosas similares.
Little, en ese momento, se dio cuenta de que sí, efectivamente, le había afectado la escasez de huevos en las islas.
Había pedido 2 huevos cocidos para el desayuno y fue uno de esos momentos en que se sintió un extraño desconocedor y hasta irrespetuoso de las costumbres locales, causando molestias a sus anfitriones.
"¿2 huevos, señor?" le dijo la camarera.
"Me temo que no será posible. Hoy por hoy, es un huevo por persona”.
Las 2.500 personas que viven en las islas son de las más aisladas del mundo (no por vivir en una isla se está aislado, piensen en Manhattan por ejemplo) y están en camino a serlo aún más.
La editora del periódico local, caprichosamente llamado Penguin News, escribió en su editorial de esta semana que periodistas extranjeros le pidieron una y otra vez que comente sobre el entusiasmo local por la visita del Príncipe Guillermo, en gira de 6 semanas como piloto de helicóptero.
Pero ella optó por describir una llamada que había recibido de un amigo que estaba rebosante de alegría, no por el príncipe Guillermo -y todo lo que su estancia simbolizada en relación al vínculo entre las islas y Gran Bretaña-, sino porque se las había arreglado para hacer crecer un pimiento y un pepino.
Al igual que los huevos, cada vez es más difícil conseguir verduras frescas.
Las islas no son mucho más grandes que Gales y su superficie es inflexiblemente rocosa.
El periódico local dice que el gran problema es la comida, no el príncipe Guillermo
Se puede conducir por kilómetros y kilómetros a través de páramos amarillos y grises.
No hay árboles por lo que el viento que viene del frío Atlántico no permite que nada tenga la oportunidad de florecer.
Basta con un ejemplo: hay una granja de 19.000 hectáreas para mantener 2500 ovejas.
En otras palabras, cada oveja necesita unas 7 hectáreas individuales para pasar el año.
Así de amarreta es la tierra de esos pagos.
Aún así, los kelpers se las ingenian para que funcione.
Pero no se pueden conseguir huevos o verduras.
América del Sur alguna vez comercializo alegremente con los isleños, suministrándole lo que sus necesidades podían requerir.
Pero Buenos Aires ha estado trabajando duro para aislarlos aún más.
Recientemente, Argentina persuadió a otros países de América del Sur para que impidan el acceso a sus puertos de buques con la insignia de Malvinas.
Los buques que se acercan al Cabo de Hornos en dirección a las Islas Malvinas/Falklands son habitualmente parados, revisados y retrasados, tanto es así que los buques mercantes han, en gran medida, renunciado a esos viajes.
Argentina también ha restringido el tráfico aéreo.
Hay un vuelo semanal desde Chile.
Argentina no permite que mas vuelos que este pase a través de su espacio aéreo.
Si bien no se concretó aún, sigue potencialmente pendiente el cierre de ese único enlace aéreo con el continente.
Eso si, los isleños de Malvinas/Falklands, mantienen la calma y siguen adelante.
Pero claro, cada vez, nos odian más.
También aquella sociedad aparece sorprendentemente igualitaria, sin impresionarse por el estatus o rango de quienes están entre ellos.
Preguntados por la visita del príncipe Guillermo, se muestran felices de que él está allí, pero aclaran que está para hacer su trabajo, al igual que otros tantos soldados jóvenes cuyos nombres se desconocen.
Sin duda la combinación de las historias del Príncipe Guillermo y la escasez de productos frescos en lo que la editora del Penguin News consideró más afín a las necesidades, intereses, vida y bienestar de los isleños.
"Si yo tuviese la oportunidad de obtener una entrevista con el apuesto joven real", escribió, "mi primera pregunta sería
¿trajo usted bananas?".
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