Las fuerzas morales convergen al sentimiento del deber
La personalidad sólo es coherente y definida en quien llega a formularse deberes inflexibles,
que impliquen un pacto rectilíneo con los mandatos de la dignidad.
Sin ser ley escrita, el sentimiento del deber es superior a los mandamientos reveladores y a los
códigos legales:
Impone el bien y execra el mal, ordena y prohíbe.
Refleja en la conciencia moral del individuo la conciencia moral de la sociedad...
En su nombre juzga las acciones, las conmina o las veta.
"Nada hay que iguale el valor del tiempo.
El dinero mismo no puede comparársele, porque éste va y vuelve y aquél no.
En una vida, se pueden rehacer diez fortunas, pero con diez fortunas no se puede recomenzar una vida..."
[José Ingenieros - 1877/1925]
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