"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Hacer reír a la imagen


DA VINCI. Uno de los antecedentes estudiados por Grose
Dos historiadores del arte analizan a partir de “Principios de la caricatura”, un clásico reeditado, por qué algo causa gracia en un tiempo y no en otro.

Por Mercedes Pérez Bergliaffa

Cuándo nace esta cuestión de hacer reír a la imagen, la cuestión de una imagen risible?”, se pregunta el historiador José Emilio Burucúa.
Y aunque hace años que viene buscando una respuesta, es aquí y ahora, a través de la traducción de Principios de la caricatura –el texto escrito por el anticuario, dibujante y lexicógrafo Francis Grose en 1788– y del estudio introductorio a esta obra publicada recientemente por Katz, que Burucúa, junto con otro historiador, Nicolás Kwiatkowski, esboza más respuestas posibles.

 “La caricatura es un campo nuevo para la historiografía del arte”, comenta Burucúa, “y se está acometiendo de una nueva manera.
Se está intentando ver por qué una imagen hace reír en determinado momento y no en otro.
Nosotros –Kwiatkoswski y yo- ya teníamos trabajos hechos sobre la risa visual, el chiste visual, y ése nos pareció que fue un poco el horizonte desde donde movernos, para realizar el ensayo introductorio a la obra. En relación a esta cuestión de hacer reír a la imagen, si bien en la literatura eso está muy claro (ocurre con la comedia), en la pintura es un poco más problemática, por el tema de sus géneros, de saber cuándo tienen esa intención.”

Y aunque los historiadores hacen mención en su trabajo a la antigüedad (“Las sátiras visuales, las figuras y las escenas grotescas son tan viejas como el dibujo mismo, y las encontramos en ostrake, vasijas u otros objetos de cerámica, hueso, piedra o metal fundido del Egipto faraónico, la China preimperial y la civilización moche hasta el imperio romano tardío”, escriben en el ensayo), sin embargo, su punto de partida es el problema de la pintura cómica en el horizonte europeo desde los tiempos del Renacimiento en adelante. Es entonces, cuando los historiadores profundizan en estos siglos, que hacen aparecer todo un despliegue de artistas y humanistas autores de textos acerca del tema, o que, al menos, lo rozaron; como León Battista Alberti, Gian Paolo Lomazzo –teórico lombardo de fines del s. XVI que fue dibujante y pintor–, el cardenal Gabriele Paleotti, y Leonardo Da Vinci, entre otros.
Pero hay en el ensayo algunos puntos ricos, que amplían fechas y fronteras y que se ubican, prácticamente, en el límite de una zona casi antropológica.
Como cuando los historiadores tratan el tema de lo monstruoso que hacía despuntar lo cómico durante el Renacimiento; o el de la relación entre los temas sexuales y la pintura de alimentos.
También el punto de la búsqueda de los orígenes de algunos grupos cómicos, como por ejemplo, aquél dibujado por Da Vinci, el grupo de los cuatro viejos que se ríen y burlan de un quinto, vestido como un César.
Ese, postulan los historiadores, podría haber sido el origen de otro grupo cómico pintado luego varias veces: las “Cuatro personas alrededor de un gato”.
Y aquí aparece un tema para nada menor: el de los animales con actitudes humanas.

“Sabemos que esto era cómico”, explica Burucúa, “ya que el gato era una forma de hablar metafóricamente de la condición humana.
El animal que proyecta  gestos y actitudes humanos; eso causa gracia siempre: el animal antropomorfizado. Este fue el origen de la fábula.
Es verse a uno mismo de una forma muy simple, y poder conocerse mejor, y hasta reírse de uno mismo.”

-¿Cuáles eran los animales más utilizados durante esa época en las imágenes cómicas?
-En los S. XVI y XVII, eran los gatos y los ratones, y muchas veces tenían una lectura política. Los débiles se identificaban con los ratones. Pero algunas veces los artistas hacían aparecer a los ratones venciendo a los gatos.

-¿Esto persiste en el s. XX con “Tom y Jerry”, por ejemplo?
-Sí, pero es muy viejo. Y es aún de más atrás: viene de la fábula antigua.
Es, también, todo lo que hace Spiegelman en “Maus.
Relato de un superviviente”, una historieta creada a principios de los 80, acerca de la sobrevivencia de sus padres judíos durante el Holocausto.
¿Por qué nos bancamos eso?
Porque hasta cierto punto,  podemos resistir mejor a la devastación psicológica de ese relato, si lo protagonizan animales.
Resulta más abordable.
No nos abruma la Historia.
De lo contrario, sí, nos mata.
En cambio, transformados los protagonistas en animales…
De ahí el éxito de esa fauna.
“Maus” es una historieta extraordinaria, que tiene maneras risueñas de contarnos algo desesperante.

Acerca de lo monstruoso, comenta Kwiatkowski:
“Hoy somos bastante precavidos a la hora de burlarnos de deformidades físicas evidentes, pero en el pasado la cosa era distinta.
Al menos hasta el siglo XVII, parece haber habido pocos límites a la risa monstruosa.
Es seguro, por ejemplo, que la religión no era una de esas fronteras, porque existen imágenes satíricas que, en el marco de la Reforma y durante todo el siglo XVI, buscaron la demonización monstruosa: son muy conocidas, por ejemplo, dos xilografías del taller de Cranach, de 1523: el Papa-Asno y el Monje-Becerro”.

“Pasa que la compasión, la piedad por el monstruo, es una cosa muy moderna”, agrega Burucúa.
“Con la Modernidad empezamos a tener en cuenta el sufrimiento ajeno, que tiene que ver con un nuevo concepto del amor humano.
Y de la igualdad: no puedo despreciar a otro ser humano porque somos iguales, jurídica y antropológicamente.
En una sociedad de iguales, si tu risa manifiesta un sentimiento de superioridad, no es legítimo, es una vileza. No es una risa que reconforta, es crueldad. 
Sos vil en tanto sos cruel.
Y este pasaje, que se ve en la relación de lo monstruoso y lo cómico, esto de la compasión y de no reírse más del ‘monstruo’, es una cosa muy burguesa, tiene que ver con una sociedad de iguales.

"Y tiene que ver con que existe otro tipo de amor...”

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