"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 29 de octubre de 2012

Epagoge o apagogia


En filosofía se consideran dos modos de razonamiento, la deducción o inferencia desde las causas hacia los efectos, desde lo universal a lo particular y la inducción o recorrer el camino desde lo particular a lo universal.
Pero Charles Peirce aportó un tercer método, que sería el primer modo, que llamó abducción o reproducción, relacionado con la génesis de hipótesis, en el razonamiento científico o en el pensamiento ordinario. 
Es el proceso de razonamiento por el cual se engendran nuevas ideas, las hipótesis explicativas y las teorías científicas.
Peirce alude a un pasaje de Aristóteles que describe un tipo de razonamiento que llama epagoge, como inducción o comprobación distinto del razonamiento necesario que llama apodeixis, deducción o demostración apodíctica.
Platón ya habia usado los verbos traducidos como inducir o conducir para formar el sustantivo epagoge, traducido como inductio, inducción
Lo emplea en un sentido psicológico y pedagógico, aunque tenga implicancias gnoseológicas y metafísicas.
Se trata de inducir a alguien a adquirir un conocimiento, conducirlo a la adquisición del conocimiento de lo todavía ignorado.
También refiere Platón el hecho de aducir un testimonio en apoyo de un decir, aunque considera que el alma puede elevarse desde la consideración de las cosas sensibles hasta la contemplación de lo que hay de más excelente en la realidad, es decir los principios.
También uso el término para indicar la desviación de un razonamiento.
Se ha entendido la apagogia como el razonamiento que sirve para probar la verdad de una proposición demostrando lo absurdo de la contraria.
Etimológicamente significa llevar algo fuera de un lugar, de apartar algo.
Me voy a permitir hacer una inferencia de estos principios y ubicarlos en la realidad actual de nuestro mundo, y considerar como sin quererlo, o sin saberlo o ni siquiera sospecharlo, muchas de las cuestiones que se ventilan y se resuelven entre nosotros, tienen este formato y este modelo.
En muchas circunstancias se pretende probar la veracidad de una ideología o de un sistema, por lo absurdo de lo contrario, por supuesto con los parámetros de quien hace la comprobación y dentro de sus modos de razonar.
Entonces la verdad surge, no como el aserto o la comprobación de que es cierto, sino como contrapartida porque lo opuesto es absurdo.
¿Será esa la verdad?
Otra de las circunstancias muy comunes en nuestros razonamientos y comprobaciones es aquello que señalaba Platón, llevar algo fuera de lugar, apartarlo y pretender probarlo desde allí, induciendo a un conocimiento de lo no conocido, como se realiza pedagógicamente con el niño.
Entonces la verdad deja de ser objetiva, porque la comprobación queda en manos de quien maneja el sistema y determina los modos, la forma y las premisas a emplear, las que han sido sacadas de su lugar común y apartadas hacia un lugar elegido por el que domina, para que dé el objeto deseado y el conocimiento que se pretende inculcar, sea cual sea, ya verdad, ya ficción, ya probabilidad.
El hombre busca la verdad, pero en todos los rincones del planeta vemos como la verdad se distorsiona, no sólo por los recursos del poder y del dinero, sino también por los recursos de la mente, por los razonamientos equívocos, por los sistemas inadecuados, por las causas incorrectas puestas como base de las consideraciones que darán lugar a la interpretación que quiere la ideología o quien domina.
La epagoge funciona, doy el conocimiento que quiero a quien no lo tiene, y me aseguro su fidelidad, aparto el objeto, lo saco de lugar y lo coloco donde me conviene, demuestro fehacientemente que lo opuesto a mi idea es falso y por lo tanto aseguro que lo que sostengo es verdadero.
Embato contra lo que no quiero, hago causa contra el enemigo y ergo lo amigable es verdad.
No interesa si lo pruebo, si es acertado mi discernimiento o si hay razón o fundamento en ello.
Induzco y todo lo que induzco es verdad, y lo contrario es mentira, perversión e inquina.
Domino la mente hasta el punto de hacer coincidir sus razonamientos con los míos.
Pero ¿es verdad? ¿es bueno? ¿ es útil?

Elías D. Galati

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