Sin fronteras y bajo el estímulo de las nuevas tecnologías, llega el día en el cual, se consolida la génesis de la dignidad.
Se impone, en la Argentina de Hamlet, el 8N.
El 8N de los individuos que han creado implícitos lazos de solidaridad en un colectivo que, a pesar de haber sido ninguneado por la negación compulsiva de un Gobierno enarbolado en la sensación de todo aquello que no le es funcional u obsecuente, siguió adelante.
Sin simulacros se imponía la necesidad de programar una nueva fecha posterior al 13S.
Surgía, en el ahogo que encontraba respiro, la idea de un nuevo encuentro que fue tomando forma.
Hasta consolidarse, con desmesura, mediante el activismo de las redes sociales de la ultra modernidad: Twitter y Facebook.
Otra fecha. Otro momento.
Otro espacio en el cual, la masa que para el Gobierno padece de alusiones de Inseguridad, Corrupción, Impunidad, Desigualdad, Arbitrariedad, Autarquismo y velo de Igualdad e Inclusión, pudiera volver a expresarse.
Expresarse sin la mediocridad del ocultamiento.
Sin la banalización de los hechos.
Expresar más allá de las ideologías. De los partidos. De las apatías y empatías.
Expresar, que los datos de la realidad, conmueven por trágicos.
No por imaginarios.
Conmueven por la crudeza de una cosecha de cadáveres que son vueltos a matar con esa Justicia deficitaria. Tan absorbida y deteriorada por la Injusticia acomodaticia.
8N de la dignidad
Una fecha. El 8N. Para que la sociedad se reúna nuevamente.
Con pesares individuales y comunes que hacen a la dinámica de un país Agotado.
Agobiado. Expuesto.
Individuos, tal vez, con diferentes puntos de vista. Con matices.
Pero con esa necesidad de respirar dignidad.
De rescatar esos valores menoscabados.
De atender a la importancia de la educación y la familia como Instituciones que no pueden estar sujetas a la grosería de la ignorancia armada para captar infames voluntades que van detrás de lo fácil.
De lo que en realidad, con el tiempo, es sólo un paliativo.
Un espejito mal fabricado.
Un plan o un vaciamiento de aulas por burda confrontación.
El 8N vislumbra un manantial de Esperanza.
Es manantial de expectativas y certezas.
Expectativas de cambios. Certezas de unión.
El 8N marcará, independientemente de las lecturas de la difamación del encuentro, el inicio de un cambio de paradigma.
Porque a diferencia de otras protestas, la del 8N, con su antesala en el 13S, tiene que ver con salvaguardar el bienestar general. El bien común.
El derecho a la vida que lo tenemos rifado en manos de ese Crimen Organizado local (Narco Maras).
O el que dicen que no se ha importado.
Se parte, en la motivación primaria, de la necesidad de Vivir sin miedos.
Sin la pelea odiosa o el demencial monólogo del reto.
El 8N moviliza al mundo en sus epicentros argentinos que quieren terminar con el desquicio ante la soberbia. Abolir el odio desde todos los lugares.
En todas las esferas.
Ese Odio que, a partir de la degeneración del relato, es utilizado para sembrar el miedo.
Sin embargo, el 8N no hay miedo.
Hay, Valores por rescatar.
Hay hambre de Verdad.
Hay una búsqueda de país.
País en el que la Anomia, no sea la protectora de todos aquellos hechos que lo único que profundizan, es la descomposición del tejido social expuesto a una patología que parte desde arriba y busca expandirse.
Por eso, El #8N, es un límite al atropello.
Que se proyecta, en la intensidad del después, en la forma de pensar la construcción del poder.
Es decir, que dicha construcción no se convierta en una enfermedad personal que cierre las puertas al capital cultural de un país que necesita establecer lazos simbólicos pero también, lazos reales para estimular el desarrollo.
Voraz 8N: La energía de la dignidad
Este nuevo encuentro social, de protesta genuina, sin simulacros de molestias, dará la vuelta al mundo. Recorrerá América.
Desde puntos claves de Estados Unidos, pasando por México, Panamá, Paraguay y más.
Se movilizará en Europa y en todos los puntos incalculables a los que llegan, con voracidad, las redes.
Que se auto convocan.
Y con el correr de las horas, con el frenesí de la diferencia horaria, en Argentina, recibiremos la Energía de la Dignidad.
De este 8N que estalla colosal.
Final sin Cepo
El 8N es el producto de una Sociedad que no quiere un cepo a su dignidad. Que no quiere venta de utopías sino generación de proyectos que nos amparen socialmente.
Una Sociedad que aspira, a que las trabas, las tengan los delincuentes.
El 8N no tiene Cepo.
Y es la consecuencia de la tergiversación obscena que desembocó en hartazgo.
Y las tecnologías, ayudaron a la concreción de este proceso social que ya no está anclado en el pasado de la lucha de clases sino en la construcción de una estructura crítica de alteridad como fuente de crecimiento.
Que reúne experiencias y une voluntades.
Que comprende, que el silencio de arriba ante el 8N de protesta digna, no es más que un acto de debilidad de un sistema sostenido en su propio simulacro de superioridad.
Laura Etcharren
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