La tendencia actual en la adopción de cánones de belleza tan irracionales como insanos, no es casual y habla por sí misma de la distorsión y crisis de valores que atraviesa al siglo XXI
Los parámetros que rigen a las sociedades en cada una de sus épocas hablan de una tendencia, de una elección colectiva que prioriza determinados valores por sobre otros.
La cultura que define un determinado contexto histórico se encuentra en un permanente intercambio y fluir sobre los hábitos y conductas que reciben una mayor valoración social.
Variables políticas, económicas y sociales influyen directamente en las formas de pensar, hacer y sentir de una sociedad, que es producto de su momento histórico.
Lejos de una absoluta independencia en nuestro accionar, nuestra identidad se conforma en gran parte a partir del contexto que nos atraviesa.
Pero, la preponderancia de ciertos valores que definen a cada época no es un inevitable o un callejón sin salida.
Más bien todo lo contrario, a través de la educación, la información y el discernimiento cada individuo puede expresarse y vivir acorde a sus propias creencias y estándares.
Saber diferenciarse de aquellas pautas sobre valoradas y que afectan claramente la salud física y mental de nuestro tiempo más que un problema, es un beneficio.
Un parámetro que rige desde mediados de la década del ´90 y se ha visto acrecentado a través de los años es la exaltación de la "belleza" como garantía de éxito.
La apariencia física es percibida socialmente como un pasaporte que asegura la juventud eterna, una mayor aceptación social, mejores condiciones laborales, una carrera profesional redituable y más éxito en el amor.
Diversas investigaciones científicas han comprobado que hombres y mujeres perciben que la única forma de lograr la mayoría de las metas planteadas a nivel social, relacional, cultural y laboral se logran a partir de los actuales cánones de belleza.
La realidad, demuestra lo contrario
Si bien es cierto que la belleza puede ser funcional a la obtención de ciertos logros, siempre lo es a corto plazo.
La apariencia física posee un carácter instantáneo y la inteligencia, el esfuerzo, la capacidad de trabajo y la dedicación hacia el prójimo en todos sus ámbitos, son los valores que prosperan a largo plazo tanto en los ámbitos laborales o económicos como personales.
Argentina es uno de los países más afectados por la distorsión actual en los cánones de belleza, especialmente en la obsesión por las cirugías estéticas y la delgadez extrema.
Estos datos fueron confirmados por la consultora Dra. Alessio Irol que realizó una encuesta y reveló que 7 de cada 10 mujeres argentinas se sienten insatisfechas con la imagen que les devuelve el espejo.
Además, su inconformismo tiene consecuencias que impactan de forma directa en su cuerpo:
Más de la mitad de las encuestadas se hizo una cirugía o planea hacerlo.
A este estudio se suma otra variable que define a las argentinas y su obsesión extrema por un cuerpo irreal y que comporta un grave perjuicio para la salud física y mental.
Argentina lidera el segundo puesto a nivel mundial en el índice de anorexia.
La tendencia actual en la adopción de cánones de belleza tan irracionales como insanos, no es casual y habla por sí misma de la distorsión y crisis de valores que atraviesa al siglo XXI.
Diversas patologías que implican la constante auto agresión contra el cuerpo y la mente, sin dudas signan nuestra época.
En la última década se han incrementado los índices vinculados a las adicciones a las drogas, alcohol, tabaco o psicofármacos y se duplicaron los casos de personas que padecen trastornos alimentarios como anorexia, bulimia y obesidad.
Es decir, producirse un daño a sí mismo a través de distintas patologías vinculadas a la salud mental es un signo de la época.
La auto exigencia, el vacío emocional, la soledad y la presión por ser y parecer un ser humano funcional de una sociedad establecería como normas de éxito ciertos parámetros vinculados con la imagen y el individualismo, son algunas de las causas que responden al aumento de las adicciones y trastornos psicológicos propios de los últimos diez años.
Tomar conciencia acerca de la importancia de cuidar el cuerpo y la mente por sobre una clara distorsión de los valores reinantes es fundamental no sólo para preservarse sino para encontrar el verdadero espíritu del éxito a nivel personal, profesional, laboral, familiar y social.
La realidad indica que las personas exitosas son aquellas que trabajan a favor de su talento, vocación, persiguen metas y objetivos a través del trabajo y dedican su tiempo a ayudar al prójimo.
No se auto agreden, no agreden y creen que el único parámetro para cuidar el cuerpo y la mente es la salud.
Eugenia Plano
Radio Nova Internacional
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