Por Gabriela Pousa (*)
Si no fuera por los almanaques costaría creer que el 2013 comenzó hace apenas una semana, y no unos cuantos meses…
Lo cierto es que en menos de 10 días se pusieron todas las cartas sobre la mesa, dejaron al descubierto la estrategia de juego ofreciendo una radiografía exacta de la política que viene.
El desgaste de tamaña puesta en escena sin embargo, aventura un año donde es factible que se supere todo aquello que viene generando asombro y estupor desde el desembarco kirchnerista en Balcarce 50.
Hasta ahora hubo cierta dosificación en la implementación y metodología.
A etapas de alto voltaje, siguieron algunas treguas que facilitaron la supervivencia.
El 2013 trae, como ya se prevé, una sobredosis de kirchnerismo.
¿Cómo resistirlo?
La pregunta no es sólo para quienes lo padecen sino también para quienes lo ejercen:
víctimas de sí mismos.
Está claro que hasta ahora no hubo una forma efectiva capaz de encauzar una democracia desvencijada hacia su faz representativa.
La sociedad soportó todo tipo de afrentas, casi como un niño acepta la penitencia paterna.
Pero la niñez se nos ha ido, y su espacio debe ser ocupado por las responsabilidades intrínsecas de quien se supone ha madurado.
Es justo reconocerle al gobierno una excepción a lo que parece ser una regla:
Una vez no ha mentido.
Afirmaron con vehemencia que iban por todo, y en ese trance se encuentran, aunque en el trayecto se pierdan ellos mismos.
Resulta extraño y peligroso que los pasos que van dando hacia el fin, justificando los medios (o destruyéndolos), generen asombro y desconcierto en tantos argentinos.
Evidentemente, la experiencia como ciudadanía no ha sido suficientemente prolífica.
Sigue latente el gen de la hipocresía en muchos de nosotros, mientras que en otros se manifiesta con ahínco el de la inocencia perpetua.
¿Cómo se explica sino la indignación repentina de un actor, cuando se nos viene mostrando durante años, sin disimulo, de qué manera llenó sus arcas la Presidente?
Si encima se esperaba una respuesta coherente y acorde a la duda, más que juzgar a la jefe de Estado, la situación juzga un amenazante letargo ciudadano.
Podrá argumentarse a favor de la comunidad, las manifestaciones masivas del 13 de septiembre y 20 de noviembre últimos.
Pero así como la democracia no es un domingo cada 4 años, ser ciudadano excede a un par de expresiones fruto del hartazgo.
Por otra parte, si a miles de argentinos poblando las calles de las principales ciudades, no se les dio respuesta, y hasta se redoblaron energías en reiterar lo cuestionado,
¿por qué se le respondería con lógica a un personaje del espectáculo?
En ese hábitat Cristina tiene su séquito, y confía en sumar adeptos subsidiando producciones, obras, actos.
En este contexto, la carta de la mandataria a Ricardo Darín debería “tranquilizarnos”:
Cambió el año pero no la jefe de Estado.
Ya sabemos pues a qué o a quién nos enfrentamos.
Vale entonces atender la complejidad de un asunto que ya sabemos delicado.
Crear repentinos héroes de barro, y situarlos en pedestales que se vacían rápido termina siendo una conducta funcional al poder oficial.
“La gente se distrae con cualquier polémica de pacotilla”, razonan sin demasiado margen de error, en el entorno de la Presidente.
En ese sentido, bien podría tenerse presente lo acontecido con el futbolista Juan Román Riquelme. La gente rápida para caer en la euforia y el fanatismo, deposita sus expectativas fuera de sí misma. Lo que siguió fue la crónica de un fracaso anunciado...
Y la decepción, la consecuencia.
La actitud del jugador fue siempre negativa.
Circunstancias similares se vivieron con otros tantos “líderes” instantáneos.
Así, en su momento, Alfredo De Angeli salvaría al campo,
el senador jujeño Guillermo Jenefes evitaría la Ley de Medios;
el juez electoral bonaerense, Manuel Blanco impediría las candidaturas testimoniales,
el Obispo Piña acabaría con las reelecciones sucesivas, etc.
La lista es interminable.
En todos los casos citados, nuestros predestinados terminaron vencidos por diferentes artilugios (legítimos o no) que el kirchnerismo sacó de la galera.
La reacción frente a ello no pasó de la indignación casera.
Al gobierno se le ha dejado avanzar demasiado con métodos, la mayoría de ellos, poco claros y controvertidos.
De ese modo, Cristina Kirchner se ha convertido en una suerte de Correcaminos, y el pueblo es el pobre Coyote.
Hay que asumir que un gobierno hace aquello que la gente le deja hacer.
Repartamos culpas pues.
Haciéndolo será más sencillo descubrir donde está la negligencia social.
Permanecer demudados frente al atropello de Hebe de Bonafini no suma ni coopera en demasía. Posiblemente sea más efectivo ignorarla – a sabiendas ya de quién se trata -, que seguirle el juego porque el único logro, en ese caso, lo obtiene el gobierno:
La gente se distrae...
Ellos ganan tiempo.
El problema coyuntural de la Argentina es uno sólo y se llama Cristina.
El resto son bufones a sus órdenes.
Si el Ministro de Justicia, Julio Alak festeja el final de año con un asado en el predio de la Esma, es porque esta autorizado.
Y entendiendo mínimamente el funcionamiento conductivo de la Presidente, era obvio que frente al reclamo social, lo respaldase y fuera por más.
La mandataria argentina no da marcha atrás por una razón muy simple: camina hacia allá. Pruebas al cántaro, hizo retroceder al país a las antinomias setentistas,
canjeó futuro por pasado.
Esperar una rectificación del rumbo, aun siendo año electoral, es cegarse frente a la evidencia empírica de su necedad.
Ahora bien, el gobierno falla pero la sociedad no se queda atrás.
Un hecho vendido como “dato de color” del verano argentino, encierra sin embargo, un síntoma de gravedad.
El odontólogo Barreda, conocido por el asesinato de su esposa, suegra e hijas, descansa en la localidad cordobesa de Salsipuedes.
Descansa, en realidad es apenas una intención, pues a diario es acosado por turistas locales quienes no sólo le piden autógrafos sino también solicitan fotografiarse junto a él.
Provoca risa cuando debiera provocar lágrima.
Algo pasa en la ciudadanía, y es de allí de donde surgen los dirigentes...
Ejemplo: Cristina
Una actitud acorde a los deseos de cambio de la gente debiera empezar por cada uno.
Se rumorea que el próximo 9 de enero saldrán micros “gratuitos” hacia Mar del Plata para mostrar gran concurrencia al circo montado desde la Casa Rosada, con motivo del regreso de la Fragata Libertad.
A esta altura de la historia, un país puede modificarse sin caer en grandes revoluciones.
Si quienes reciben la oferta de “visitar” la ciudad feliz de esa manera, se negaran a ir, la Argentina no solucionaría su sinfín de problemas pero la dignidad habría dado un gran paso para empezar el largo proceso de cambio.
La pregunta que no quisiera responder apunta a desentrañar, qué podrá más:
Pasar un día frente al mar, o tomar conciencia del rol ciudadano…
Decía Alexis de Tocqueville que si cada persona, se comporta como si fuese un extraño al destino de todos los demás, es inútil lograr siquiera sentido de sociedad.
(*) Lic. GABRIELA R. POUSA - Licenciada en Comunicación Social (Universidad del Salvador), Master en Economía y Ciencia Política (Eseade), es autora del libro “La Opinión Pública: un Nuevo factor de Poder”. Se desempeña como analista de coyuntura independiente, no pertenece a ningún partido ni milita en movimiento político alguno. Crónica y Análisis publica esta nota por gentileza de su autora y de "Perspectivas Políticas". Queda prohibida su reproducción sin mención de la fuente.
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