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Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 10 de marzo de 2013

El chavismo cristinista se prepara para las urnas (2)



La necesidad que tiene el Gobierno argentino de energía financiada que vende Venezuela, producto de la relación cercana y personal entre Hugo Chávez y Néstor Kirchner, que luego cultivó y acrecentó Cristina Fernández, es una cuestión central. 
En ese sentido, no sorprendió que fuera el ministro de Planificación, Julio De Vido, la 2da. mayor autoridad entre los funcionarios públicos que volaron a Venezuela y que, de inmediato, se sumergiera en una serie de autoridades locales para analizar el tema energético y la continuidad de los acuerdos y de las negociaciones pendientes entre los dos países.

por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). Las incoherencias de las relaciones exteriores argentinas quedaron nuevamente al descubierto luego del extraño comportamiento que tuvo Cristina Fernández ante la muerte de Hugo Chávez, saliendo a las apuradas hacia Caracas, para ser la primer Presidente de la región en llegar a Venezuela y, luego, el escape urgente adelantando el regreso a Buenos Aires. ¿Qué pasó entre las dos decisiones? ¿Qué impulsó ambos comportamientos tan peculiares de la máxima representación argentina?
 
Tres fueron los rumores que rodearon la celeridad en la salida hacia Venezuela de la nutrida comitiva argentina: 
 
1. La necesidad que tenía la Revolución Bolivariana de tener apoyo internacional en la transición (por eso Evo Morales también aceleró el paso hacia Caracas, no así Dilma Rousseff o Rafael Correa que resolvieron esperar para estar en la despedida final del ex Presidente de Venezuela). 
 
La tesis de algunos analistas de la Casa Rosada es que cualquier debilidad que tenga el populismo venezolano o que divida a la burocracia que forma parte del Partido Socialista Unido de Venezuela impactará en forma directa en el resto de los países de la región, abriendo una brecha peligrosa de inestabilidad para Cristina Fernández en medio de una economía que cruje y una interna política que se calienta.
 
2. La relación cercana entre la Presidente de la Nación y el fallecido, explicación que fue sostenida por los tuits que emitió Cristina Fernández desde su cuenta, quién señaló que viajó a despedir a un amigo y no a un Presidente, volviendo a confundir los roles personal e institucional que tiene la Mandataria argentina.
 
3. La necesidad que tiene el Gobierno argentino de energía financiada que nos vende Venezuela, fruto de la relación cercana y personal entre Hugo Chávez y Néstor Kirchner, que luego cultivó y acrecentó Cristina Fernández.
 
En ese sentido, no sorprendió que fuera el ministro de Planificación, Julio De Vido, la 2da. mayor autoridad entre los funcionarios públicos que volaron a Venezuela y que, de inmediato, se abocara a una serie de autoridades locales para analizar el tema energético y la continuidad de los acuerdos y de las negociaciones pendientes entre los dos países.
 
Tampoco fue casual que la Casa Rosada ordenara a Aerolíneas Argentina charters a Caracas con funcionarios, legisladores y líderes de colectivos sociales y el incremento de oferta de asientos hacia Venezuela en los vuelos regulares. Así, la misión argentina fue la más numerosa que llegó a las exequias, lo que motivó una nueva sorpresa del mundo diplomático. Fue una demostración de fuerza y de alianza política regional
 
Pero, al mismo tiempo, fue la dimensión del grupo enviado a Venezuela lo que hizo crecer una 4ta. versión: Cristina Fernández intentó una arriesgada movida internacional para capturar una porción del protagonismo internacional que se había ganado, en forma natural, Hugo Chávez, aún cuando la Argentina no integre la ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América).
 
Desde hace mucho tiempo, Cristina Fernández critica el liderazgo “natural” que Brasil tiene en la región en materia diplomática y ha intentado impulsar decisiones que fueron finamente abortadas por Itamaraty. Para el mundo, Brasilia es la llave de las decisiones política para América del Sur y el Mercosur, dejando a Buenos Aires relegado a un 2do. lugar.
 
Sin embargo, en las conversaciones en Caracas, quedó en claro que el liderazgo de la ALBA lo definirá Cuba. Porque la ALBA es una creación de Hugo Chávez Frías y Fidel Castro Ruz. La Argentina nunca integró la ALBA. Y es muy probable que los Castro Ruz apuesten por un liderazgo colegiado del que no faltará Nicolás Maduro, cuando sea legítimo Presidente, y Rafael Correa, además de la propia Cuba, que por ahora tiene la presidencia de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). No hay espacio para Cristina.
 
Cristina Fernández no es respetada en ciertos ambientes progresistas regionales, por no haber “llevado hasta la médula” un proceso revolucionario similar a Bolivia, Ecuador o Venezuela.
 
Aquí el primer gran riesgo para la economía argentina: ¿Cristina Fernández decidirá imitar más el proceso bolivariano y boliviano para ganarse el respeto el progresismo regional? Si bien el Estado argentino ha crecido en importancia en la economía interna, lejos está de igualar las dimensiones que tiene en Venezuela o Bolivia.
 
La muerte de Hugo Chávez se produjo en medio de una negociación entre Julio De Vido y el Gobierno venezolano (Elías Jaua, el nuevo canciller, es el personaje de más confianza por los argentinos. Deberá recordarse que Chávez lo quiso de embajador en Buenos Aires, pero la Administración De la Rúa lo vetó) por una deuda de más de US$ 3.000 millones que Cammesa tiene con Caracas por energía importada en los últimos dos años.
 
Las intenciones del ministro de Planificación eran que Venezuela diera 2 años de gracia y 3 años de pago de la deuda, pero al monto a negociar habría que sumar las importaciones de gas y petróleo que se realizarán en 2013 y 2014. Es decir, la deuda debería recaer en el próximo Presidente de la Nación, que debería afrontar 4 años de importaciones energéticas, algo que Caracas siempre se negó a considerar si no hubiese algún otro beneficio de contrapartida. El acercamiento a Irán es solamente una porción de las exigencias. ¿Qué pasará ahora? En la Casa Rosada, nadie quería hacer especulaciones al respecto.
 
También Julio de Vido venía negociando desde hace 1 año y medio una financiación similar a la que Hugo Chávez había dado a Néstor Kirchner durante2 años, un plan que el Presidente de Venezuela, aún enfermo, se negó a repetir. Así, las causas de la sorpresiva partida hacia Caracas quedan más claras, falta saber los motivos de la rapidez del regreso: los problemas de caja que causa el déficit energético argentino, el mismo motor que habría llevado a firmar un acuerdo con Irán.
 
Fue la Casa Rosada la que hizo trascender que Cristina Fernández sería uno de los dos oradores de las exequias de Hugo Chávez. Incluso, se sostuvo que la Presidente de la Nación hablaría por pedido de las hijas del ex Presidente de Venezuela y en nombre de todos los mandatarios de la región. Sin embargo, 36 horas antes de lo previsto, se produjo la acelerada partida de Caracas. ¿Qué pasó?
 
Como en el caso de la partida apurada, 3 fueron los rumores que circularon para el sorpresivo cambio de planes:
 
1. El calor y el agobio emocional hicieron que la Presidente de la Nación cambiara sus planes en forma imprevista. Este rumor lo hicieron circular miembros de la misión argentina que insistieron con quedarse en Caracas para mantener la “presencia” local en las exequias. También los problemas de salud aparecieron en los tuits presidenciales. Si es así, ¿está Cristina Fernández en condiciones físicas de soportar seis años más de gobierno, como afirma el cristinismo talibán?
 
2. El regreso se produjo ante el endurecimiento del paro docente en la Provincia de Buenos Aires. Esta es la versión que lanzó la Casa Rosada e intentó que el costo político del cambio de planes presidenciales fuera pagado por Daniel Scioli, dado que si Cristina Fernández tenía intenciones de girar fondos hacia La Plata, con un llamado telefónico al Secretario de Hacienda se hubiese producido el envío del dinero esperado.
 
El culpar a Daniel Scioli demuestra que la Casa Rosada sabía que habría un costo político entre su núcleo duro de votantes, por lo cual, hay que entender que la presión para volver a Buenos Aires fue mayor que el estado de salud presidencial o una decisión política relativamente menor como decidir apoyar o no a Daniel Scioli en un conflicto netamente local.
 
Aquí entra en juego un tercer rumor que parece tener más asidero: 
 
3. Cristina Fernández resolvió volver a la Argentina una vez que se confirmó que viajaría a Caracas el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, y que el protocolo venezolano le otorgaría un espacio de gran importancia (probable motivo por el que también estuvo ausente Dilma Rosseff).
 
En teoría, no habría motivo para que Cristina Fernández evitara fotografiarse con Mahmoud Ahmadinejad, ya que ambos países aprobaron recientemente el memorando de acuerdo para crear una comisión que investigaría el atentado a la AMIA y mantienen sólidas relaciones comerciales. Son dos socios en buenas relaciones.
 
Pero la Presidente de la Nación ha insistido frente a la opinión pública argentina que el acuerdo es para investigar a los iraníes sospechados de haber participado del atentado y no para confraternizar con Irán, por lo cual, una foto con Mahmoud Ahmadinejad podría diluir el argumento oficial. 
 
En un año electoral, el impacto de la fotografía podría ser grande en el electorado indeciso y una prueba de “relaciones carnales” con Irán; en especial, cuando las encuestas que llegan a la Casa Rosada muestran que el tema generó “demasiado” rechazo en la opinión pública como para mantenerlo en la agenda mediática.
 
Para el Gobierno, el tema Irán debe ir al freezer y se debe esperar que los siguientes pasos lo dé el Parlamento iraní que, hasta ahora, no parece tener ningún apuro en aprobar en acuerdo firmado con la Argentina. Hay que recordar que, para el Derecho Internacional Público, un pacto entre las partes, no tiene vigencia si no es aprobado por ambas partes. Así, hasta que Teherán no de otro pasó, la Argentina mantendría silencio sobre el tema.
 
Entonces, Cristina Fernández habría vuelto a Buenos Aires: a prepararse. Perdida la posibilidad de ser oradora del funeral de Hugo Chávez, sin asegurar el control del ALBA, con el peligro de una foto electoralmente sensible y una dura negociación en puerta, el regreso apurado tiene sentido.
 
En el fondo, cualquiera sea el argumento, las improvisaciones y las contramarchar se impusieron. No es casual, es el resultado de 10 años de volantazos en las relaciones exteriores y prueba del creciente aislamiento que tiene la Argentina en el mundo.
 
Ahora, en Buenos Aires, luego de la muerte de Hugo Chávez, Cristina Fernández debe enfrentar los mismos problemas que antes de la muerte del ex Presidente de Venezuela. Inflación, falta de inversión, problemas de caja, creciente interna política, un peronismo que se retoba, un gremialismo cada vez más combativos y ausencia total de soluciones a los problemas recurrentes. Nada cambió.
 
El relato, la épica, la campaña permanente no evitan los resuelven los problemas. Ahora, vendrán los discursos oportunos, los actos para consolidar ideología, los recuerdos oportunos. Mientras, la población, la opinión pública sigue reclamando soluciones que no llegan. Y siguen sin llegar.

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