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Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 22 de abril de 2013

Otro golpe a la supervivencia del régimen


Por Nicolás Márquez

Las inundaciones recientes, los informes de corrupción promovidos por Jorge Lanata, la embestida del régimen contra lo que queda de justicia independiente y una alta dosis de hartazgo acumulado, impulsaron una vez más a la ciudadanía a ganar las calles a lo largo y ancho de toda la Argentina con el fin de marchar y protestar contra el desacreditado régimen de Cristina Kirchner.

A modo de crítica, se dice que estas manifestaciones masivas no tienen líder visible y por ende, en las mismas hay consignas desordenadas y la ira popular termina diluyéndose sin un reclamo concreto y sin una acción política definida. Sin embargo, como elemento positivo, al no existir un cabecilla nítido, el aparato de inteligencia del gobierno no tiene a nadie individualizado como para lanzarle un “carpetazo”, una extorsión o una operación de prensa para denostarlo y así desmovilizar por añadidura al resto de los aunados.

Pero más allá de pros y contras de esta horizontalidad, el saldo de la reciente marcha del 18 de abril nos arroja tres reflexiones concretas que deberían preocupar en mucho al oficialismo, independientemente de que Cristina Kirchner se haya hecho la desentendida twitteando frivolidades y el diario paraestatal Página 12 haya minimizado el multitudinario acontecimiento.

1) En primer lugar, la magnitud de lo sucedido confirma que las movilizaciones sociales no son producto de un malhumor pasajero o arrebatado puesto que este fenómeno se viene manteniendo con el correr de los meses con igual o mayor convocatoria.

2) En segundo término, la bronca y el malestar social son fenómenos contagiosos que sirven para ir consolidando y ensanchando fuertemente el mayoritario clima disidente de cara a las elecciones venideras.

3) Y como tercer elemento en danza, nos encontramos con que muchos dirigentes y militantes políticos con pocos escrúpulos (que siempre abundan)  que hasta la fecha se encontraban “jugando a dos puntas” o especulando con la indefinición de cara a las elecciones de octubre, comienzan a verse forzados a  precisar su postura en favor de las estructuras opositoras tras advertir que el negocio de ser kirchnerista ya no tiene buen marketing a la vez que se hace visible el achique de la cartera de clientes electorales oficialistas.

Estos y otros motivos nos llevan a concluir que acaba de pasar una semana más que gris para un oficialismo que se ha quedado sin reflejos, sin ideas y con un consenso decreciente. Pocas dudas caben de que el 18 de abril se ha vivido otro renovado golpe a la supervivencia del régimen y todo indica que este desgaste progresivo que lo acecha prevalecerá y perdurará en las semanas venideras hasta ennegrecer por completo su presente y futuro político, cuando al fin cada sonido de cada golpe de cacerola sea reemplazado y convertido por un sufragio palpable y registrable.

La Prensa Popular | Edición 193 | Lunes 22 de Abril de 2013

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