El lenguaje es posiblemente el más
importante y más extendido de los símbolos que se vale el hombre para comprender
la realidad y comunicarse con sus semejantes.
Permite sedimentar conocimientos,
sensaciones, actitudes y proyecciones y hacerlos comprensibles y extendidos a un
número indeterminado de personas, al alcance de la palabra oral o escrito que
con ellos se logren.
Hay muchos tipos de lenguaje, pero
nos queremos detener en uno especial y muy específico que es el lenguaje
poético.
La poesía es un modo de producción
del entendimiento humano que trata de expresar la belleza por medio del
lenguaje.
Esta sujeta a la medida y a la
cadencia del verso, aunque puede obviarse ,y puede entenderse como la literatura
lírica.
Está muy relacionada con la música y
el canto, y es común que funcionen juntas en muchas de las experiencias
humanas.
Pero hay un más allá en su
lenguaje.
Es más que un texto, un mensaje, un
conocimiento, es una expresión abierta a un sinnúmero de posibilidades que
escapa a cualquier norma y a cualquier molde.
La expresión poética es irracional,
surge del sentir y del inconciente de aquel que
poetiza.
Expresa tanto lo que dice el texto,
como el deseo, el gozo, la pasión, y la intencionalidad, que se irradia hacia el
otro, el que lo lee o escucha y le permite entenderlo en su contexto,
posiblemente con diferencia del que lo ha escrito y dándole otro sentido, otro
valor, otro panorama.
Un texto general es común a todos, y
tiende a que lo comprendan de la misma manera y sino se considera que ha sido
errónea dicha comprensión.
Un texto poético es abierto,
infinito, múltiple, variado y no tiene condiciones ni
normas.
Escrito por alguien que en primer
lugar lo escribe para sí, y que cuando lo expresa o lo publica, escapa a su
control, a su comprensión, y es tomado y re expresado con los valores, los
deseos y la intención de cada uno a los cuales
llega.
Toda poesía es un texto universal,
que no se puede encasillar, y que si se le hace la crítica se lo desvaloriza o
desvirtúa, porque nadie es capaz de saber que se quiso decir, o que va a
entender el próximo lector.
El lenguaje poético, tiene además una
condición singular.
Permite expresar lo inefable, aquello
de lo que no se puede hablar, no por prohibición o negligencia, sino porque es
imposible expresarlo, porque no hay palabras que lo
contengan.
Es un lenguaje que encaja con lo
gestual, que dice no sólo el texto, sino el gesto, la mirada, la intención,
tanto del que escribe como del que lee.
Y
eso es inefable.
No se puede hablarlo de otra forma,
que no sea poéticamente.
Es el lenguaje del corazón, de lo más
profundo del espíritu del hombre, de lo que siente y espera, de lo que goza y
sufre, del dolor, de la alegría, de la solidaridad, de la vida compartida, de la
visión del otro a través de quién es y como es el
otro.
No pide, no ordena, no fija reglas,
ni siquiera espera ser leído.
Sólo fluye, como la vida, como el
ser, como la naturaleza, en ondas concéntricas que se van extendiendo en el
tiempo y en el espacio.
Es sólo
poesía.
Porque el lenguaje poético es el
lenguaje del amor, de lo más hermoso, lo mejor y más bondadosa y admirable que
hay en nosotros, y aquellos que logran captar el llamado de las musas y expresar
sus ecos en palabras conectadas por versos tienen el privilegio de unir el cielo
y la tierra, de mostrar el más allá, exista o no, de expresar el remedo del
lenguaje de los dioses, aquel que escapa a toda lógica y a toda razón, aquel
que arroba el alma, acuna la pasión y desata los nudos que nos atan a nuestra
condición finita e incompleta de hombres perecederos y
corruptibles.
Es aquella que escapa a nuestro
destino, que nos permite volar por las alturas más allá de nuestra experiencia y
nuestra capacidad.
Es aquella que nos da la condición de
lograr por un momento la felicidad que todos deseamos y que pocas veces se
alcanza.
Elías D.
Galati
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