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Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 6 de octubre de 2013

Discuten el rol político que tendrá Amado Boudou


Por Carlos Manuel Acuña (*)

Al cierre de esta página, ya pasada la media noche, la Casa Rosada, donde ahora están centralizadas las informaciones y también las fuentes de las cambiantes versiones acerca de la salud de Cristina Fernández de Kirchner -quien hasta poco antes había cumplido normalmente con funciones públicas- revelaba una notable predisposición informativa, a la inversa de lo que siempre ha sido el kirchnerismo en esta materia, sobre todo cuando se centraliza la atención de los argentinos.
En ese momento, virtualmente el país se encontraba acéfalo, habida cuenta que trascendían las noticias de la gravedad que se asignaba a la enfermedad vascular de la Presidente y al hecho de que el vicepresidente Amado Boudou se encontrara en el Brasil en cumplimiento de obligaciones oficiales.
Concurrentemente se hizo saber que el guitarrista había sido convocado de urgencia y que ya volaba hacia Buenos Aires convertido en un potencial presidente de la ex República.
Para entonces, distintos comentarios informaban con ciertos detalles lo que podría ser un derrame cerebral y con ello la implicancia de acontecimientos que parecían precipitarse de una manera en la que nadie podía incidir.

Esta imprevista situación, poco evaluada por los analistas en las condiciones que se producía, profundizó sus alcances cuando se conoció que las principales dirigencias oficialistas intercambiaban opiniones acerca de las medidas que debían adoptarse, mientras llegaban noticias médicas demostrativas de que la suspensión irrestricta por parte de Cristina no sólo sería por un mes, sino que por su importancia deberían exceder ese plazo.
Por ahora se dejaba conocer que esta situación implicaba suspenderle hasta la más mínima actividad intelectual por treinta días, con lo que se llega holgadamente a octubre y a la fecha de las elecciones.
Sin embargo, una tranquilidad devenida de un ordenado proceso de conversaciones telefónicas que luego se convertirían en reuniones de significativa importancia puso su nota de ansiedades y tensiones que permanecían ocultas, pues comenzó un sordo debate acerca de si Amado Boudou tomaría sus nuevas funciones en ejercicio de la plenitud que correspondía al cargo, o se limitaría a actividades protocolares y administrativas, por obvias razones morales y de incompetencia.

La Constitución Nacional establece el primer camino pero las necesidades o realidades políticas podrían determinar el segundo.
Todo depende de la capacidad de fuerza.
Por múltiples (y cambiantes) razones, en un país como el nuestro puede imponerse uno u otro de los caminos pero también una paridad que crearía un equilibrio inestable hasta que los hechos hablen por sí mismos.
Por el momento es imposible definirlos pero a medida que avancemos en una prognosis, concluimos en que posiblemente hayamos llegado a esos tan temidos y peligrosos momentos que los oficialistas tratan de disminuir con el vocablo “licencia” que es el elegido para describir la situación constitucional por la que transita Cristina.

Mientras tanto, se desconocía con exactitud la dimensión de las limitaciones mentales y físicas que el caso había provocado, pero lo concreto, según noticias oficiales con sus correspondientes fuentes, es que Cristina ingresaba en una situación inédita en la historia política del país:
Suspender todas sus actividades a días de la realización de unos comicios de renovación de Cámaras, cuyos resultados incidirán dramáticamente en la materia con miras al futuro.
Esto es así porque la prevista derrota del oficialismo podría tener alcances institucionales de una poco imaginada gravedad, por lo que las nuevas circunstancias surgidas un fin de semana en que no hay actividades oficiales deberán seguirse con especial atención, sin dejarse llevar por los impulsos y mucho menos por los rumores que comienzan a prepararse para invadir el ya demasiado complejo horizonte.

Para concluir, diremos que en el Ejército se dieron los pasos necesarios para convalidar la autoridad interna del nuevo Jefe de Estado Mayor.

(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo por gentileza de su autor Carlos Manuel Acuña -Periodista y escritor- autor entre otros libros de "Por Amor al Odio", "Vertbitsky - de la Habana a la Fundación Ford" y "Los Traidores"

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