"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 7 de diciembre de 2013

Nelson Mandela (1918 - 2013)

Por Gabriela Pousa

Ha muerto Nelson Mandela, dicen las crónicas periodísticas, pero esta vez es la realidad la que supera al mito y no viceversa.

Cuando muere gente conocida, se trate de políticos, artistas, etc., la escenografía es más o menos la misma: declaraciones pomposas, recuerdos, anécdotas, siempre una alta dosis de hipocresía, y la agenda vuelve a acomodarse a la rutina.

Sin embargo, esta vez la noticia es distinta. Es una pérdida sin pérdida, se vive de otra manera.

Pocas vidas han sido tan fructíferas e intensas como la del líder sudafricano. Pocas vidas seguirán siendo contemporáneas a las generaciones venideras. ¿O alguien se atreve de veras a creer que muere Mandela? Morirá su cuerpo acaso, no su grandeza.

Pocas vidas plasmaron en hechos la libertad y la decencia. La genialidad de poner la meta y no alejarse jamás de ella. La fe en el sueño, la convicción severa, es esfuerzo sin tedio, la obstinación sin ceguera…

En definitiva, pocas vidas tan vividas, pocas vidas tan de veras.

De repente, la palabra líder vuelve a tener sentido y coherencia. El héroe de los cuentos de infancia regresa en una imagen de carne y hueso.

Quizás, para muchos, sea apenas una cara muy vista, o sea el hombre bueno que unió blancos y negros en una película. Pero la trascendencia de la anécdota hace estallar toda conciencia para ponernos frente a un hombre de esos que, aquí y ahora, ya no se encuentran.

Y si entonces uno se pregunta por qué, y se anima a buscar la respuesta, se comprenderá el valor de una vida que al apagarse puede encender las nuestras.

Huelgan más palabras para celebrar a quién, en ejemplo y conducta, las convirtiera. La biografía, sus hazañas – nuestras deudas -, exceden a estas líneas que sólo pretenden despedirlo dándole la bienvenida. Porque asumiéndonos sin careta, recién hoy lo entenderemos a ciencia cierta. A los “muertos” se los respeta más que a los vivos, parece ser nuestra naturaleza.

Busco un modo, una manera…
Pero en el fondo siento que, desear “que en paz descanse” a un ser como Mandela, es casi casi una impertinencia.

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