"(...) En este nuevo contexto de tipo de cambio oficial a $9.6 por dólar el tipo de cambio paralelo y la brecha cambiaria tienen una clara tendencia alcista en el mediano y largo plazo. El gobierno sigue sin entender que la elevada inflación, los problemas cambiarios y la pérdida de reservas son sólo los síntomas y no el problema en sí mismo. Tanto el aumento de precios, el dólar paralelo y su brecha como la pérdida de reservas son sólo el resultado de los desequilibrios generados por el diseño y la implementación de las políticas oficiales. (...)".
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Economía &
Regiones). El Gobierno anunció que a partir del lunes 27/01 los particulares
podremos ahorrar nuevamente en dólares. ¿Se levanta el Cepo?
Lo primero hay que decir es que con esta medida el cepo cambiario
no se levanta.
Mientras que el Estado siga “decidiendo” qué cantidad de dólares
puede o no puede comprar un particular y mientras haya que pagar un impuesto
para adquirir divisas seguirá habiendo
cepo.
Segundo, el Jefe de Gabinete y el Ministro de Economía remarcaron que la
medida que entra en vigencia el lunes 27/01 se justifica a partir del hecho
que “su actual cotización es una cotización de equilibrio”.
Si se tiene en cuenta una presente cotización nominal de $8 por
dólar y el impuesto del 20%, el tipo de cambio nominal al cual el Estado le
venderá (cierta cantidad) de dólares aparte del público será de $9.6 por cada
billete estadounidense.
El tipo de cambio nominal no importa en sí, lo que importa es el tipo de
cambio real (ajustado por inflación) implícito detrás de la paridad cambiaria de
$9.6 por dólar. Hay que ver si dicho tipo de cambio es de equilibrio (como dice
el gobierno) o no.
Claramente, sus consecuencias serán muy diferentes en un escenario y en
otro.
Hasta hace una semana atrás, el tipo de cambio real (TCR) de la Argentina
contra el dólar estadounidense se encontraba un 7% por encima de los niveles de
fines 2001.
Sin embargo, lo relevante no era la foto actual del TCR, sino su dinámica.
El tipo de cambio nominal se venía apreciando sostenidamente desde 2002. Es más,
a fines de 2008 el tipo de cambio nominal de Argentina se depreció fuertemente,
pero su efecto de depreciación sobre el TCR “no duró nada” y se continuó
apreciándose fuertemente en 2009 / 2013.
¿Por qué?
Porque hay un nuevo entorno macroeconómico caracterizado por mayores
términos de intercambio, menores tasas de interés internacionales, un dólar más
débil, menor stock de deuda/PIB y un mayor grado de integración financiera
mundial que hacen que el tipo de cambio real de equilibrio sea más bajo.
Con el actual entorno macroeconómico el tipo de cambio real de equilibrio
de largo plazo de Argentina es más bajo que en los '90.
En pocas palabras, el tipo de cambio real de Argentina tiene una natural
tendencia apreciadora que no se puede modificar.
Sin embargo, en el corto plazo el tipo de cambio real puede “salirse”
de su trayectoria de largo plazo. ¿Qué puede provocar este desacople entre
el tipo de cambio de corto y largo plazo?
En el corto plazo la falta de confianza de los agentes económicos
en la política y el equipo económico puede dar lugar a un sobre elevado tipo de
cambio nominal que, con el presente nivel de precios, infle el tipo de cambio
real situándolo por encima de su sendero de equilibrio de largo
plazo.
Justamente, un nuevo tipo de cambio oficial de $9.6 por dólar estaría
“sacando” al tipo de cambio real de su sendero de equilibrio, retrotrayendo
la situación de fines 2006.
Sin embargo, aquel contexto económico era muy diferente al actual, ya que
la economía recién estaba saliendo de una de sus peores crisis de la historia,
con una caída del PIB del 11%, un desempleo del 25%, un nivel de pobreza del 50
y se acababa de hacer la re-estructuración de deuda más grande y agresiva de la
historia.
Un tipo de cambio nominal de $9.60 sólo puede darse por la falta de
confianza en las políticas económicas implementadas. La demostración de esto es
inmediata.
En un escenario con confianza, los agentes económicos saldrían
corriendo a vender dólares a una paridad oficial nominal de $9.6 por dólar. Por
el contrario, ya que no hay confianza, a un tipo de cambio nominal oficial de
$9.6 habrá demanda de dólares.
El BCRA será el único oferente y las reservas seguirán cayendo y los tipos
de cambio subiendo.
En este marco, una devaluación “instantánea” del tipo de cambio
nominal que lleve el dólar a $9.6 no soluciona los problemas, los agrava. De
hecho ocurrió en 2013, se devaluó más de un 30% punta a punta y los problemas
económicos se agravaron.
La dinámica del tipo de cambio muestra que una devaluación se
trasladaría a precios en un breve período de tiempo, agravando los problemas
inflacionarios y todas sus consecuencias nocivas como las expectativas de
inflación y su impacto en el mercado paralelo cambiario.
Mayor inflación se traduce instantáneamente en mayores expectativas
de inflación. Si a esto se le suma una fuerte expansión monetaria, más
devaluación y fuerte pérdida de reservas (ahora el BCRA algunas venderá a
ahorristas) que hace crecer el tipo de cambio de cobertura, las previsiones
futuras de inflación y depreciación mayor se redoblarán y crecerán
fuertemente.
En este nuevo contexto de tipo de cambio oficial a $9.6 por dólar el tipo
de cambio paralelo y la brecha cambiaria tienen una clara tendencia alcista en
el mediano y largo plazo.
El gobierno sigue sin entender que la elevada inflación, los problemas
cambiarios y la pérdida de reservas son sólo los síntomas y no el problema en sí
mismo. Tanto el aumento de precios, el dólar paralelo y su brecha como la
pérdida de reservas son sólo el resultado de los desequilibrios generados por el
diseño y la implementación de las políticas oficiales.
Acá el origen de todos los problemas es la política fiscal
excesivamente expansiva, que tiene un financiamiento inconsistente en términos
inter temporales. Aumentar el déficit fiscal todos los años y financiarlo con
cantidades crecientes de emisión monetaria son el nudo del problema. Este
problema los economistas lo llamamos dominancia fiscal.
Un plan para estabilizar la economía argentina, primero y ante todo
debe atacar la dominancia fiscal. Si no se ataca la dominancia fiscal, no hay
chances que el tipo de cambio oficial no siga subiendo, la inflación no siga
acelerándose y el dólar paralelo y la brecha cambiaria continúen aumentando;
tampoco que el empleo y nivel de actividad económica dejen de
debilitarse.
Se necesita un plan que tenga en cuenta la interdependencia entre la
política fiscal, monetaria y cambiaria y tome medidas consistentes entre sí en
las tres esferas. Nada de esto sucede. El resultado es cantado: todo se seguirá
moviendo para arriba, salvo el empleo y nivel de actividad.
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