Cartas al Lector. Editorial de la Revista VEJA
Edición 2359 Año 47 No 6 del 06 de febrero del 2014.
El PAC funciona. En Cuba
Con una Argentina convirtiéndose cada vez más en Venezuela y Venezuela cada vez más parecida a Zimbabue, Brasil tuvo en las manos y perdió- una oportunidad excepcional de demostrar al mundo cuanto somos diferentes a esas naciones inviables,
desprovistas de justicia funcional,
sistema político sano e instituciones sólidas.
Era una oportunidad de Brasil erguir la cabeza por encima de una manada de países minados por el populismo irresponsable y ser visto por la comunidad financiera internacional como la referencia de estabilidad, serenidad y compromiso con el desarrollo y el progreso social en América Latina.
Pero, la presidente Dilma Rousseff no percibió el momento.
En la tradicional reunión económica en Davos delante de una audiencia de grandes inversores ella hizo un discurso redundante (“el control de la inflación y el equilibrio de las cuentas públicas son esenciales, “la estabilidad de la moneda es un valor central”) e insuficiente para atraer el interés internacional por Brasil.
Después de una controvertida escala en Portugal, Dilma voló a Cuba donde confraternizó con la gerontocracia comunista.
Un reportaje de esta edición de VEJA muestra como la emisión de esas señales desconectadas perjudican la imagen de Brasil, que nada tiene que ganar con la presencia de Dilma en la inauguración de un puerto cubano, hecho, sobre contrato secreto, con dinero del contribuyente de Brasil.
Mucho dinero, 682 millones de dólares.
Eso todo después que Sunrise, el mayor comercio de importación de China, anunció la cancelación de la importación de 2 millones de toneladas de soja del Brasil por causas de atrasos provocados por el congestionamiento en el embarque de nuestros puertos brasileños.
Son hechos tan desastrosos que hasta la somnolienta oposición brasileña se sintió vigorizada.
El senador Aecio Neves resumió la situación: “Finalmente la presidente Dilma inauguró su primera grande obra.
¡Qué pena!
"No fue en Brasil”.
Antes se decía, con una metáfora pasada pero válida, que Brasil debería dejar de querer ser el primer vagón del Tercer Mundo para encontrarse en ser el último del Primer Mundo.
Por ofensiva, esa división jerárquica del planeta con base en la renta per cápita, cayó en desuso.
Pero en lo que dice respecto a Brasil, es triste constatar que el gobierno no demuestra interés en incluirnos en el grupo de naciones industrializadas y competitivas.
Hoy somos percibidos como un país de menor potencial que Colombia, Chile, México o Perú.
El contraste más notable entre el Brasil y esos nuevos tigres latinos americanos no está sólo en el desempeño económico.
La diferencia no es de grados.
Es de naturaleza.
Colombia, Chile, México y Perú sean sus presidentes de derecha o de izquierda poco importa...
Abandonaron la pesada carga de atraso que históricamente cargaban, para insertarse en la corriente civilizada basada en la economía de mercado como el gran motor del desarrollo.
No en tanto el gobierno brasileño, insiste en coquetear con el abismo...
Edición 2359 Año 47 No 6 del 06 de febrero del 2014.
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