"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 24 de marzo de 2014

Mi día de la memoria

El terrorismo de Estado no comenzó el 24 de marzo de 1976 sólo con una banda de militares mesiánicos que se les ocurrió secuestrar, matar y desaparecer muchachos altruistas que dieron la vida por sus ideales, tal como nos indica el relato de Paka Paka para nuestros pibes de la primaria.

Hagamos docencia y verdad de alguna vez

 El horror en la Argentina comenzó en los 70 con una generación de militantes peronistas, nacionalistas, cristianos, comunistas y marxistas de todo pelaje que amparados en la figura política excluyente de Puerta de Hierro, por la moda de esa época, se enamoraron de las armas y comenzaron a soñar con cambiar el sistema con una revolución a sangre y fuego.
Hoy todo eso sería impensable, pero fue así.

 Algunos de esos jóvenes ya sesentones se ufanan de ello porque no aprendieron nada.
La represión comenzó, mal que les pese admitirlo, en 1974 y fue ordenada en las sombras por el gobierno de Juan Domingo Perón que comenzó a advertir que esos jóvenes armados, que lo idolatraban, se le habían ido de las manos y ponían en riesgo su gobierno y sus principios.
Ahora estaban identificados con una revolución que copiaban de Cuba y del Che Guevara.
Nada más alejado de Perón.

 Con sus laderos más sombríos como José López Rega, el sindicalismo de derecha, las fuerzas policiales y de inteligencia, comenzó una feroz represión en democracia luego legalizada por dos decretos de 1975 firmados entre otros por Carlos Ruckauf y Antonio Cafiero http://www.comisionporlamemoria.org/investigacionyense%C3%B1anza/pdf_biblioteca/Decretos%20de%20Aniquilamiento.pdf.

 Esos grupos paramilitares constituyeron la Triple A.
Allí comenzó la barbarie con la exacerbación del choque de culturas en el peronismo, que arrastró a toda la sociedad como siempre lo hacen todos los antagonismos más o menos pacíficos en el PJ.
Perón los había echado de la plaza en 1974 a esos "estúpidos que gritan" y ellos pasaron a la clandestinidad al gritó de "que pasa general, que está lleno de gorilas el gobierno popular".

Allí se desmadró la contienda interna en el peronismo que llenó de sangre el país.

Esto no lo cuenta La Campora, ni Cristina, ni los peronistas ortodoxos...
Esto es la gran mentira que carga el Partido Justicialista, guardada en un baúl escondido que todavía no abrió.
Y es la historia que algún día tendrá que saldar con la sociedad.
Y poner en un Museo.
Todos estamos dispuestos a perdonar, pero no a que nos culpen siempre de todos los males causados por ellos bajo el pretexto de ser los "gorilas" por el solo hecho de no ser peronistas aunque simpaticemos con muchos principios.
El peronismo no puede admitir que la represión comenzó en su gobierno porque tendría que revisar su propia historia.
¡Porque tendría que investigar y acusar al propio Peron!

 Porque muchos montoneros tendrían que admitir que trabajaron "para que cuanto peor mejor", porque el advenimiento de un golpe y una dictadura legitimaría la lucha y pondría al pueblo de su lado.
Pero la gente no respondió y sólo quería que terminara esa sangría.
Su pelea no era la pelea de la gente, que los abandonó masivamente.

 Las organizaciones de Derechos Humanos no buscan hoy oficialmente nietos de esa época, que los hay.
Los buscan pero sin decir que eran de 1974.
Sin atribuirlos al gobierno de Perón, Isabel, Cafiero, Luder o Ruckauf.

¿Por qué no quieren decir que sus padres fueron matados en esa época y que sus hijos fueron entregados también entonces?

 Porque tendrían que inculpar al líder del movimiento nacional y popular que inspiró la lucha armada y no a quienes continuaron la macabra obra desde marzo del 76.

Una obra que fue el fracaso de una Nación y no sólo la irrupción de una casta diabólica dispuesta a todo.
Que también lo fue.

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