“Tampoco es cuestión de abrazar a Cecilia Pando”, dijo famoso estratega en medio de una reunión.
Los peronistas buscan el discurso del día después y se les complica.
El gran enigma dentro del peronismo no es quién sucederá a Cristina, ni siquiera la crisis económica los desvela (saben que el mundo ayudará al que venga), lo que de verdad preocupa es qué dirá, cuál será el relato que sirva como “carta de presentación” a la sociedad.
Ya hay varios “cráneos” de la estrategia trabajando en el tema y encontrar una respuesta se complica.
En términos discursivos oponerse a la década del noventa resultó sencillo (en especial después de La Alianza). Carlos Menem “abdujo” al justicialismo con recetas liberales y los Kirchner lo exorcizaron moviéndose un poco hacia la izquierda, todo en el contexto de la reivindicación de los setenta y con la bandera de los derechos humanos.
Dejando de lado el mal humor actual, volver en seco a las políticas que atacan al estado y reivindican la actividad privada no será fácil ni oportuno. Los estrategas saben que muchos de los conceptos del relato K deberán estar presentes en el discurso del nuevo gobierno si no quieren una experiencia similar a la chilena; es decir, donde pasado el agobio comiencen a extrañarse los paternalismos.
Por otra parte ciertas cosas llegaron para quedarse, imposible pensar en un abrazo con Cecilia Pando.
La alternativa de una caza de brujas a los corruptos es tentadora. Sin embargo, más allá de Amado Boudou y algún otro “juguete” que alimente a las fieras por un rato, la mayoría de los potenciales candidatos a la sucesión formaron parte del oficialismo, su capacidad para tirar de la cuerda y pedir cárcel es limitada: Podrían quedar enredados en la cacería…
Por primera vez en su historia el peronismo enfrenta la disyuntiva de crear un “cuento” donde los malos serán débiles y no podrán utilizarse a manera de escudo.
El kirchnerismo no muere, se suicida, y en esos casos siempre es complejo hablar mal de la víctima.
Ni les cuento si, según sospechan algunos, Cristina salta por la ventana y copiando al Perón del 55 dice “Me voy para evitar el derramamiento de sangre” (en el caso de Juan Domingo era la propia).
La última imagen vívida de ella sería esa foto con Fidel, coqueteo izquierdista que tarde o temprano en este país termina rindiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario