El llamado "modelo" económico-social de los Kirchner ha introducido gravísimas distorsiones en la estructura de las políticas de ingresos, y no se trata solamente de la utilización de la inflación como mecanismo recaudatorio para, luego, intentar la demagogia de redistribuir 'a su manera' lo que quitó por el otro lado.
Por ejemplo, la distorsión del Impuesto a las Ganancias en su totalidad, por ausencia de ajuste en las escalas, y todo por el afán de recaudar más porque el abultado gasto público precisa de más y más dinero. Así, Cristina sigue profundizando el desarreglo del Estado, herencia terrible que dejará y con consecuencias lamentables para quienes intentan, más allá de los ciclos políticos, producir, trabajar, participar del desarrollo de una Nación.
Aquí un muy buen aporte al respecto:
En cambio hoy, una persona que tenga una ganancia imponible superior a sólo $10.000 por mes ($120.000 anuales) ya está alcanzado por la tasa máxima del 35%.
De esta manera, el impuesto pierde prácticamente su progresividad. (...)".
por PAULA MARTÍNEZ
CIUDAD DE CÓRDOBA (La Voz del Interior).
A pesar de que el
Impuesto a las Ganancias está pensado como un tributo progresivo, en el cual
pagan más quienes más ganan, la falta de actualización de los
parámetros hace que la mayoría estén alcanzados por las alícuotas más altas.
Por esta razón, un ajuste en la escala de alícuotas
es hoy mucho más relevante que la discusión sobre el piso a partir del cual un
trabajador empieza a tributar, que comúnmente se conoce como mínimo no
imponible.
En los últimos años, los pe¬didos sindicales – y las
actuali-zaciones que realizó discrecionalmente el Gobierno – se enfo-caron en
subir el piso.
Pero la escala, con las alícuotas que se aplican sobre la base
imponible del impuesto, no se modificó en los últimos 15 años.
Luego de descontar del ingreso todas las deducciones
-permitidas por la ley y las cargas de familia que correspondan-,
se
obtiene una ganancia imponible. Sobre este valor se aplican las alícuotas para,
finalmente, obtener el monto del impuesto
a pagar.
Como la escala de tasas es creciente, el porcentaje a pagar
crece a medida que sube el ingreso.
Según la ley, las alícuotas del impuesto comienzan en el 9%
y van subiendo en forma escalonada hasta llegar al 35% máximo .
Pero, como la tabla toma los mismos montos de
ingresos netos de 2001, sin actualización, casi nadie tributa por el 9% y muy
rápidamente se llega a la alícuota máxima del 35%.
Una escala desfasada
La escala funciona así: por los primeros $10.000 de ganancia
imponible anual se paga el 9%;
por los siguientes $10.000, el 14%; por los
otros $10.000, el 19%;
a partir de allí, la escala salta de a $30.000, hasta
llegar al 35% cuando la base imponible supera los $120.000 al año.
Cuando esta escala se estableció, a fin de 2000,
esos $10.000 anuales, o $833 por mes, eran una cantidad significativa.
El salario promedio no superaba los $700 mensuales.
Entonces, para pasar de una
alícuota a otra, había que tener aumentos superiores a un sueldo promedio.
Por
lo tanto, no sólo empezaba a gravar a ingresos elevados, sino que el peso del
impuesto subía sólo ante saltos muy importantes en las ganancias.
En cambio hoy, una persona que tenga una ganancia
imponible superior a sólo $10.000 por mes ($120.000 anuales) ya está alcanzado
por la
tasa máxima del 35%.
De esta manera, el impuesto pierde prácticamente su
progresividad.
Además, hay que considerar que el año pasado se estableció
que los trabajadores en relación de dependencia con sueldos brutos inferiores a
$15.000 ($12.450 neto) entre enero y agosto de ese año quedaran exentos de
Ganancias.
Hoy siguen fuera del pago, aunque hayan superado estos salarios.
Ejemplos
Si luego de los aumentos salariales desde ese momento a hoy,
cobrara $15.000 después de aportes (ingreso “de bolsillo”), estaría tributando
a la alícuota del 27% en caso de ser soltero sin hijos ni otras deducciones, o
del 23% si tuviera como cargas de familia a su cónyuge y dos hijos.
El primero, pagaría $1.410 por mes de Ganancias
(9,4% del sueldo de bolsillo) y el segundo, $594 (4% de ese salario neto).
Aunque hay situaciones particulares, un empleado
prácticamente empieza a tributar a una alícuota superior al 20%.
Si ese mismo trabajador, tuviera este año un 25% de aumento
salarial ($18.750 netos), si no hay ninguna modificación legal ya quedará
alcanzado por la alícuota máxima del 35% si es soltero (pagaría $2.620 de
Ganancias por mes) o por el escalón más bajo, 31%, si tiene una familia tipo
($1.573 mensual de impuestos).
En el caso del soltero, sólo con un aumento de
$1.000 por mes ($16.000 de bolsillo), ya pasa de tributar con la alícuota del
27% al 31%.
En este caso, el aumento del impuesto es de $300, el 30% de la suba
salarial.
A partir de allí, cada aumento salarial implicará un incremento del 35% en el pago del impuesto.
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