Ésa es la cuestión...
En La economía de tu vida (Sudamericana), el economista y periodista Tomás Bulat *
brinda consejos acerca de la toma de decisiones en la economía cotidiana, pensando en quienes dicen no saber nada de la materia y no se dan cuenta de que los seres humanos lo hacemos contínuamente.
Bulat aborda cinco factores clave: los ingresos, el gasto, el ahorro, la inversión y la deuda, y los describe enfocándolos en las distintas etapas de la vida
• Por Tomás Bulat | Publicado en PERFIL domingo 18/05/2014
Siempre me acuerdo de una publicidad del Banco Francés en la que se veía a una pareja de alrededor de 80 años paseando en un auto deportivo rojo de lujo a treinta kilómetros por hora.
¿La tienen?
El eslogan decía: “Disfrutá la vida hoy”
Normalmente, esta etapa productiva que se inicia alrededor de los 30 años llega acompañada de un progreso laboral que a la vez implica mayores responsabilidades y un claro crecimiento de nuestros ingresos. Sin embargo, este momento coincide también con un incremento en la toma de decisiones relativas al gasto: surge por ejemplo la necesidad de montar un emprendimiento, tener una casita propia, el auto propio –si todavía no pudiste–, casarte y tener hijos, mandarlos al colegio, irte de vacaciones.
Cuando uno tiene 30 quiere darse todos los gustos, sentir satisfacciones, esto es, tener bienes.
Y el gasto va aumentando, sencillamente porque los seres humanos sentimos placer en gastar.
Pero gastar plata, además de producir muchísima felicidad, también hace que nuestro presupuesto se achique sin darnos cuenta.
Es que, como suele decirse, la plata “entra a gotas y sale a baldes”.
Y la voluntad de tener siempre va de la mano del mismo problema: de dónde sacar los recursos.
En cualquier país con un sistema financiero desarrollado, lo que normalmente hacen todas las personas a esta edad es endeudarse.
Se endeudan fuertemente con un crédito hipotecario a largo plazo para comprarse un departamento, un automóvil, viajar.
Quiere decir que en realidad la mayoría de la gente vive hipotecada para ir pagando la fiesta después.
¿Por qué?
Porque la idea es empezar a disfrutar de la vida cuando uno todavía es joven.
No es lógico ni consistente ahorrar ahora para tener en el futuro, lo normal es tener ahora y ahorrar después.
En ese sentido, en el sistema financiero se produce una transferencia que llamamos “intergeneracional”, lo que significa que aquellos que tienen capacidad de ahorro después de los 50 años financian la compra de los bienes que necesitan los de 30 para arriba.
Endeudarte, entonces, ¡está bien!
Pero... ¿qué pasa en la Argentina en esta materia?
Y bueno, acá están los que tienen capacidad de ahorro y los que no la tienen en absoluto.
En nuestro país, donde el sistema financiero no es demasiado relevante –sobre todo a la hora de comprarse una casa–, el crédito hipotecario no existe, y si lo hay, está enfocado únicamente en una minoría.
Por lo tanto, olvidémoslo.
En cambio, para las propiedades funcionan los llamados Family Banks y Friends Banks, que como vimos consisten en préstamos de dinero por parte de amigos o familiares...
Por ejemplo, tus padres, para que hoy lo uses y se lo vayas devolviendo después.
Son las típicas deudas en dólares en las cuales el departamento queda como garantía.
En este tipo de deudas en general no surgen demasiados inconvenientes, porque como lo que estás comprando es una propiedad, ésta se considera parte del ahorro, entonces no es una inversión riesgosa.
Distinto es el caso, por ejemplo, de un préstamo para comprar un auto, que es visto mucho más como un gasto que como una inversión.
Decía que sólo una minoría puede efectivamente tener créditos hipotecarios, por eso la mejor estrategia es empezar a endeudarse.
¿En qué?
Si uno alquila un departamento, puede endeudarse en la compra de una heladera, un lavarropas, un microondas, un plasma, y además tratar de extender el crédi to con la mayor cantidad de cuotas posible.
Te lo aseguro: vale la pena.
En esta etapa, uno normalmente no tiene todos los fondos necesarios para comprar todas esas cosas en efectivo, y tampoco tendría sentido esperar a ahorrarlos en el futuro para disfrutar de esos bienes.
Uno no puede mudarse sin heladera (aunque sé de algunos casos), por eso es que hay que generarse una capacidad de ahorro para tener capacidad de pago y de endeudamiento.
En los últimos años, en la Argentina esto se ha fomentado mucho con las famosas cuotas en pesos sin intereses con inflación alta, lo cual claramente es poco sostenible.
Y sólo se logra cuando se trata de un nivel de consumo muy bajo, porque en realidad, en nuestro sistema financiero, nadie ahorra importantes sumas de dinero. Pero sea como sea, el endeudamiento es razonable y es parte de la estrategia que te propongo. Mucha gente que conozco siente pánico ante la sola idea de endeudarse, y eso, te lo aseguro, es un mito.
¡Hay que curarse de una vez por todas!
El endeudamiento es la decisión correcta a tomar en este momento de tu vida.
¿Por qué?
Porque tenés que vivir bien.
Tan simple como eso.
Y si no te endeudás ahora, difícilmente tendrás la heladera, el microondas, etc., y ni hablar del BlackBerry, la Mac, la tablet y la mar en coche.
Insisto, hay que perderle el miedo al endeudamiento, más todavía en países inflacionarios como la Argentina.
Porque la inflación te va a ir comiendo de a poco las cuotas de la deuda.
En un apartado referido al tema de la tasa de interés, al comienzo de este capítulo, vas a poder terminar de entender por qué endeudarte no es una mala estrategia.
Por ahora alcanza con que empieces a mirar la idea con otros ojos.
Vimos que el ahorro es una de nuestras primeras decisiones.
Uno ahorra y después gasta, porque el ahorro nunca es el remanente de lo que tenemos.
Si uno gana 10 mil pesos y decide ahorrar 600, lo primero que hace es justamente eso: ahorrar 600.
Porque si primero se pone a gastar y después reza para que le sobre algo, lo más probable es que eso no pase nunca, o que un mes lo consiga y otro no.
Lo importante del ahorro es que sea sistemático.
Por eso hablamos de ciertas reglas de oro, sencillas y muy eficaces, y una de ellas es la típica de ahorrar el dinero del aguinaldo.
Conviene tener este tipo de reglas básicas a la hora de pensar en el ahorro.
Y si no tenés el más mínimo control en ese terreno, podrías ir pensando en un seguro de ahorro de retiro. ¿Qué significa?
Es una plata que automáticamente vas poniendo en la tarjeta de crédito como si fuera un gasto, y eso, que ni siquiera vas sintiendo, se va acumulando con el tiempo.
Y al final de tu vida, cuando ya no tengas tantos ingresos, al menos vas a disponer también de esos pesos.
Acordate: “endeudarse” no es una mala palabra.
No tengas miedo de estar endeudado hasta las manos a los 30.
Todo lo contrario: preocupate si no tenés deudas. En cambio, si estás muy endeudado a los 50, entonces te diría ¡alerta! (...)
Entrando en esta etapa, las deudas que adquiriste entre los 30 y los 50 años comienzan a cancelarse.
Ya vas pagando varias cuotas y estás en los últimos años de los préstamos más grandes que tomaste. Paradójicamente, por lo mismo tu capacidad como sujeto de crédito vuelve a incrementarse.
Es cuando los bancos empiezan a llamarte para ofrecerte préstamos personales, de más corto plazo (unos cinco años, aproximadamente).
Pero ¿cuál sería el objetivo de endeudarte ahora?
Eso va a depender de tu situación particular. (…)
Estás llegando a esta etapa sin haber logrado tener la casa propia.
Estuviste cerca o tal vez no tanto.
En este momento, si bien no accederás a préstamos con muchos años de plazo, quizá sí puedas tomar uno de corto plazo al que sumarle algunos ahorros y, de ese modo, adquirir un departamento que te guste.
En lo particular, soy de la teoría de que si uno no llegó a tener su casa propia pasados los 50 años, ya no tiene sentido hacer el esfuerzo.
Sé que esto genera mucha controversia, pero enterrar una enorme cantidad de dinero para una casa o departamento a esta altura de la vida no me parece lo más lógico.
Yo sé que hay una cuestión de arraigo, de tener la casa propia, que es importante emocionalmente.
Que para muchos hasta puede ser el sueño de su vida y contra eso no hay nada para decir.
También sé que en la Argentina no se hacen contratos de alquiler de más de dos años, por lo que uno nunca termina de apropiarse del lugar en el que vive.
Pero hacer un gran esfuerzo financiero, que implicaría posiblemente usar todos tus ahorros y parte de tus ingresos para pagar la deuda, obligándote a tener un nivel de vida cotidiano más bajo, no digo que no tenga sentido, pero vale la pena que lo pienses.
* Economista, periodista.
Boletín Info-RIES nº 1102
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