¿De
qué hablamos cuando hablamos de mafia en la Aduana? En primer lugar, tenemos
que hablar de su gestación y logística.
Paula
Oliveto *
* Legisladora porteña. Presidenta de la
Coalición Cívica-ARI de CABA
¿De
qué hablamos cuando hablamos de mafia en la Aduana?
En
primer lugar, tenemos que hablar de su gestación y logística.
Toda
mafia necesita de una banda organizada que planifique y construya todos los
caminos posibles para enriquecerse ilícitamente.
Y
en la Aduana esta regla no fue la excepción:
Hubo una banda
mixta compuesta por aduaneros y empresarios que diseñaron durante los últimos
años conexiones para facilitar el contrabando y la entrada y salida de contenedores.
En
este sentido, Juan José Gómez Centurión denunció un triángulo que incluía la
mafia de los depósitos fiscales, el tráfico ilegal de efedrina y las
declaraciones juradas anticipadas de importación.
Mafia que llegó
a evadir 14 mil millones de dólares en absoluta connivencia entre el Banco
Central, la AFIP, la Aduana, y el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Una
estafa más del anterior gobierno para enriquecer los bolsillos de unos pocos
perjudicando a todos los argentinos.
Muchos
aduaneros fueron empoderados en los últimos años por el ex titular de la AFIP,
Ricardo Echegaray.
Esa
organización corrupta fue cooptando las estructuras de la Aduana para facilitar
el contrabando, utilizando Ezeiza y la Aduana de Buenos Aires, los dos caminos
con vía libre para la ejecución de todo tipo de negocios ilícitos.
Hace
unos días, el juez en lo penal económico, Marcelo Aguinsky, dispuso la
detención de Edgardo Paolucci, ex número uno de la Aduana del Puerto de Buenos
Aires, y del empresario Oldemar Carlos Barreiro Laborda, alias “Cuqui”, ambos
acusados de integrar una presunta asociación ilícita conocida como “la mafia de
los contenedores”. Además, el juez ordenó la captura local e internacional de
Claudio Minnicelli.
¿Quién es
Minnicelli?
El
cuñado del ex ministro de Planificación, Julio de Vido.
La
mega causa por contrabando aduanero tiene actualmente doce imputados acusados
–entre otras cosas– de adulterar las planillas que indicaban el peso y el
contenido de los contenedores con mercadería importada.
Gómez
Centurión detectó esos movimientos y separó trescientos contenedores que
presentaban inconsistencias y que la “mafia de la Aduana” intentó recuperar con
desesperación en estos últimos meses.
¿Cómo fue el
“modus operandi” para recuperarlos?
Cada
contenedor tiene una “alerta roja”, algo así como un Documento Nacional de
Identidad, que impide que alguien los mueva sin que se enteren las máximas
autoridades aduaneras.
Los
detenidos falsificaron esas alertas, consiguieron nuevos sellos de empresas
chinas y los cargaron en el sistema. De esta forma lograron desbloquear seis
contenedores que intentaron trasladar a un depósito de Avellaneda, cuando
finalmente fueron detenidos.
En
el marco de estas últimas detenciones, la causa ya tuvo su primer arrepentido:
Federico
Tiscornia,
hermano del ex juez, que pidió someterse a los beneficios previstos en la nueva
ley del arrepentido y el juez dispuso su liberación.
Ahora
bien, ¿es posible pensar en una Aduana descontaminada?
¿Argentina
puede sanear esta puerta podrida?
La
Aduana necesita un cambio estructural:
Por
un lado rescatar a los buenos aduaneros que día a día trabajan con honestidad y
defienden con orgullo una institución clave para la República; y por otro lado
condenar a los que se enriquecieron con coimas y actividades ilícitas
destruyendo el control de los bienes que entran y salen de la Argentina, uno de
los motores fundamentales para el desarrollo económico y social de cualquier
país.
Refundar una
institución en la que la corrupción se naturalizó de una manera escandalosa, no
será tarea sencilla.
Las
coimas, las conexiones perversas entre empresarios y funcionarios y el tráfico
ilegal de bienes, fueron moneda corriente durante el kirchnerismo.
Las mafias se
enquistaron en muchas dependencias del Estado y será tarea de todo el sector
político y judicial erradicarlas de una vez por todas.
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