Aislados del mundo, aplastados por un Régimen colectivista, con la mayor pobreza de los últimos cien años, con ex ciudadanos que reclaman seguridad pero no se atreven a auto defenderse, la ex República ha descendido hasta degenerar en Democracia Social.
La solución, hoy como ayer, es regresar a la Constitucion Nacional de 1853.
Que se terminen las retenciones, pero no por un capricho de gobernante, sino porque la Constitucion se lo impide.
Regresar a los tiempos del pacto Roca Runciman.
De tanto mencionar el “Roca Runciman” vale la pena indagar las implicancias del mismo.
Solo analizar el hecho histórico como lo que fue: un salvavidas para un momento particular de la República Argentina.
El pacto Roca Runciman fue suscripto en el año 1933 y duró hasta 1956.
Fue renovado casi sin mayores retoques con diversos nombres, como pacto Malbrán-Eden (1936-1948) y Pacto de Los Andes (1948-1956).
Como todo pacto entre países libres, puede ser denunciado por cualquiera de las partes intervinientes.
Sin embargo, en su larga vigencia de 23 años jamás fue denunciado por ninguno de los dos países.
Ese solo dato, algo indica.
Casi se cumplieron las bodas de plata .
Mucho de su sombra se debe al ataque de Lisandro de la Torre, que transformó el pacto Roca Runciman en una cuestión de marketing nacionalista con profundo impacto en la sociedad.
No fue el único que transformó el pacto en la razón de su vida.
Tiempo después lo siguieron Scalabrini Ortiz, Jauretche, los hermanos Irazusta y una larga lista de resentidos que perduran hasta hoy, funcionarios del gobierno aKtual.
Es fácil ver como se arribó al pacto “Roca- Runciman” si analizamos el contexto internacional.
El mundo civilizado se encontraba en profunda recesión en 1930.
La gran crisis.
Suicidios.
Muertos de hambre.
El espectáculo dantesco parecía no tener fin.
Muchos países del globo levantaban barreras aduaneras para evitar la entrada de productos importados que entorpecieran sus paralizadas economías.
Donde había riqueza, reynaba la pobreza.
La gente hacía colas para comer algo caliente ofrecido por caridad.
Amanecían muertos de frío con la luz del nuevo día.
Y no hablamos de salvajes de Afrika, sino civilizados ciudadanos de Estados Unidos de Norteamérica, Inglaterra, Francia. No se veía una luz de esperanza. Para colmo, de las décadas mas frías que recuerde el planeta.
En 1932 República Argentina concurre a Ottawa, donde se suscribieron acuerdos dentro de ese marco de “vivir con lo nuestro” que la mayoría de los países eligieron para sobrevivir una crisis de dimensiones colosales.
Era el sálvese quien pueda.
Sobrevivir mirándose el ombligo.
Las restricciones de Ottawa causaron consternación en círculos ganaderos y por supuesto en frigoríficos (la mayoría de capitales británicos) pues prácticamente era una severa restricción a las exportaciones.
El otro gran perjudicado de este ajedrez mundial resultaron ser los ferrocarriles de Argentina (empresas de capitales británicos y franceses ) pues al cerrarse a cuenta-gotas la exportación, poco podían transportar hasta el puerto de Buenos Aires, del que poco salía a ultra mar.
Era una realidad la Crisis del ´30.
Argentina estaba inmersa en lo que era la Gran Crisis Mundial.
La Gran Crisis.
Para los sabios japoneses, crisis significa oportunidad.
Enrique Duhau, Carlos Lattuada, Nicolas Bruzzone, Pedro Inchauspe y Carlos Duhau entre otros, firmaron un documento de la Sociedad Rural donde decía textualmente:
“Los resultados de la Conferencia de Ottawa pueden ser desastrosos para el comercio de nuestro país“.
“El desastre a que estamos próximos debe contemplarse con serenidad y tratar de anular sus efectos para evitar los perjuicios que puedan derivarse de la conferencia de Ottawa“.
El temor estaba.
Se la veían venir.
Algo había que hacer.
El miedo que no paraliza y ayuda a razonar es bueno.
La crisis era palpable.
-¿Para que tener miles de cabezas sin compradores?- se preguntaba Nicolás Bruzzone.
Argentina, el granero del mundo sin compradores... por las barreras aduaneras levantadas en Ottawa.
En enero de 1933 se embarcan hacia Reino Unido el vicepresidente Julio A. Roca, Miguel Angel Cárcano y Guillermo Leguizamón.
La delegación fue nombrada por el presidente Agustín P Justo.
Se leía en el informe de Cancillería Argentina:
“-Detener ese “Mas Allá de Ottawa” es la única posibilidad de nuestra embajada argentina en Londres“.
Tras arduas negociaciones el pacto se firmó.
Reacciones encontradas en ambas márgenes del Atlántico.
Como sería la tempestad desatada que grandes titanes argentinos como La Prensa y La Nación no coincidían en su editorial.
1933 fue el año de regresar a las exportaciones en grande y también el inicio del pesto en el Congreso y en titulares de diarios argentinos.
Lisandro de la Torre vociferaba y arrastraba multitudes.
Enardecía al público deseoso de ver sangre.
Casi era planteado el tema como una guerra entre pobres y ricos.
El episodio terminó con el asesinato de un diputado y el reto a duelo entre ministros.
El pacto Roca Runciman aseguró la exportación de carnes, hasta ese momento vedado por Otawa, fue la base de la Administración de Agustín P. Justo.
Reafirmó las relaciones entre Gran Bretaña y Argentina en medio de la Gran Depresión.
Aseguró el comercio anglo-argentino en plena década del ´30, cuando el mundo se hundió en un período negro de la historia como civilización.
Cuando se menciona el comercio anglo-argentino debemos pensar que el 90 % de las carnes exportadas navegaba con destino a Gran Bretaña.
Perder ese gran comprador hubiera sido una catástrofe mayúscula para Argentina.
Por otra parte, los productos ingleses que ingresaban a Argentina sin barrera arancelaria eran de alrededor del 4 %, según el informe Duhau.
En 1948 Juancito Sosa renueva el pacto cambiando su nombre por “Pacto de los Andes”, que se mantiene unos años más.
Lógicamente el Instituto de Revisionismo histórico no revisa la causa de porque Perón renueva el pacto, si es que era tan poco beneficioso para Patria Argentina.
¿Era conveniente para Argentina o fué otra traición de Perón a los intereses argentinos?
Todo parece indicar que fue conveniente en ese momento particular de Argentina y que las dos partes resultaron beneficiadas, pues en ese período tampoco hubieron denuncias.
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Fuentes:
“El Gobierno de las Vacas- el pacto Roca -Runciman” de Daniel Drosdoff, Ediciones La Bastilla, 1972.
“El Mercado para la Libertad” de Morris y Linda Tannehill, Barba Roja Ediciones, traducción de Jorge Trucco
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Por Anton Barreneche para La Gazeta de Concordia.
Boletín Info-RIES nº 1116
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