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Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 2 de diciembre de 2014

¿Qué pasa con la población en Cuba?

 Frank Alvarez

La población en Cuba decrece.
Desde hace varios años, tanto las instituciones especializadas como el propio gobierno, han estado alertando sobre el envejecimiento que experimenta la población cubana, debido entre otros factores al aumento en la esperanza de vida y a la reducción de la tasa de natalidad.
Este hecho tiene una marcada repercusión en la esfera económica, debido a que produce una deformación en la pirámide poblacional: cada vez habrá menor cantidad de personas en edad laboral para mantener a una creciente masa de jubilados. Hasta aquí una parte del fenómeno, pero existe otra que también se conoce pero sobre la que poco o nada se ha podido hacer: la emigración.

Si se observan las cifras de población que ofrece el Anuario Estadístico de Cuba, tenemos que en el año 2000 habitaban el archipiélago 11.146.203 habitantes; en el 2005, 11.243.836, es decir, en un plazo de cinco años se produjo un incremento de solo el 0.88%; mientras que en el 2010 comienza el descenso, registrándose una cifra incluso inferior a la del año 2005, con 11.241.161. En los próximos quince años la tendencia es que la población continúe disminuyendo.

Después del triunfo de la Revolución en 1959, la población cubana creció significativamente, sobre todo en el período comprendido entre 1960 y 1990, cuando se registró un aumento de más de tres millones y medio de habitantes, para un 37 % de incremento.
A partir de entonces el proceso se ralentizó de forma dramática:
Entre el año 2000 y el 2010 la población creció en aproximadamente ¡95 mil personas! 

Al revisar la información disponible, se corrobora que si bien se producen más nacimientos que defunciones, la diferencia es poco significativa, por ejemplo, en el año 2008 se incorporaron a la vida (según datos del Centro de Estudios de Población y Desarrollo de Cuba) 122.569 niños y la cifra de fallecidos fue de 86.426, para un saldo de 36.143, sin embargo, en ese mismo año se reportaron 36.903 salidas del país (emigración al exterior).
En el 2010 la situación fue peor en cuanto a la relación nacimientos-defunciones-emigración: 127.046 nacimientos, 91.048 defunciones (para una diferencia positiva de 35.998), y 38.165 salidas. Resultado: disminución de la población.

Lo anterior evidencia que la combinación de una baja tasa de natalidad con una emigración constante, acentúan el problema de población al que se enfrenta el país. Según el referido Anuario Estadístico, entre los años 2005 al 2010 (ambos inclusive), se registró la salida (emigración) de 213.067 personas, cifra que representa un 1,9 % respecto al dato de población del año 2010.
Revertir la situación no parece una tarea fácil, no al menos en el medio plazo, toda vez que la tendencia se supone sea la siguiente:
La emigración se mantendrá, incluso aunque se termine de concretar un cambio en Cuba.
Desde hace bastantes años (sobre todo a partir de la década del noventa) mucha gente perdió definitivamente la esperanza de que una vida mejor fuera posible, algo que la práctica se ha encargado de demostrar.
En estos casos emigrar se ha convertido en la única solución.
Por supuesto que la causa principal es el problema económico, que como se sabe ha ido de mal en peor, a lo que se añade el efecto colateral del empleo, que tiende a complicarse a partir de las medidas de racionalización que pretende implementar el gobierno, liberalizando el trabajo por cuenta propia como forma de solución, después de cinco décadas de monopolio casi absoluto del Estado.

Las medidas y transformaciones económicas llevan tiempo para que se materialicen y ofrezcan resultados, sobre todo si se hacen con temor, lentitud y son ortodoxas.
Con las esperanzas perdidas hay quienes no quieren seguir perdiendo el tiempo y prefieren probar suerte en otros parajes de éste mundo, que dicho sea de paso, a los cubanos parece se les hace pequeño.
Entre las serias dificultades con la vivienda, el bajo poder adquisitivo, la carencia de recursos y la perspectiva de emigrar, la tasa de natalidad se ha contraído, algo que no parece vaya a cambiar en breve plazo.
No vislumbro suficientes estímulos a la maternidad en un país donde ni la canastilla se puede comprar en moneda nacional y los forzados recortes amenazan la seguridad social.

En el supuesto caso de que fuese posible controlar la emigración o reducir en alguna medida el éxodo (algo que no parece importarle al gobierno, no al menos hasta ahora) a partir de medidas no coercitivas, aun al problema le quedarían aristas por resolver.
Uno de los problemas que ha creado el sistema que impera en la isla, es que los cubanos que han emigrado lo han debido hacer con carácter definitivo, perdiendo los derechos y las propiedades (en el caso que las tuvieran), algo insólito en países democráticos, pero que no es la razón de éste artículo.

Esto crea un problema práctico en el hipotético caso de que se pretendiese estimular la “inmigración”, pero aunque el gobierno cambiase las disposiciones que tiene al respecto, hay que contar con el resentimiento que ha fomentado entre una parte de los emigrantes, que se han tenido que ver como verdaderos apátridas o parias.
El tema es serio y requiere de análisis técnico y profesional, pero las cifras son tan elocuentes, como palpables son los hechos.

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