Es muy difícil retomar la rutina después de la muerte de Alberto
Nisman.
Los análisis y las especulaciones electorales suenan inoportunas
o intrascendentes.
O quizá ambas.
En lo personal, se sienten casi como
una falta de respeto para quien perdió la vida buscando la verdad. Pero
hay que seguir, hasta por él mismo.
Esta columna rinde un sentido
homenaje a su coraje y compromiso, y hace votos para que la justicia
divina compense el bache que está dejando la de los hombres.
Primero que nada, sugiero no dar crédito a ningún trascendido
respecto de su muerte porque el aparato de propaganda oficial está
trabajando sin descanso para instalar decenas de versiones y
trascendidos con el objetivo central, histórico y genético del
kirchnerismo:
Confundir para ocultar.
Con el dolor por la desaparición de un hombre valiente y la desazón
de sentir que lo que hacemos a diario no sirve o no alcanza, tratemos
de darle sentido a esta muerte injusta.
Que Nisman nos arranque del
sopor que nos tuvo inmóviles o indiferentes.
Hagamos algo útil:
Decidamos en este instante poner fin al kirchnerismo.
Decidámoslo
en nuestro corazón primero para que, una vez digerida la idea,
la llevemos al plano de la acción.
Y la acción puede ir desde elegir ya
el candidato que apoyaremos en las próximas elecciones hasta participar
en política de manera activa.
Entre ambos extremos, todas las opciones
intermedias de colaboración valen.
Pero es preciso hacer foco en el
objetivo y el objetivo es lograr que el FPV abandone el poder, si es que
aún estamos a tiempo.
La decadencia a la que hemos llegado debiera alarmarnos:
En
el Poder Ejecutivo, una mujer acusada de usurpar títulos, acumular
una fortuna mal habida y encubrir un atentado terrorista mayúsculo;
una
persona que nos avergüenza por sus desplantes y sus modales, incapaz de
conmoverse con el dolor ajeno.
El legislativo, dividido en dos
grupos:
Una tropa de levanta manos sin dignidad, vergüenza ni
límite versus un lote de mediocres que, sin querer o queriendo, les hace
seguidismo.
Y un Poder Judicial infectado de “zafaronianos” dedicados a
defender a los delincuentes y, consecuentemente, abandonar a las
victimas, celebrando la erosión del principio de justicia.
En esencia, esa es la foto del día.
Esta columna adhiere a la marcha del silencio convocada por los
fiscales de todo el país para el próximo 18 de febrero porque es en
homenaje al Doctor Nisman y es de buena gente estar en las malas.
Hay que recordar al hombre probo que murió buscando la verdad y hay
que acompañar a sus pares.
No es tiempo de preguntarle a los hombres de
la Justicia qué hicieron antes de la muerte del fiscal, con cuánta
decisión resistieron los atropellos de la política o si alguna vez
pudieron defender con más firmeza la independencia judicial y no lo
hicieron.
¡¡¡Hoy hay que estar!!!
La causa de los fiscales es la causa de
cualquier argentino y frente al reclamo de que alguien haga algo, parece
que uno de los poderes del estado se ha puesto de pie.
Asi lo entendió el foro Usina de Justicia que, a través de un
comunicado, adhirió a la movilizacion del 18.
“No podriamos estar en
ningún otro lugar mientras se honra la memoria de Aberto Nisman” dijeron
sus integrantes.
Interesante reflexión para quienes dudan entre asistir
o no.
Pero además, sugieren la instancia internacional como garantía de
imparcialidad.
Tras el fracaso rotundo del Poder Legislativo que a lo largo de
treinta años no ha representado a nadie más que a sus propios intereses
de cuerpo, las circunstancias hacen que la representación provenga de
quienes no son elegidos por la gente, y cuya función tampoco es la de
representarnos.
Pero lo están haciendo en estos dias trágicos de la
Argentina y bienvenidos ellos.
Sin embargo, es importante señalar la diferencia entre las marchas y
esta marcha.
Si la resistencia general a tanto desmadre se percibiera
contundente, no habría que descartar que el Gobierno apelara a la
“conmoción interna” como excusa constitucional para pegar un tirón a la
cuerda. Próximo a las elecciones, el desorden urbano sería un escenario
casi deseable para el kirchnerismo.
Si la gente todavía no ha
entendido que salir a la calle no le sirve políticamente más que al
poder instalado, tiene el espejo de Venezuela donde mirarse.
Hace años
que sus habitantes salen por millares y, aún más bravíos que los
argentinos pues se enfrentan al chavismo con un coraje que los lleva
presos, no consiguieron limar a la dictadura.
Entonces, es imprescindible no darle motivos al kirchnerismo para
ninguna reacción porque son realmente hábiles levantando la apuesta.
Que
no tengan de qué quejarse; que deban inventarlo pero no le hagamos el
juego porque, a pesar de los optimistas que los ven de salida, siguen
teniendo la sartén por el mango.
Si el desorden ganara la calle estarían
encantados de declarar estado de sitio.
Hay que acompañarlos a la
puerta pero, ahora sí, con la inmerecida paciencia que supimos tenerles
todos estos años.
En este momento crítico del país, en el que se necesita con
desesperación estrechar filas y curar las heridas que nos hemos hecho
unos a otros, una fuerza emerge tras la consigna de representar el
antiperonismo.
Con ese planteo ¿hacia dónde está empujando al voto
peronista?
¿Quién necesita otra expresión sectaria en la sociedad?
¿Qué
suma de novedoso al sectarismo K?
La Argentina no necesita un
sectarismo de distinto signo al presente sino una convocatoria amplia,
con grandeza para aceptar a todos los que estén dispuestos a volver al
estricto cumplimiento de la ley.
Que la perplejidad, por completo razonable frente a la atrocidad, se
transforme en convicción profunda y nos despierte.
Necesitamos
argentinos avergonzados por lo que nos pasa,
lúcidos para ver las
trampas del kirchnerismo y sus aliados,
maduros para elegir lo que nos
conviene a todos más que lo que preferimos en casa y decididos a
abandonar el pozo...
Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 1 mes
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