La vida fluye naturalmente, y el hombre inmerso en ella.
Pero el hombre no se conforma con lo natural y de allí la cultura.
Pretende mejorar su condición y la relación con la naturaleza.
El desarrollo y el progreso son muy importantes en el decurso de la historia, siempre y cuando no alteren el orden.
En ese derrotero incide que el hombre va perdiendo la inocencia; si comparamos la visión de un niño con la de un adulto, vemos que aquella es diáfana, simple, sin dobleces, y ésta compleja, complicada, con variantes y alternativas.
Hay algo más, se invierte la posición, y entonces el individuo piensa y siente que la naturaleza es complicada y que él debe buscar y replantear el orden a fin de hallar la verdad.
Como señalaba un sketch que realizaba el Negro Olmedo con Pequenino, el ingeniero al que no se le entendía que quería decir: "questo cabecita lo complicano tutto".
Es un poco el sentido psicológico de la negación y la transferencia.
Imposto en la otra parte de la relación mi frustración y mi carencia.
La naturaleza es tan simple, su orden es tan sencillo, que basta con entregarse y seguirlo.
No hay vueltas, no hay cuestiones.
Pero sino lo seguimos la naturaleza reacciona para volver al orden, como una posición basal de la que no se puede salir.
Decía Alexis Carrel "el hombre olvidó que la naturaleza nunca perdona", no como castigo, sino por la inercia del orden.
En cada uno de nosotros hay un mecanismo interior, autónomo, del cual no somos responsables del funcionamiento que es la homeostasis.
Cuando hay un cambio orgánico producido por circunstancias internas o externas, en la presión, la temperatura, el ritmo vital, el organismo dispara automáticamente elementos que hacen que se vuelva al nivel normal, al rango basal de la presión, la temperatura, el ritmo.
La vida continúa dentro de un orden y si no, se deteriora, se pervierte, se termina.
Es así de simple.
¿Por qué somos tan complicados?
¿Que nos impulsa a desechar lo normal, lo natural y pretender constituir lo artificial?
Un dejo de soberbia o de omnipotencia acompaña a estos sentimientos.
Quizás estamos convencidos que podemos cambiar la naturaleza, y lo que es peor que podemos subvertir el orden natural, y crear otro orden a nuestro deseo y alcance.
Cuántos genocidios, cuántas discriminaciones, cuántas tragedias se han producido a lo largo de la historia por ese convencimiento.
Que algo es superior, genéticamente, o que hay ideas superiores a otras u hombres de razas, naciones o etnias mejores que otros.
Para colmo de males, se cree que ejercer el poder, o tener la mayoría significa superioridad, mejor valía y mayor capacidad, cuando el único elemento que diferencia al poder y a la mayoría es el numérico, mas adeptos que otros, pero que en ningún caso es cartabón de verdad, o de realidad o de virtud.
Nada más que haber logrado que más personas nos crean y comulguen con nosotros.
La vida es muy breve para desperdiciarla en banalidad y cuestiones, que como dice la Escritura "el moho y el orín corrompen".
Ser sabio es aprender a vivir.
Gozar de la vida, en una comunidad y hermandad que comprenda a la raza humana.
Porque la vida es muy simple, hay que dejar fluir el tiempo que es la historia del hombre, y acompañar su flujo, con la sencillez que su orden nos implica, en la conciencia que si vivimos en el amor, y del amor, habremos alcanzado el objetivo, y todas las cuestiones estarán resueltas.
Porque en última instancia, nuestro deseo, nuestra pasión y nuestro placer es encontrar la felicidad, en ese camino existencial de acompañar la vida, sencillamente, sin dobleces, ni actitudes equívocas, sólo amando de verdad, libremente, equilibradamente, con justicia y en paz.
Elías D. Galati
Pretende mejorar su condición y la relación con la naturaleza.
El desarrollo y el progreso son muy importantes en el decurso de la historia, siempre y cuando no alteren el orden.
En ese derrotero incide que el hombre va perdiendo la inocencia; si comparamos la visión de un niño con la de un adulto, vemos que aquella es diáfana, simple, sin dobleces, y ésta compleja, complicada, con variantes y alternativas.
Hay algo más, se invierte la posición, y entonces el individuo piensa y siente que la naturaleza es complicada y que él debe buscar y replantear el orden a fin de hallar la verdad.
Como señalaba un sketch que realizaba el Negro Olmedo con Pequenino, el ingeniero al que no se le entendía que quería decir: "questo cabecita lo complicano tutto".
Es un poco el sentido psicológico de la negación y la transferencia.
Imposto en la otra parte de la relación mi frustración y mi carencia.
La naturaleza es tan simple, su orden es tan sencillo, que basta con entregarse y seguirlo.
No hay vueltas, no hay cuestiones.
Pero sino lo seguimos la naturaleza reacciona para volver al orden, como una posición basal de la que no se puede salir.
Decía Alexis Carrel "el hombre olvidó que la naturaleza nunca perdona", no como castigo, sino por la inercia del orden.
En cada uno de nosotros hay un mecanismo interior, autónomo, del cual no somos responsables del funcionamiento que es la homeostasis.
Cuando hay un cambio orgánico producido por circunstancias internas o externas, en la presión, la temperatura, el ritmo vital, el organismo dispara automáticamente elementos que hacen que se vuelva al nivel normal, al rango basal de la presión, la temperatura, el ritmo.
La vida continúa dentro de un orden y si no, se deteriora, se pervierte, se termina.
Es así de simple.
¿Por qué somos tan complicados?
¿Que nos impulsa a desechar lo normal, lo natural y pretender constituir lo artificial?
Un dejo de soberbia o de omnipotencia acompaña a estos sentimientos.
Quizás estamos convencidos que podemos cambiar la naturaleza, y lo que es peor que podemos subvertir el orden natural, y crear otro orden a nuestro deseo y alcance.
Cuántos genocidios, cuántas discriminaciones, cuántas tragedias se han producido a lo largo de la historia por ese convencimiento.
Que algo es superior, genéticamente, o que hay ideas superiores a otras u hombres de razas, naciones o etnias mejores que otros.
Para colmo de males, se cree que ejercer el poder, o tener la mayoría significa superioridad, mejor valía y mayor capacidad, cuando el único elemento que diferencia al poder y a la mayoría es el numérico, mas adeptos que otros, pero que en ningún caso es cartabón de verdad, o de realidad o de virtud.
Nada más que haber logrado que más personas nos crean y comulguen con nosotros.
La vida es muy breve para desperdiciarla en banalidad y cuestiones, que como dice la Escritura "el moho y el orín corrompen".
Ser sabio es aprender a vivir.
Gozar de la vida, en una comunidad y hermandad que comprenda a la raza humana.
Porque la vida es muy simple, hay que dejar fluir el tiempo que es la historia del hombre, y acompañar su flujo, con la sencillez que su orden nos implica, en la conciencia que si vivimos en el amor, y del amor, habremos alcanzado el objetivo, y todas las cuestiones estarán resueltas.
Porque en última instancia, nuestro deseo, nuestra pasión y nuestro placer es encontrar la felicidad, en ese camino existencial de acompañar la vida, sencillamente, sin dobleces, ni actitudes equívocas, sólo amando de verdad, libremente, equilibradamente, con justicia y en paz.
Elías D. Galati
No hay comentarios:
Publicar un comentario