LIBERTAD
Y EVOLUCIÓN
Es un poco
tedioso para quienes sostenemos el principio de la li-bertad individual, pasar la mayor parte del tiempo contestando las visiones
prejuiciosas y caprichosas sobre lo que estamos sosteniendo, pero hace un
tiempo llegué a la conclusión de que este concepto de personas privadas y libres es tan escandaloso en el contexto de la historia de la
humanidad, que todavía y por mucho tiempo estamos en la etapa en la que se reacciona irracionalmente contra lo que no se puede manejar, recurriendo a la estigmatización, la falsificación y la degradación de la
idea.
Se teme y se percibe que sin
deformar a ese pensamiento, no se le puede responder.
Es escandaloso porque va contra todas las formas de manipulación de la voluntad y del sometimiento
físico de unos a otros y no tiene nada parecido a un reparto de valor prestablecido por alguna autoridad.
Si
no hay autoridad, tampoco hay protección contra la libertad de los otros.
La
gente escucha la música que quiere y no mi concierto.
No
hay una nobleza que me separe de ese juicio y esa es la tragedia de todas las
élites anti-mercado.
Entonces
el recurso de convertir a la idea de la libertad individual en un monstruo con
una voluntad maléfica y negar su carácter liberal.
Eso
es lo que queda como recurso impotente.
Aclaración
terminológica.
Hablo
de liberal en el sentido continental, no me puedo acostumbrar a la
tergiversación del término en los Estados Unidos donde se le llama liberales a
los enemigos de la libertad.
Una
de esas atribuciones que quiero desmentir hoy es relacionar a la sociedad libre como una forma de “darwinismo social”.
Pese
a lo anterior, también acepto que la
incomprensión acerca de lo que estamos hablando, juega su papel y no solo el
miedo a lo que pasaría si no concibiéramos unos amos protectores.
En primer lugar, como dice Larry Arnhart, no hay una corriente que se identifique como “darwinista
social” y el propio Darwin no lo era pues creía en la colaboración y en la caridad privada.
Nietzsche
tiene algo de eso aunque no es meramente eso.
El
nazismo ciertamente parece ser una forma
de darwinismo social en sus fundamentos.
Creo que ellos hacen de Nitetzche un nazi, que
en realidad reaccionaba contra la ética de la debilidad, pero no quiero entrar
en esa discusión porque me iría por las ramas.
La
idea que se identifica como “darwinismo social”, más allá de ellos, es que la
sociedad sea el vehículo para que los fuertes se impongan sobre los débiles.
Así
la evolución estaría asegurada.
Si
se le dice a la sociedad libre donde el uso de la fuerza está excluido (salvo
como auto defensa) que es de todos modos una forma de dar-winismo social porque
en su dinámica se benefician los mejor dotados, a costa de los peor dotados.
O los que “tienen” a costa
de los que “no tienen”.
Va
entre comillas porque esta acusación nunca va acompañada de una explicación de
cómo es el “tener” y como se logra “tener”, parece una asignación de la
naturaleza.
En mis libros “10 Ideas Falsas que favorecen al despotismo.
Las
dictaduras del siglo XXI en las mentes de sus víctimas” y “Hágase tu voluntad.
Bajar
del cielo para conseguir un cargador de iPhone”, desarrollo la idea de que el débil y
el poco apto aprovechan al fuerte y al más habilidoso en una sociedad libre y
termina llevado por ellos a
una prosperidad que no alcanzarían nunca sin ese
marco institucional llamado “capitalismo”.
No hay una
relación de imposición y selección de unos sobre otros sino una colaboración donde el mérito es aprovechado por todos, justamente porque los fuertes, en sentido de fuerza bruta y violación de derechos, no
pueden imponerse.
Una
aclaración sobre una parte del argumento de Arnhard sobre Darwin, respecto a que una de las razones por las
que no hay darwinismo en la sociedad humana libre es la
existencia de la caridad privada (sobre cuyas condiciones morales también opino en el segundo de los
libros mencionados).
La caridad privada en mi opinión no es lo que
desmiente el darwinismo social, tal vez incluso sea lo más dudoso, porque para
que la caridad implica capacidad en uno e incapacidad en el otro, ese el modo
en que la relación se define.
Lo importante es que el valor de la poca
habilidad sólo aumenta por estar en un contacto de libre intercambio con la
mayor habilidad.
Es
en el comercio, en las relaciones de mutuo beneficio, en las actividades lucrativas donde está la
completa desmentida.
Ahí
los vínculos se realizan sobre la base
de la capacidad, mucha o poca, de ambas partes.
El
millonario que contrata a un lustrabotas, intercambia basado en la capacidad
del lustrabotas, en su fortaleza en el sentido moral.
En esa sociedad donde la violencia se excluye, se lleva
a cabo un
tipo distinto de evolución al que imaginan los que hablan de darwinismo social.
Allí
los pacíficos excluyen a los criminales.
Todos
los demás ven aumentar su utilidad actuando positivamente sobre los demás, no aplastándolos o comiéndolos.
Mi única forma de aprovechar mi limitada habilidad para hacer pozos es vivir en una sociedad próspera
donde se pague bien por eso y que la mejor circunstancia que facilita mi evolución es que todos los demás estén mejor que yo.
A
su vez que es falso e ilusorio que mi menor habilidad esté mejor aprovechada
con un poderoso que esquilme al más habilidoso en mi favor.
Por
eso que identificar el “no dawinismo social” de la sociedad libre con la caridad privada, implica
no entender que el principal ouput del capitalismo lo virtuoso, esto es el
comercio, el intercambio interesado, y no su vía de escape con la caridad.
No
estoy diciendo con esto esté mal en sí la caridad
privada (podría disfrazar una relación
de poder), sino la
virtud del mercado
no está en
la excepción, sino en
la regla.
En
cualquier sociedad en la que la fuerza esté legitimada, sea por la religión, la
visión nacionalista, el miedo a la libertad; cualquier sociedad anterior a la
sociedad de individuos libres, si es una sociedad donde el músculo excluye al
cerebro.
Pero el cerebro al final se impone, porque es la actividad racional lo
típicamente humano.
En
una sociedad antiliberal, el poder hace un uso ilimitado de la fuerza.
Es
evidente por definición que sin un marco institucional de liberalismo, el
fuerte es el que se impone y si el débil resiste no sobrevive.
Cualquier
sociedad de ese tipo puede
parecerse a un combate darwiniano por la subsistencia en el que los
fuertes tienen todas las de ganar.
Pero
excluida la violencia, la prevalencia tiene que ver con la habilidad.
Sea
de producir mejor y más barato, sea la habilidad deportiva o artística.
Sin
violencia lo que pesa es el mérito y a deferencia de lo que ocurre con el uso
de la fuerza, el mérito ejercido en el mercado no excluye sino que incluye.
No
subsiste el habilidoso a costa del inhabilidoso, sino en una relación de mutuo
beneficio.
El
supuesto darwinismo capitalista es falso de toda falsedad.
En una sociedad
pacífica, todo se le facilita a los que
tienen menos para
ofrecer.
En una sociedad
donde se excluye el uso de la fuerza el débil se
valoriza ya desde la definición.
José Benegas
José Benegas
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