"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 13 de julio de 2015

Por qué el capitalismo no es darwinismo social

LIBERTAD Y EVOLUCIÓN
Es  un  poco  tedioso  para  quienes  sostenemos  el  principio  de  la  li-bertad  individual,  pasar  la mayor  parte  del  tiempo  contestando  las  visiones prejuiciosas y caprichosas sobre lo que estamos sosteniendo, pero hace un tiempo llegué a la conclusión de que este concepto de personas privadas  y libres  es  tan  escandaloso  en  el  contexto  de  la  historia  de  la humanidad, que todavía y por mucho tiempo estamos en la etapa en la que  se  reacciona  irracionalmente  contra  lo  que  no  se puede  manejar, recurriendo  a  la  estigmatización,  la  falsificación  y  la  degradación  de  la idea. 
Se teme  y se percibe que sin deformar a ese pensamiento, no se le puede responder.  
Es  escandaloso  porque  va  contra  todas  las  formas  de  manipulación de la voluntad y del sometimiento físico de unos a otros y no tiene nada  parecido  a  un  reparto  de  valor  prestablecido por  alguna  autoridad.
Si no hay autoridad, tampoco hay protección contra la libertad de los otros.

La gente escucha la música que quiere y no mi concierto.
No hay una nobleza que me separe de ese juicio y esa es la tragedia de todas las élites anti-mercado.
Entonces el recurso de convertir a la idea de la libertad individual en un monstruo con una voluntad maléfica y negar su carácter liberal.
Eso es lo que queda como recurso impotente.  
Aclaración terminológica.
Hablo de liberal en el sentido continental, no me puedo acostumbrar a la tergiversación del término en los Estados Unidos donde se le llama liberales a los enemigos de la libertad.  
Una de esas atribuciones   que quiero desmentir hoy es relacionar a  la  sociedad  libre  como  una forma  de  “darwinismo  social”.  

Pese  a  lo anterior, también acepto que la incomprensión acerca de lo que estamos hablando, juega su papel y no solo el miedo a lo que pasaría si no concibiéramos unos amos protectores.  
En  primer  lugar,  como  dice Larry  Arnhart,  no  hay  una  corriente que se identifique como “darwinista social” y el propio Darwin no lo era pues  creía  en  la  colaboración  y  en  la  caridad privada.  
Nietzsche tiene algo de eso aunque no es meramente eso.
El nazismo ciertamente parece  ser  una  forma  de  darwinismo  social  en  sus  fundamentos.  
Creo que ellos hacen de Nitetzche un nazi, que en realidad reaccionaba contra la ética de la debilidad, pero no quiero entrar en esa discusión porque me iría por las ramas.
La idea que se identifica como “darwinismo social”, más allá de ellos, es que la sociedad sea el vehículo para que los fuertes  se  impongan  sobre  los  débiles.  
Así  la  evolución  estaría  asegurada.

Si se le dice a la sociedad libre donde el uso de la fuerza está excluido (salvo como auto defensa) que es de todos modos una forma de dar-winismo social porque en su dinámica se benefician los mejor dotados, a costa de los peor dotados.
O los que “tienen” a costa de los que “no tienen”.
Va entre comillas porque esta acusación nunca va acompañada de una explicación de cómo es el “tener” y como se logra “tener”, parece una asignación de la naturaleza.  

En  mis  libros “10  Ideas  Falsas  que  favorecen  al  despotismo.  
Las dictaduras  del  siglo  XXI  en  las  mentes  de  sus  víctimas”  y  “Hágase  tu voluntad.  
Bajar  del  cielo  para  conseguir  un  cargador  de  iPhone”, desarrollo la idea de que el débil y el poco apto aprovechan al fuerte y al  más  habilidoso  en  una  sociedad  libre  y  termina  llevado  por ellos  a una  prosperidad  que  no  alcanzarían  nunca  sin  ese  marco  institucional llamado “capitalismo”.  

No  hay  una  relación  de  imposición  y  selección de  unos  sobre  otros  sino  una  colaboración donde  el  mérito  es  aprovechado  por  todos,  justamente  porque  los  fuertes,  en  sentido  de fuerza bruta y violación de derechos, no pueden imponerse.  
Una aclaración sobre una parte del argumento de Arnhard sobre Darwin,  respecto  a  que  una  de  las razones  por  las  que  no  hay  darwinismo en la sociedad humana libre es la existencia de la caridad privada (sobre  cuyas  condiciones  morales  también  opino  en  el  segundo  de  los libros mencionados).  
La  caridad  privada  en  mi  opinión  no  es  lo  que desmiente el darwinismo social, tal vez incluso sea lo más dudoso, porque para que la caridad implica capacidad en uno e incapacidad en el otro, ese el modo en que la relación se define. 
Lo importante es que el valor de la poca habilidad sólo aumenta por estar en un contacto de libre intercambio con la mayor habilidad.
Es en el comercio, en las relaciones  de  mutuo  beneficio,  en  las  actividades  lucrativas  donde  está la completa  desmentida.  
Ahí  los  vínculos  se  realizan  sobre  la  base  de  la capacidad, mucha o poca, de ambas partes.
El millonario que contrata a un lustrabotas, intercambia basado en la capacidad del lustrabotas, en su fortaleza en el sentido moral.  
En  esa  sociedad  donde  la  violencia  se  excluye,  se  lleva  a  cabo  un tipo distinto de evolución al que imaginan los que hablan de darwinismo  social.  
Allí  los  pacíficos  excluyen  a  los  criminales.  
Todos  los  demás ven  aumentar  su  utilidad  actuando  positivamente  sobre  los  demás,  no aplastándolos o comiéndolos.  

Mi  única  forma  de  aprovechar  mi  limitada  habilidad  para  hacer pozos es vivir en una sociedad próspera donde se pague bien por eso y que  la  mejor  circunstancia  que  facilita  mi  evolución  es que  todos  los demás estén mejor que yo.
A su vez que es falso e ilusorio que mi menor habilidad esté mejor aprovechada con un poderoso que esquilme al más habilidoso en mi favor.  
Por  eso  que  identificar  el  “no  dawinismo  social”  de  la  sociedad libre con la caridad privada, implica no entender que el principal ouput del capitalismo lo virtuoso, esto es el comercio, el intercambio interesado, y no su vía de escape con la caridad.
No estoy diciendo con esto esté  mal  en  sí  la  caridad  privada  (podría  disfrazar  una  relación  de poder),  sino  la  virtud  del  mercado  no  está  en  la  excepción,  sino  en  la regla.

En cualquier sociedad en la que la fuerza esté legitimada, sea por la religión, la visión nacionalista, el miedo a la libertad; cualquier sociedad anterior a la sociedad de individuos libres, si es una sociedad donde el músculo excluye al cerebro. 
Pero el cerebro al final se impone, porque es la actividad racional lo típicamente humano.  
En una sociedad antiliberal, el poder hace un uso ilimitado de la fuerza.
Es evidente por definición que sin un marco institucional de liberalismo, el fuerte es el que se impone y si el débil resiste no sobrevive.
Cualquier  sociedad  de  ese  tipo  puede  parecerse  a  un  combate  darwiniano por la subsistencia en el que los fuertes tienen todas las de ganar.  
Pero excluida la violencia, la prevalencia tiene que ver con la habilidad.
Sea de producir mejor y más barato, sea la habilidad deportiva o artística.
Sin violencia lo que pesa es el mérito y a deferencia de lo que ocurre con el uso de la fuerza, el mérito ejercido en el mercado no excluye sino que incluye.
No subsiste el habilidoso a costa del inhabilidoso, sino en una relación de mutuo beneficio.
El supuesto darwinismo capitalista es falso de toda falsedad. 

En una sociedad pacífica, todo se le facilita  a  los  que  tienen  menos  para  ofrecer.  

En  una  sociedad  donde  se excluye el uso de la fuerza el débil se valoriza ya desde la definición.

José Benegas

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