Por
Tomás Abraham | 30/04/2016
Lunes
Los
medios masivos de comunicación me han enseñado una nueva figura de la lógica
ignorada por los griegos.
Aquellos
maestros de la sofística y de las artes de la palabra inventaron la filosofía;
hablaron de paradojas, razonamientos circulares, regresiones al infinito
y de
todas las trampas imaginables de la retórica.
Pero
no escuchaban Radio Nacional.
Yo
sí, a las 17.30, cada vez que llevo a cabo mi caminata vespertina, oscilo entre
la 870, la 910 y la 950 am.
El
otro día me acompañaba un diálogo entre el conductor Román Lejtman y el actor
Arturo Bonín.
Presencié
auricularmente un acto de amor, y digo acto porque se trataba de una puesta en
escena de un encuentro sentimental.
Lejtman
no se cansaba de nombrar a todos los kirchneristas que considera buenos tipos.
Así
los define: buenos tipos.
Para
él lo son Jorge Taiana, Víctor Heredia, Rafael Bielsa, y por supuesto, Arturo
Bonín, entre otros.
El
oyente no sabe si esos listados o certificados de buena conducta son
obligatorios en una radio pública que se dice “plural”, o forman parte del
ideario sentimental del comunicador.
O
si esos nombramientos son parte de la costumbre de quienes dicen tener un amigo
judío.
El
actor, que se declara confeso cristinista, decía que albergaba cierto grado de
esperanza en que el nuevo gobierno reaccionario, neoliberal y gorila creara un
rumbo positivo para todos y no fuera tanto lo que en definitiva demostró ser.
Su
desilusión fue rápida.
El
gobierno reaccionario no sólo es reaccionario sino más reaccionario aún, a
pesar de su buena voluntad de iluso ciudadano.
Lejtman
lo contiene y lo alienta a que diga lo que siente.
Bonín
cita, por ejemplo, todos los despidos del Estado que se deben a razones
políticas y a la persecución ideológica.
Nadie
le pregunta si en realidad las incorporaciones fueron por las mismas razones aducidas, pero al
revés.
Es
decir, frenar el ingreso de cualquier aspirante que no fuera oficialista y
exigirle al incorporado permanentes pruebas de lealtad para no ser marginado.
Y
claro, para reforzar su decepción, llama al frente a Lopérfido, al que Bonín
define como “impresentable” porque hace de la cantidad un fundamento moral.
Pero
en lugar de hablar del derecho a la palabra para analizar sin censura lo
sucedido hace cuarenta años, el actor acompañado por el amable conductor se
desplaza a la Costanera Norte, y señala que tales disparates amorales los repiten
quienes no quieren ver que lo sucedido en la mega fiesta de Costa Salguero es
igual a la tragedia de Cromañón.
Salvo
para los innobles espíritus que creen que en lo que atañe a las muertes, cinco
son menos que doscientas.
Al
escucharlo, sabía que estaba en presencia de un acontecimiento inaugural, ya
que la verdad es que el kirchnerismo se borró olímpicamente de aquel suceso de
Plaza Once;
el
matrimonio Kirchner no se acercó al lugar del siniestro ni recibió a los
parientes de las víctimas,
las
organizaciones de derechos humanos defendían a Ibarra y pedían no hacerse eco
de las denuncias para no favorecer a ese candidato a jefe de Gobierno de
apellido Macri, y que lo más valioso no era la justicia para familiares de
tendencias ideológicas sospechosas, sino combatir a la derecha.
Una
vez terminado el diálogo entre dos personas que se respetan a pesar de
probables diferencias de opinión, de una conversación entre dos buenos tipos y
de un intercambio que los enriquece porque se hablan con sinceridad, me acordé
de los griegos.
Nuevamente,
de los sofistas, quizás el movimiento cultural más revolucionario de la
historia de Occidente.
Inventaron
el pensamiento estratégico, es decir, el razonamiento dirigido por un cálculo
de poder que se presenta como genuino, espontáneo, transparente y expresivo.
Sincero.
Pero
antes de que aquellos maestros intervinieran en Atenas, sus precursores, los
poetas de la antigua Grecia, invocaban a la musa Peitó, protectora de
seductores y de manipuladores de asamblea, los demagogos.
Miércoles
Dicen
que Macri volvió convertido en otra persona luego de un viaje por las zonas
pobres de las provincias.
En
su discurso inaugural habló de pobreza cero.
Todo
el tiempo dice que le duele lo que a los argentinos de pocos recursos les
duele.
Entonces
debería saber que el futuro de su proyecto depende de su política social y no
de la lluvia de dólares que llegarán por especulación, créditos, préstamos,
blanqueos, o todo lo que se les ocurra a sus magos financieros.
Y
la política social la organiza y controla el Estado, y no sólo ONGs,
asociaciones filantrópicas o iglesias.
Por
eso al desmantelar las dependencias de asistencia social, al delegarlas en
municipios y provincias en quebranto, no sólo deja gente en la calle sin que
consiga ningún otro trabajo, sino a otra gente que necesita de ayuda.
Por
más que sea una evidencia que la política social del anterior gobierno, como de
todos, no sea más que un pozo ciego de corrupción, desorganización y
clientelismo, a alguien atendían, muchos que trabajaban en esos espacios algo
hacían.
Y
lo que debe mostrar el nuevo gobierno es que en lugar de dos personas
anteriormente necesitadas proveerá de recursos a tres, ya sea en el rubro
salud, educación, vivienda, salubridad, aprendizaje de oficios, etc.
Hay
demasiados ideólogos de un liberalismo malthusiano en las cercanías del poder
que sueñan con desviar fondos del Estado hacia emprendimientos más vistosos que
los imprescindibles en una sociedad injusta.
Si
Macri dice ser otro después de un breve viaje por su camino de Damasco, deberá
demostrarlo.
Viernes
Debido
a la crisis brasileña y a la caída en los precios de las materias primas,
nuestro país tiene viento en contra.
Se
vienen tiempos de recesión y de desocupación.
Los
billetes verdes que lleguen no van a ser más que los que se vayan.
El
Gobierno debe pensar en políticas anticíclicas.
De
alguna manera el anterior gobierno lo hacía pero de un modo caótico y a las apuradas
porque se les terminaba el turno.
De
no hacerlo, a Cambiemos se le vendrá la noche, y bastante pronto.
Todos
nos damos cuenta de que los agoreros de tiempos extraordinarios ahora hablan
con sordina.
Entendemos
que gobiernan hace pocos meses, pero a pesar del corto tiempo, los efectos de
las medidas se han sentido, y mucho.
Hay
más inflación y menos trabajo.
Y
de eso no se rebota así no más...
No hay comentarios:
Publicar un comentario