Juan
Carlos Distéfano
Soldado
de mi Patria, muchacho de mi Pueblo, mi criatura dormida, heredero del viento.
Qué
cunas te faltaban, qué trincheras te vieron, qué fosas insondables albergaron
tus sueños...
Soldado
de mi Patria, retazo de mi Pueblo, mi pibe de cojones, misil de los ensueños.
Te
nombro y no te olvido, te busco y no te encuentro, te lloro por las noches y al
alba aún me acuerdo...
Porque
sos la memoria de mi Patria, y yo tengo apenas tu recuerdo.
Porque
sos la conciencia de la Patria y apenitas tengo tu pañuelo.
Y todas
las canciones se han ido de mi lado.
A todas
las canciones las ha llevado el viento.
Toditas
mis canciones ya están a tu costado.
En buena
compañía, mis versos con tu sueño.
Yo no
calcé tu bota ni anduve a tu costado.
Perdóname,
te juro que lo siento.
Yo no
calcé tu bota de soldado.
Yo no
calcé tu bota, hermano y compañero.
Me
guarecí en el hueco de mi casa.
Te supe
fuera y me quedé adentro.
Yo no
calcé tu bota de soldado.
Me fui a
barajas... y te escribí estos versos.
Yo no sé
cómo se muere por la Patria.
Sólo
tengo versiones sobre ello.
Unos
declaman que se dice “al enemigo hemos batido, estoy contento”.
Mientras que otros juran haber
oído “no me dejen solo, hijos de ****, no me dejen solo que me muero”.
Yo no sé
cómo se muere por la Patria.
Vos , compañero, seguro que lo has hecho.
Yo no
calcé tu bota, ni te lavé las llagas…
Perdóname,
te juro que lo siento.
Yo no
supe que andabas por Malvinas, hasta que oí por la radio algunos cuentos.
Y
mientras vos besabas turba y greda, yo, compañero, me sentí contento.
Y
confundí el fútbol con la guerra y al estadio con la plaza y al valor con el
contento.
Yo no
calcé tu bota, me enjuagué las manos.
Perdóname,
no fui malo, sólo necio.
Y tuya
fue la niebla y los kelpers.
Y mío,
el capote de repuesto.
Yo,
confortado en la cama de mi casa…
Vos,
compañero, sin aliento.
Yo no
calcé tu bota, ni te besé en la frente.
“ I´m sorry”, te juro que lo siento...
Y
empezaron la colecta y la fanfarria.
Yo dí un
collar y vos, el cuello.
Mi
mujer, la pulsera y vos, el brazo entero.
Yo me
duchaba con agua bien caliente y vos te helabas la sangre y los ensueños.
Yo no
calcé tu bota, ni te lavé los pies como el Mesías.
Perdóname,
te juro que lo siento.
Puse
banderas, kilómetros de tela, celestes blancas, besadas por el viento.
Clavaste,
vos, la pica de los bravos en el ombligo de un hostil desierto.
Te
acompañaban Martín Miguel de Güemes y San Martín con Rosas y el destierro.
Yo no
calcé tu bota, quedé en mis escritorios.
Pobres
trincheras de hombres muy pequeños.
Yo no
calcé tu bota, yo me lavé las manos.
Pilatos
redivivo, te juro que lo siento.
Yo
especulé con plazos prefijados, dólar tramposo de los mercados negros.
Tu plazo
fue de amputaciones varias, de tu futuro, tus miembros, tus anhelos.
Yo di un
reloj, vos diste la muñeca…
Yo fui
un chanta y vos un hombre entero.
Yo un
hombre en guerra de escritorios.
Vos sos
un pibe, cojones, cielo abierto.
Vos sos
la conciencia de la Patria.
Y yo,
apenas tengo su pañuelo.
Sé que
me desprecian tu madre y tu novia.
Y tanta
razón les va en ello.
Tus ojos
fijos, abiertos, me taladran mi conciencia de párpados sin sueños.
Yo no
calzo tu bota, ni te seco una lágrima.
Hermano
te juro que no puedo.
Sé que
no merezco una escarapela.
Sé que
no merezco que me mires de nuevo.
Yo
conocí el 2 de Abril a nuestros enemigos.
Vos los
tenías bien marcados desde tanto, mucho tiempo.
Desde
que te llamabas como Darwin, Passaponti y no eras un puerto.
Desde
que te lavaste las patas en la Fuente , junto a un “Oscuro Coronel” me acuerdo.
Desde la
misma Vuelta de Obligado, cuando mandaba Rosas desde el puerto.
Vos
sabías del Tercer Mundo mucho antes, que los doctores armaran el entuerto.
Tuya es
la isla y la conciencia de la Patria.
Tuyo es
el krill y el oro negro.
Tuya, la
plataforma submarina.
Tuyo, el
dolor.
Tuyo es
el pueblo.
Mío es
el refugio de animémonos y vayan, la impostura, el fraude y el cohecho.
Yo no
calcé tu bota, ni me helé las manos, ni cavé trincheras entre turba hielo.
Yo me
quedé confortado en mi casa, y tu conforto fue el trueno y el lamento.
Yo no
soy digno de llamarte hermano, ni que me hables mutilado y muerto.
Pero
mirame con tus ojos limpios, criatura con fusil, misionero del viento.
Yo no
calcé tu bota de soldado.
Es
cierto.
Te
confieso y me confieso.
Pero,
mirame, mirame te suplico.
Abrí los
ojos de hombre, niño muerto.
Mirame
compatriota, una vez sola, una vez al menos...
Yo no
calcé tu bota.
No
anduve a tu costado.
Perdóname.
Fui cobarde.
Perdóname...
Te juro
que lo siento
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