Por
Julio Bárbaro
La
reiteración agota la sorpresa.
Anoche,
su vuelta fue más pobre, menos llamativa.
Lo
popular reducido a agrupaciones, a los números lógicos de una secta.
El
poder perdido se había llevado a la mayoría, a los oportunistas, a los
habitantes de la obsecuencia al gobierno de turno.
Muchos
ya encaraban el rumbo hacia un nuevo manda más.
Los
medios desnudaban sus carencias:
Majul
con un arrepentido que pegaba fuerte y bien,
los
canales privados mostrando corrupciones,
el
canal propio, el que les había quedado, le dedicaba una hora de entrevista.
Puso
la voz, pero no quiso -o no se animó- a poner la cara.
Ese
hecho empobrecía la entrevista, la volvía pesada.
Intentó
una defensa de sus debilidades, de la obra pública, siguió con la historia de
poner a Lázaro como uno más.
En
el programa de Lanata, a la misma hora, Maxi Montenegro desnudaba la jugada.
Entre las
acusaciones y las deserciones, el enorme poder se ha vuelto escuálido.
Las
cadenas con aplaudidores son solo un recuerdo, ahora es la voz sobre una imagen
de ayer.
El
holograma de hoy marca la distancia con la imagen de ayer, de esa fuerza enorme
que daba el poder del gobierno, del Estado.
Le
dicen que algunos todavía la necesitan,
insisten
con la tesis que le devuelve vigencia a partir de los errores de Macri.
El
Gobierno puede tener aciertos o no…
Eso
no salva ni sirve para valorizar a la década pasada.
Todo
queda al desnudo:
El ayer fue
nefasto...
Del presente
hablamos otro día.
Volvió,
intentó hablar de política internacional, triste, deshilachado, sin rumbo ni
sentido.
El
eterno cuento de que la derecha avanza y esa es la causa de que acusen a la
corrupción.
Si
somos de izquierda robar es revolucionario, un cuento antiguo y ya vencido.
Un
retorno pequeño, para pocos, desganado, casi por obligación.
Un
ejército derrotado cuyo jefe vuelve y ni siquiera se atreve a mencionar las
bajas, muchas, demasiadas.
Un
discurso lavado, defensivo, justo a la medida de una secta, de una minoría, de
los que quedan por ahora.
Cada
vuelta será más débil, el intento de mito se desmorona.
Se
animó a poner la voz pero no puso la cara.
Es
una forma lenta del adiós…
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