"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 5 de julio de 2016

Un holograma que ya no pone la cara

Por Julio Bárbaro

La reiteración agota la sorpresa.
Anoche, su vuelta fue más pobre, menos llamativa.
Lo popular reducido a agrupaciones, a los números lógicos de una secta.
El poder perdido se había llevado a la mayoría, a los oportunistas, a los habitantes de la obsecuencia al gobierno de turno.
Muchos ya encaraban el rumbo hacia un nuevo manda más.

Los medios desnudaban sus carencias:
Majul con un arrepentido que pegaba fuerte y bien,
los canales privados mostrando corrupciones,
el canal propio, el que les había quedado, le dedicaba una hora de entrevista.
Puso la voz, pero no quiso -o no se animó- a poner la cara.
Ese hecho empobrecía la entrevista, la volvía pesada.
Intentó una defensa de sus debilidades, de la obra pública, siguió con la historia de poner a Lázaro como uno más.

En el programa de Lanata, a la misma hora, Maxi Montenegro desnudaba la jugada.
Entre las acusaciones y las deserciones, el enorme poder se ha vuelto escuálido.
Las cadenas con aplaudidores son solo un recuerdo, ahora es la voz sobre una imagen de ayer.
El holograma de hoy marca la distancia con la imagen de ayer, de esa fuerza enorme que daba el poder del gobierno, del Estado.
Le dicen que algunos todavía la necesitan,
insisten con la tesis que le devuelve vigencia a partir de los errores de Macri.
El Gobierno puede tener aciertos o no…
Eso no salva ni sirve para valorizar a la década pasada.
Todo queda al desnudo:
El ayer fue nefasto...
Del presente hablamos otro día.

Volvió, intentó hablar de política internacional, triste, deshilachado, sin rumbo ni sentido.
El eterno cuento de que la derecha avanza y esa es la causa de que acusen a la corrupción.
Si somos de izquierda robar es revolucionario, un cuento antiguo y ya vencido.
Un retorno pequeño, para pocos, desganado, casi por obligación.
Un ejército derrotado cuyo jefe vuelve y ni siquiera se atreve a mencionar las bajas, muchas, demasiadas.
Un discurso lavado, defensivo, justo a la medida de una secta, de una minoría, de los que quedan por ahora.
Cada vuelta será más débil, el intento de mito se desmorona.
Se animó a poner la voz pero no puso la cara.


Es una forma lenta del adiós…

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